Mirar desde enero hasta ahora es encontrarnos con un año lleno de retos, luchas, pérdidas, enfermedades, desafíos, pero también de grandes bendiciones, logros y ganancias. El sólo hecho de estar vivo y respirar es un milagro. Recuerdo en el 2020 como anhelábamos la llegada del 2021 con su mágica vacuna para detener el virus, y todavía hoy continuamos esperanzados de que pronto llegará a su fin.
La enseñanza más significativa que nos ha dado COVID-19 es como podemos estar llenos de expectativas sobre lo que anhelamos o planificamos, y en el momento menos esperado todo da un giro. Momentos cruciales de tu vida en el cual ves que todo por lo que has trabajado y luchado se ve desvanecido: la salud, el hogar, la familia, el matrimonio, el trabajo, los negocios, las finanzas o cualquier otra cosa. El peor de los casos es ver destruida una vida cuando a penas inicia, un niño abusado, agredido, maltratado, explotado.
El mes pasado, en una actividad que sostuvo Misión Internacional de Justicia con algunos actores claves del sistema de justicia para el lanzamiento de la red nacional de sobrevivientes Cicatrices de oro, una de sus miembros, quizás la más joven, la cual había vivido un evento sexual traumático en manos de su padrastro, alzó su voz en medio de un público de 400 personas y dijo: “Yo vivía muy feliz, pero a veces nos pasan cosas malas y uno se queda mucho tiempo triste pensando en lo mismo, pero yo les digo qué no importa lo que haya pasado, lo que pasó ya pasó y no hay que darle más mente a eso, la vida sigue y yo sigo adelante”.
Esas fueron unas palabras muy poderosas para mí. Me enorgullecía escucharla hablar con tanto poder y con tanta seguridad ante tanta gente de poder e influencia, sobre las lecciones de su historia hoy ya superada. Y a la vez, reflexionaba sobre la gran lección y el ejemplo que me daba con su testimonio: de como nos quejamos muchas veces por sencilleces, pero más aún, de todo lo que se puede lograr en una vida si trabajamos en función del bienestar.
Usted y yo con una mínima acción podemos hacer una gran diferencia en la vida de cualquier persona. Traer paz, alegría y consuelo puede estar muchas veces al alcance de un simple, pero poderoso abrazo. Acercarnos a otros no es difícil o interesarnos genuinamente en su necesidad para apoyar.
Estamos a pocas horas de concluir y cerrar la historia de 2021 y empezar a escribir las 365 páginas en blanco que tenemos del libro 2022. ¿Cómo quieres llenar las hojas en blanco de los días de tu vida que te esperan de este 2022? ¿Qué quieres lograr o impactar para este nuevo año? Quizás te animes a seguir con tus metas, objetivos y propósitos de crecimiento personal y profesional como cada año o mejor aún, te animes a ser más intencional y agregarle valor a las personas de tu alrededor, hacer algo en beneficio del bienestar de otro.
Te pregunto también, ¿qué quieres ver de tus gobernantes? ¿Qué haces para promover, motivar o influenciar en forma positiva las acciones que debe tomar el Estado sin señalamiento y sin daño? A veces, nosotros pensamos que estamos lejanos y ajenos de que algunas de nuestras acciones pudieran ser de impacto o influencia para otros, pero querido lector, hasta las conversaciones que sostenemos con nuestros cercanos determinan como le afectamos o impactamos negativa y positivamente por consecuencia de lo que decimos o hacemos.
Muchas veces pedimos y esperamos tanto de otros que nos olvidamos de que en nosotros también hay una pequeña cuota de responsabilidad, de deber ciudadano, de ser humano.
Me pregunto y reflexiono: ¿Me he interesado por las personas vulnerables, los que sufren, por los niños de la calle a quien critico o insulto? ¿Le he brindado ayuda alguna vez? Este año me propongo ser más intencional. Quiero vivir más haciendo el bien a la gente. Quiero ser más intencional en traer más sonrisas, en abrazar más, en consolar más, en dañar menos, en juzgar menos, en ser menos indiferente. Desde mi ámbito profesional, quiero dar el todo por el todo para ver mi país con un sistema público de justicia fortalecido, con un ministerio público robusto, con una policía comprometida, con instituciones que brinden servicio y bienestar a quienes lo necesitan, y seguir trabajando con los vulnerables para su restauración y empoderamiento.
Quiero ver más niños y niñas sonrientes, que tengan una niñez libre de violencia, un Estado que responda en protección para ellos porque son el futuro de nuestro país. Quiero que puedan crecer seguros y mañana sean ciudadanos sanos, libres de violencia, maltrato, escasez o cualquier opresión.
Hasta que todos sean libres es la expresión de ver la infancia de nuestro país protegida de la violencia, porque el sistema responde. Porque nuestros niños, niñas y adolescentes son la prioridad de la agenda gubernamental para implementación de políticas públicas a su favor. Que ninguna persona con autoridad use su poder para dañar a un niño o niña.
Nosotros como ciudadanos tenemos la responsabilidad de hacer de la vida de nuestra niñez, una vida libre sin violencia. Nuestro fundador y CEO de Misión Internacional de Justicia Gary Haugen describió: “Dios tiene un plan para traer justicia al mundo, y ese plan somos nosotros”.
Acerquémonos, ayudemos, corramos la milla extra, podemos hacer algo diferente y mejor este año si vivimos más intencionalmente el uno con el otro. Vivamos con el honor y privilegio de hacer que nuestros días cuenten, que tengan valor, por un mundo mejor para nuestros hijos, familiares, amigos. Un mundo donde reine el amor, la tolerancia, la paz, el respeto y el perdón. No puedes imaginar la dimensión del impacto que creas en una vida cuando tu acción obra para su favor.
Que este 2022 sea el año en el que más significado le demos a nuestras vidas porque vamos a hacer mucho más por los demás que en años anteriores; vamos a hacer más por los más vulnerables, por la niñez sufrida y explotada, que nuestras acciones griten por sí solas ¡hasta que todos sean libres!
*Sonia Hernández es abogada litigante, procesalista penal, exprocuradora fiscal de la Provincia Santo Domingo. Tiene una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III y una especialidad en Derecho Procesal Penal por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Actualmente se desempeña como Directora asociada del fortalecimiento del Sistema Público de Justicia para Misión Internacional de Justicia.