Nada implica que la tolerancia o la moral sean buenas. La moral es lo que la costumbre impone a la sociedad: Puede ser tolerable por una sociedad quemar cadáveres en público, a orillas de un río o tirar por una barranca los bebes defectuosos. Nadie puede decir que estas sean costumbres saludables.

Las obras del muy querido Neil Gaiman pueden perder parte de su valor diabólico (acusador) en culturas donde Babycakes sea aceptable como método de instrucción para un segundo de bachiller (véase Aula animal) ¿Ante una sociedad que superó los conflictos morales qué puede hacerse? La (muy buena) literatura que apoya su ars en la inmoralidad o en asquear por la negación de lo moral (no es lo mismo), pretende conmover pero no cambiar la sociedad.

La búsqueda de la tolerancia a ciertas parafilias ha dado origen a obras de arte sublimes, todos recordamos la preciosa zoofilia de Guarnido o de Leda y el Cisne, la descarada y tierna pedofilia de Caperucita roja, el sutil exhibicionismo de la Susana de Daniel o el sado (que ya no es parafilia) en "La venus de las pieles".

Un buen ejemplo del hilo, entramado en la irracionalidad, de la moral es el sado. Así como la homosexualidad (y la pedofilia, y la necrofilia, y la masturbación,  y el sexo oral, y si seguimos seremos mejores cristianos que Inocencio IV…), el sado fue considerado por la noble ciencia de psiquiatría una perversión y era tratado junto con otras enfermedades con electrochoques y toda la belleza de psicofármacos. En los 80 algún degenerado decidió que esto no era así y dejo de considerarse una enfermedad.

Sin embargo todos caemos ante la gracia de pedir tolerancia. Otros tantos caemos en la falacia de ser tolerantes. Los hay que con un cinismo infinito piden retomar los valores… solo dios sabe que valores serán esos.

En el país, con los altos niveles de presión social, los niveles de tolerancia son deplorables. Es bueno ver gente que defiende tanto sus ideales alquilados que se matan con otros por su equipo de pelota o por su partido político que es lo mismo. Sobre la religión no hay tolerancia alguna o se es cristiano o se es cristiano (con sus variantes) y como en la madre España se ganan más puntos por matar a los moros.

También suele decirse que a mayor inteligencia y educación mayor es la tolerancia… pero pobre del destino del alguien que hable mal de Junot Díaz o de García Márquez -que ninguno es la gran cosa-, será condenado para la eternidad. Aquí no hay contrato social que valga si alguien dice algo malo de Asturias voy y le meto un hachazo.

¿Ante una sociedad que superó los conflictos morales qué puede hacerse? ¿Ante una sociedad de intolerancia quién no es un gran artista?