El viernes 9 estaba marcado para que la comisión de la Cámara Baja brasileira votara la decisión del impeachment a la Presidenta Dilma Rousseff. La noticia la busqué para ver si habían llegado a una definición. La noticia es que pospusieron la votación para la madrugada del sábado. Esta posposición condiciona si el viernes 15 va a llegar al piso de la Cámara de los Diputados el llamado a votar a favor o en contra del juicio político.

¿Qué ha pasado? Lo que ha pasado me lo reveló O Globo, periódico emblemático que encontramos en el enlace siguiente http://kiosko.net/br/np/br_oglobo.html nos informa que la oposición al juicio político a la Presidenta sólo le faltan tres votos para hacer abortarlo. Necesitan 174 votos, un tercio, mientras que los partidarios necesitan sobrepasar los dos tercios.

¿Cómo se está logrando? Ya lo dice El País, de Madrid, España, cuando nos informa el papel de Lula como cabildero a favor de Dilma, ya que se ha establecido en un hotel de Brasilia para cabildear los votos necesarios para la operación de salvataje de la presidencia Rousseff.  La referencia se encuentra en el enlace siguiente: http://brasil.elpais.com/brasil/2016/04/09/politica/1460166122_568182.html

Ya hubo un antecedente: el juicio político al Presidente Collor de Mello, el primer presidente después de la restauración de la democracia luego de la dictadura militar. Como lo cuenta Wikipedia en su entrada sobre el Presidente Collor de Mello  y su presidencia (https://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_Collor_de_Mello ), contrariamente a lo que tanto había predicado en su campaña, Fernando Collor de Mello estableció un gran esquema de corrupción política, utilizando el tráfico de influencias, y el sistema de lobby gubernamental a cambio de sobornos, para obtener dinero de empresarios y funcionarios públicos a cambio de favores políticos, utilizando para ello a su tesorero de campaña, Paulo César Farías.

En octubre de 1991 el presidente del monopolio estatal Petrobrás presentó su renuncia como protesta por haber sido presionado por Paulo Farías para ejecutar una operación irregular. Meses después, el 10 de mayo de 1992, el escándalo se hizo público a través el propio hermano menor del Presidente, Pedro Collor de Mello, quien describió con todo lujo de detalles la red de tráfico de prebendas, contratos ilícitos y desvío de fondos, orquestada por el ex tesorero de campaña y amigo íntimo del mandatario.

Esto llevó a que el Congreso iniciara investigaciones posteriormente a lo largo de 1991 y 1992, unidas a indagaciones particulares de la prensa brasilera a nivel nacional. Afrontando un pedido oficial de destitución del cargo en el Congreso de Brasil, en agosto de 1992, Collor de Mello pidió a sus partidarios que se manifestasen contra su destitución por corrupción política, alegando que ésta "sería un golpe de estado".

No obstante en la fecha de votación congresal, el sector estudiantil denominado "Caras pintadas" lanzó grandes manifestaciones callejeras en favor de la remoción de Collor de Mello, desfilado en las calles de Brasilia con ropas negras y rostros pintados con los colores de la bandera del Brasil (en contraste con el pedido de Collor de Mello, que sus partidarios desfilasen vistiendo los colores de la bandera nacional). También se vivía un bloqueo bancario de los "activos financieros", principal medida adoptada para refrenar el desastre de la inflación, que redujo más la popularidad del presidente, agravada con el escándalo de corrupción.

Ante la abrumadora pérdida de respaldo popular, el Congreso aprobó el inicio de un juicio penal a Collor de Mello por 441 votos a favor y 28 en contra. El 29 de septiembre de 1992 Collor se alejó de la Presidencia debido a la profundización de las investigaciones, mientras el parlamento brasilero continuaba sus investigaciones, citando testigos y examinando documentos para evaluar un posible juicio político (que implicaba la destitución del presidente). En el último día del procedimiento, el 29 de diciembre de 1992, Collor de Mello envió a su asistente al Senado brasilero para leer allí la carta de renuncia del propio Collor, lo cual dejaba a su vicepresidente Itamar Franco como nuevo Jefe de Estado. Pese a esto el procedimiento continuó, ya no para pedir la destitución de Collor sino para discutir si éste había cometido un delito que implicara su pérdida de derechos políticos.

¿Podríamos ver a Dilma en este espejo de la historia?