Prospere o no la iniciativa reeleccionista aprobada por el Comité Político del PLD el pasado domingo 19 de abril, día de San Expedito, el de la llave (¡No a la Expedita, que no es la Pepa!); hay que apuntar a derrotar la manifestación y la fuente causal de la misma.
Derrotar la lógica del PLD, que habiendo logrado ser él mismo y su opuesto a la vez en la competencia entre sus dos tendencias principales, el Danilismo y el Leonelismo, ha borrado de momento el bipartidismo a la usanza tradicional, y se propone reeditarse en el poder como mínimo hasta el 2040, para lo cual dispone del control de todos los resortes del poder.
Hay que decirlo tanto como sea necesario, este es un hecho nuevo, que solo tiene de precedente la competencia entre Báez y Santana, del mismo bando conservador, en el siglo 19; y requiere de posturas políticas que se correspondan con esta realidad.
Derrotar la lógica del “Asegún” convenga, con la que el presidente y su grupo de turno, el actual y otros, valoran las instituciones del Estado, las que acomodan a su antojo para seguir en el poder. Desde el año 2000 hasta hoy, se han apurado reformas constitucionales para dar paso a la reelección, y lo han hecho partidos y líderes que, como el actual, antes de llegar a la presidencia de la República han jurado que no apelarían a ese recurso.
Derrotar la lógica de la centralización del poder político, que es la del régimen establecido tras la intervención norteamericana de 1916, que impuso a Trujillo; y es la misma del trujillismo sin Trujillo que dejó instalada la del 28 de abril de 1965, en formatos distintos en períodos sucesivos, pero con la misma esencia económica y política.
El proyecto del poder continuado del PLD, como problema político principal, y ahora asumiendo la lógica del “Asegún” convenga, le dan la oportunidad a una oposición dispersa y en inercia causadas una y otra por el mismo PLD- Estado, a unirse en un gran Pacto en torno a un programa de cambios políticos, sociales y económicos, y cierre el paso al continuismo de este momento, y al de los que se les ocurra en el futuro.
El proyecto de poder del PLD 2040, y la no existencia del bipartidismo a la usanza tradicional, hace importante cada cualidad de todos los opositores, y es una oportunidad que debe ser aprovechada para que, con las necesarias concesiones que presupone todo acuerdo entre varios diferentes, resulte un programa y un rumbo de transformaciones.
Derrotar la vocación opositora a perder; que suele perder no porque el contrario gane, sino porque no hace lo adecuado para ganar.