A poco menos de un año de las elecciones, el panorama electoral, aparentemente, está bastante claro en cuanto a los candidatos que se batirán por la presidencia. Los sectores progresistas tienen grandes retos por delante y para poder hacerle frente a estos, tienen que estructurarse en un polo alternativo, capaz de dar respuesta y brindar soluciones a los ciudadanos.

Conformar un polo alternativo implica una ardua tarea de diálogo entre los grupos progresistas para alcanzar puntos en común y no caer en la tentación de la partidocracia escindida en dos bloques: los mismos de siempre y los mismos disfrazados de nuevos. Esto así porque el compromiso de transformar la República Dominicana en un Estado más justo y más prospero para todos, supone hacer una política que va más allá de cambiar de gobierno.

Como ya he escrito en otras ocasiones: no se trata de quitar una mafia para poner a otra. Los sectores progresistas deben hacer el compromiso firme de tocar las estructuras que sustentan nuestra sociedad injusta y excluyente. Y para eso: hay que mojarse.

Dar respuestas a los ciudadanos sobre cómo es posible vivir en un país donde la energía eléctrica no sea un dolor de cabeza para todos, en el que haya un transporte público efectivo y de calidad que permita reducir sustancialmente el gasto diario por traslado, en el que ir a un hospital público no sea un martirio por la falta de equipos, materiales gastables, medicinas, higiene y de personal administrativo y médico.

Las organizaciones progresistas del bloque alternativo no pueden olvidar al colectivo LGBT y sus luchas. Construir una República más justa e inclusiva implica romper con los prejuicios y apoyar aquellas causas que reivindican la igualdad y la dignidad humana

Quienes están llamados a conformar el polo progresista alternativo tienen que mojarse. Tienen que brindar soluciones a corto y mediano plazo de problemas que desde siempre aquejan a la ciudadanía: seguridad ciudadana, vivienda digna, mejores condiciones laborales, empleos y más oportunidades para la juventud.

A la vez, hay que disminuir el discurso moralista con el que se ha capitalizado algunas simpatías, pues queda claro que está agotándose. Es momento de abordar los temas espinosos y demostrar la vocación progresista y alternativa. Mientras los distintos colectivos mantienen una lucha férrea de reivindicación de derechos, el tercer bloque no puede estar al margen de éstas ni seguir siendo espectadora de estos procesos.

El polo progresista tiene que abordar la reforma que se pretende hacer al Código de Trabajo, que no beneficia a los trabajadores y pujar por un salario digno que permita a los hogares ahorrar. Hay que hacer frente común con los desnacionalizados por la sentencia TC 168-13. Tenemos que hablar de las mujeres, de sus problemas, de cómo vamos a erradicar los feminicidios, de las los mecanismos que deben implementarse para fomentar la igualdad de género, de la política sexual que les permita a ellas ser verdaderamente dueñas de su cuerpo y sus vidas.

Las organizaciones progresistas del bloque alternativo no pueden olvidar al colectivo LGBT y sus luchas. Construir una República más justa e inclusiva implica romper con los prejuicios y apoyar aquellas causas que reivindican la igualdad y la dignidad humana.

Es una tarea elemental de los alternativos que propugnan por romper con el neoliberalismo impuesto por la partidocracia, esquematizar y explicar la propuesta de un modelo de desarrollo productivo compartido capaz de generar empleos de calidad e impulse las exportaciones. Igualmente con el tema eléctrico, hay que tratarlo con toda la seriedad que amerita: propugnar por la revisión de los contratos de generación y si conviene un cambio en la modalidad de la prestación del servicio público de electricidad.

La agenda progresista tiene que tratar el narcotráfico y el consumo de drogas desde la perspectiva de salud pública que desde hace años se requiere. Tiene que ser firme con la protección del medio ambiente, el cuidado de nuestros ríos, políticas de reforestación y de recuperación de nuestro litoral que peligra por la explotación turística desmesurada. Tiene que proponer claramente la revisión de las concesiones mineras y la prohibición de la explotación de minas a cielo abierto.

Aquellos que queremos construir una alternativa política progresista con verdadera vocación de poder y autoridad moral, tenemos que dejar de mirarnos el ombligo. Se aporta muy poco respondiendo las críticas a los sectores progresistas con pedantería intelectualoide. Históricamente eso ha sido parte de los fracasos de la izquierda dominicana. Dejemos de inflar el ego, hay que mojarse.