Tarde o temprano dejará de ser políticamente correcto beneficiar a los violentos y joder a los “pendejos”, digamos que a esa clase media donde comienza y termina todo aumento de impuesto, pago, tributo o cualquier otro espécimen del fornicio fiscal.
Una vez más, el gobierno en su estrategia de debilitar las jornadas de protesta ha beneficiado a los muy señores empresarios del transporte, “dueños del país” y sus calles. Tan señores son, que no pagan impuestos ni tienen obligación de cumplir las leyes de tránsito.
Los gobiernos han creado estos monstruos del chantaje, y ahora no saben qué hacer con ellos, salvo, temerosos, beneficiarlos con Renoves en cada reforma fiscal que se hace aquí cada año y medio.
El gobierno necesita los 46 mil millones pesos que busca con estos aumentos. Claro que sí. Solo que junto al proceso de recolección del dinero, debió llegar la decisión de guardar las formas, enviando una señal de austeridad desde el Congreso y las instituciones del sector financiero oficial y sus pensiones y beneficios.
La existencia de Renoves, “barrilitos” y “cofrecitos” resta razón y legitimidad al gobierno para proponer esta reforma, para apretar aún mas al ciudadano que paga sus impuestos.
El problema de esta nueva reforma no es la reforma sino la injusticia.
Tal que el gobierno y su partido, en la medida en que no ha tocado a las elites legislativas ni financieras del Estado, y al mismo tiempo ha beneficiado vulgarmente a los “dueños del país” de vocación terrorista en calles y avenidas, está abusando una vez mas del innegable hecho de saberse la última Coca Cola del desierto político, la más bella de la fiesta, la menos fea.
¡Qué vaina, don Radha! A unos no los penalizan por muy ricos o muy pobres, y a otros por violentos, terroristas y “jodegobiernos”. Por lo que solo queda la amplia y visible clase media que no protesta, no quema a nadie, no le entra a batazos a nadie, ni les da pescozones a nadie.
¿Hasta cuándo nos va a durar una democracia de postalitas convertida en una vulgar incitación a la evasión, la corrupción, el narco y sus lavadores, la prostitución y el latrocinio? No lo sé.
Pero una vez más dejo aquí la advertencia: No tiene futuro un país donde se premia la violencia y la delincuencia y se penaliza la decencia y el intento de la gente de convertirse en ciudadano.