La jáquima es la parte de metal que se introduce en la boca del caballo para detener o reducir su marcha.

Quien conduce el caballo tiene en sus manos las riendas del freno, es quien lo guía hacia donde quiera ir. El animal no se gobierna ni hace lo que se le antoje si quien lo guía mantiene la suficiente autoridad y control.

Para un caballo desbocado lo mejor es un jinete que sepa manejar muy bien el freno, apelar a la jáquima en el momento que lo amerite. No importa la velocidad del caballo, cuando se hala la jáquima se detiene ipso facto.

¿A qué viene esta introducción? El presidente Medina, hasta el momento ha mostrado un estilo propio de gobernar según él mismo prometiera desde el inicio.

Sus visitas “sorpresas”, la cercanía que muestra con las personas empobrecidas, la aprobación del 4% para la educación, la revisión del contrato con la Barrick Gold, el caso Bahía de las Águilas, Loma Miranda, el proyecto de alfabetización, se pueden citar dentro de las luces de su gestión.

Su slogan de campaña resumía en pocas palabras su estrategia de gobierno: Corregir lo que está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se ha hecho. Se puede decir, sin mezquindad alguna, que en cada una de las expresiones que identifican su estrategia ha hecho algo que lo resalta, sin embargo la población se ha quedado esperando más en el área de hacer lo que nunca se ha hecho.

En el orden de lo que nunca se ha hecho resalta con claridad meridiana un real combate contra la corrupción, un lastre que arrastra pingües beneficios económicos extraídos de las arcas del pueblo y cuyos culpables han pasado sin pena ni gloria acrecentando la fe en el refrán que dice “entre bomberos no se pisan la manguera”.

Y ahora nos llega este informe de Transparencia Internacional donde nos ubican dentro de los cuatro países más corruptos de América Latina y uno en uno de los principales  del mundo.

De manera que la corrupción ha sido la asignatura pendiente por aprobar de todos los gobiernos en este país porque no ha existido un real jinete dispuesto a halar la jáquima de los caballos desbocados que cada cuatro años llegan con la intención de enriquecerse de manera fácil.

En este período ya se han reportado casos de corrupción que han pasado sin pena ni gloria a pesar de que se prometió que se actuaría por el simple rumor público.

Hale la jáquima señor presidente, no  mire con piedad a los de ahora ni a los de antes. Actúe con los del presente sin obviar los del pasado.

Jamás un gobierno será exitoso con impunidad, con esa fea costumbre de archivar expedientes sin la debida indagación y es posible que este no sea la excepción en caso de que no tome la decisión expresa de halarles la jáquima.

A veces se piensa que con una voz fuerte el caballo se detendrá, pero siempre es necesario ir más allá. El principal esfuerzo del actual gobierno ha sido la asignación de equipos de veedurías en diferentes instancias gubernamentales y la firma de un código de ética. Estas iniciativas bien pueden ser esa voz fuerte que sólo provoca la reducción de la marcha del caballo, pero no la detiene.

Presidente, lo que realmente detiene el caballo, lo frisa en el momento, le detiene esa marcha veloz es halar la jáquima a tiempo y usted la tiene en sus manos.