Al día siguiente de que Donald Trump asumiera su cargo como presidente de los Estados Unidos, distintos periódicos norteamericanos e internacionales publicaron fotos del público asistente a la ceremonia de toma de posesión, comparándola con fotos de la ciudadanía que asistió a la ceremonia de juramentación del cargo por el ex-presidente Barack Obama.
El objetivo de las publicaciones era mostrar que la toma de posesión del actrual presidente había contado con mucho menor apoyo que la del ex-presidente de Estados Unidos.
El hecho no pasaría de ser anecdótico, una información noticiosa más de la “sociedad del espectáculo”, sino fuera porque la nueva gestión decidió criticar los periodistas sobre su “distorsión de la información.”
En una rueda de prensa, Kellyanne Conway, asesora del presidente Trump, respondió que el jefe de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, tenía “hechos alternativos” a los presentados por los periodistas.
¿Qué significa el término “hechos alternativos”? La expresión resulta extraña. Lo común en este caso es decir que se tiene otra interpretación de los hechos. Pero eso habría colocado la perspectiva de la nueva gestión al mismo nivel que aquella que se trataba de objetar, las habría situado en un espacio de diálogo.
Por el contrario, lo que se quería mostrar era que existían datos distintos a los presentados por los periodistas y sabemos que esta noción tiene una carga emocional más fuerte. Si decimos que tenemos otra interpretación queremos decir que poseemos otro punto de vista sobre los hechos. Cuando afirmamos que tenemos otros datos, establecemos que poseemos una información alternativa basándonos en la realidad y que desmiente los datos del rival.
Parece una distinción sutil. Pero en el fondo, cuando la comprendemos, nos damos cuenta de cuál es la actitud que sobre la verdad tiene la administración Trump.