Existe la tendencia a explicar los desórdenes y delincuencia en nuestras comunidades bajo el alegato de que están conformadas por ciudadanos desplazados, damnificados, refugiados o migrantes (¡Es igual en todo caso!). Lo cierto es que esta tesis puede ser refutada cuando revisamos el comportamiento de otras comunidades compuestas por ciudadanos oriundos del mismo lugar. Veamos:

Hato del Yaque, Santiago

Hato del Yaque, distrito municipal de Santiago desde marzo del 2003, era hace poco más de un tercio de siglo, un área agrícola y rural con viviendas dispersas. Las cosas empezaron a cambiar en los años ochentas, al iniciarse la inmigración de personas de otros pueblos del país. Hoy día su población ronda los 30,000 habitantes.

En realidad, la explosión demográfica de Hato del Yaque, inicia en 1979, cuando el huracán David arrasó con todas las viviendas a lo largo de la ribera del Río Yaque, alrededor de la ciudad de Santiago de los Caballeros. Las personas desplazadas fueron alojadas en Hato del Yaque, en casas construidas por el gobierno Dominicano, en un área de 7 calles y varios peatones. Posteriormente en la zona se agregaron las familias que fueron desalojadas para construir la presa de Bao y los obreros agrícolas de la Tabacalera, con los cuales se crearon Villa Bao y Villa Tabacalera, respectivamente.

Los Alcarrizos, Santo Domingo

La fundación de Los Alcarrizos data del final del siglo XVIII. En ese entonces era lugar de paso para viajeros que se dirigían o venían del Cibao Central. En 1824, las protestas contra las medidas económicas de la ocupación haitiana género la rebelión llamada la “Revolución de Los Alcarrizos”. Convirtiendose, consecuentemente, en una de las primeras luchas por la separación de Haití. Hoy, la ley 64-05, lo constituye como municipio de la provincia Santo Domingo. Según el censo del 2010, tiene 206,557 habitantes.

La población y territorio de Los Alcarrizos era insignificante en 1966. Sin embargo, a partir del  1970 explosiona como población, resultado de las medidas del presidente Joaquín Balaguer, quien ordenó masivos desalojos en algunos barrios de Santo Domingo: Ensanche Quisqueya, Villa Consuelo y otros. Paralelamente, inmigrantes de todos lados invadían terrenos para establecerse aquí.

En el año 1979 se produce el mayor crecimiento con la construcción de “Los Barrancones” para alojar damnificados del ciclón David, fenomeno atmosférico que dejo sin techos a familias que vivian en zonas vulnerables de Santo Domingo.

Levantar el Faro a Colón, 1990-1994, aumentó los desplazados hacia Los Alcarrizos.

Don Pedro, Santiago

Comunidad rural, eminentemente agrícola, ubicada entre los municipios de Licey, Tamboril y Santiago de los Caballeros, Don Pedro se reparte su territorio entre cada una de estas ciudades. Esto le crea un conflicto, común en muchas localidades del país, que, al exigir los servicios públicos típicos de un municipio, son despachados de un lado a otro. Ejemplo: si van al cabildo de Santiago, las autoridades les dicen: “ustedes pertenecen a Tamboril”. Y viceversa.

Don Pedro, no obstante, tiene muy pocos inmigrantes. La mayoría de sus habitantes son originarios del lugar y puede decirse que muchos, aún estando a sólo diez minutos de Santiago, ni siquiera lo conocen bien. Sin embargo, los niveles de violencia y delincuencia aquí son cada día más elevados. Tanto así que, en los últimos seis meses, han muerto más de once jóvenes a manos de la policía o enfrentados entre ellos mismos.

Las diferencias entre una y otra

Tanto Hato del Yaque como Los Alcarrizos son localidades que pasaron de ser rurales y agrícolas, a zonas urbanas densamente pobladas y con un alto nivel de hacinamiento. En su momento fueron estigmatizadas como comunidades muy peligrosas, por la mucha delincuencia, alegadamente producto de la “migración constante”. Sin embargo, estos problemas se han ido solucionando y hoy ambas ciudades son pujantes.

En cambio, Don Pedro, que sigue siendo rural y agrícola, con población migrante insignificante, cada día se convierte en una comunidad más peligrosa o problemática. Cabe entonces preguntarse: ¿Cuáles son las razones de ésta delincuencia? ¿Por qué y cómo superaron las otras dos comunidades antes mencionadas estos problemas?

En fin, debemos indagar y encontrar respuestas. Pero lo puramente claro es que la razón no está sólo en la migración y su consecuente falta de identidad de las comunidades.