HAPPENING

“. . .se ha asomado a una reunión en la que la presencia de la delegación cubana, desprovista, también, de los HAPENNINGS de Fidel Castro, ya sólo es un triste recordatorio. . .”

Aquí cabe que el interesado en los asuntos de la lengua española se haga dos preguntas. ¿Por qué hay que permitir que se cuelen en español voces extrañas al espíritu de la lengua? ¿Cuál es la medida que se usa para determinar cuándo una voz extranjera está plenamente asentada en el idioma español?

Las dos preguntas que se han introducido aquí vienen al caso si se tiene en cuenta que algunas voces foráneas se permiten o se toleran en el español regular porque supuestamente algunas hacen falta; otras se usan porque se supone que transmiten un matiz que no conocen los términos auténticamente españoles. Las más de las veces se aceptan porque son necesarias pues represen- tan un fenómeno nuevo.

La segunda pregunta que se formuló utiliza la terminología-subrayada en la pregunta- que es de uso para sancionar aprobatoriamente una voz de otra lengua que llega al español.

La voz del inglés happening tiene varias traducciones con las cuales cualquier hispanohablante puede darse por satisfecho: acontecimiento, acaecimiento, evento, suceso.

El Merriam-webster´s collegiate dictionary utiliza en el tratamiento de la voz del inglés una terminología que recuerda las palabras que se ofrecen en español para la traducción: occurrence, event.

Ese diccionario del inglés angloamericano define el vocablo en cuestión de la forma que se traduce: 1. Algo que sucede. 2. Un evento o una serie de eventos diseñados para provocar una  reacción sensorial espontánea, un estímulo emocional, o espiritual. 3. Algo como un evento que es particularmente interesante, entretenido o importante.

El Diccionario Clave del uso del español actual, 2012, recoge la palabra del inglés con la acepción que sigue: “Manifestación, generalmente artística, en forma de espectáculo y caracterizada por la participación espontánea de los asistentes”. Reconoce ese diccionario que es un extranjerismo y que en esa condición debe escribirse en cursiva u otra diferenciación gráfica.

La definición más acertada y corta la trae el Diccionario de palabras y frases extranjeras, 1995, de Arturo del Hoyo: “espectáculo improvisado y participativo”. El término lo acuñó en 1959 el pintor Allan Kaprow con su exposición: 18 hapennings in 6 parts en Nueva York.

Llegados a este punto vale la pena que se relea la cita, que se examine la definición del Clave y que se lea de nuevo la del inglés. Una vez efectuados esos pasos procede que en tanto que hablante de español se haga la pregunta pertinente, ¿hay necesidad de este extranjerismo?

Como se nota mediante las informaciones que se han ofrecido en esta sección, cuando apareció esta voz en inglés se limitaba al ambiente de las exposiciones. De allí pasó a otras manifestaciones artísticas. Este tipo de manifestación invadió el campo del teatro, entre otros.

Al francés llegó en el año 1963 como un espectáculo -palabra que debió utilizar la articulista- en que las partes que desempeñan lo imprevisto, la espontaneidad y los recursos utilizados son muy diversos. Esa es en alguna medida la forma en que el Dictionnaire des anglicismes,1980, de Rey-Debove y Gagnon delimita los rasgos del “montaje”.

Ya en el año 1980 los autores de la obra recién mencionada pensaban que tratar de atajar en francés la introducción del vocablo y reemplazarlo por “acontecimiento” era algo utópico.

Para cerrar esta sección es oportuno traer la definición que consigna el Gran diccionario de la lengua española de Larousse para la voz del inglés: “Espectáculo teatral contemporáneo, sin texto previo escrito, que se basa en la improvisación de los actores y la participación del público”.

Hubiese sido más fácil, corto, español y certero que la articulista hubiese escrito “espectáculo” en su escrito. La palabra propuesta puede entenderse por suceso que produce algún tipo de impresión, asombro, pena o indignación. Se hace para atraer la atención y mover el ánimo. Luego de leer lo que antecede, la idea que uno se forma es que no hay necesidad de recurrir a una voz extranjera para definir un sentimiento que se experimenta en el espíritu español del hispanohablante.

 

ABUSO DE – ABUSO *A

“. . .A. F. sobre quien ya pesa una condena de 25 años de cárcel por ABUSO A los derechos humanos”.

Es una pena y una vergüenza que algunas personas que tienen acceso a los medios de comunicación masiva, estén a veces tan faltos de contacto con la realidad como lo demuestra la  frase citada más arriba.

Solo escribientes que estén “consumiéndose en su salsa” pueden volver sus espaldas a los usos y tradiciones de la lengua. En expresiones un poco más contundentes: las acciones de este tipo de escribiente pueden tildarse de ultrajantes al lenguaje.

El ultraje a que se alude más arriba obedece a dos vertientes. Una, el régimen de las preposiciones que deben seguir ciertos nombres es una noción básica que se adquiere con la práctica y la lectura. Dos, un columnista, más que otras personas, está en el deber de obedecer a las pautas de la lengua en todos sus aspectos.

Lo que se observa en el texto copiado es algo elemental o básico. No hay perdón en el tribunal de la lengua para aquellos que en su lengua materna no sean capaces de determinar cuáles son las preposiciones pospuestas que tienen que acompañar los infinitivos de los verbos o, los sustantivos.

La razón por la que se condena con tanta vehemencia este tipo de error es porque “lo escrito, escrito está”. De este tipo de ligereza queda constancia al punto de que algunos lectores pueden seguir estos ejemplos en sus usos del habla cotidiana porque al provenir de columnistas se convierten en modelos.

Se ofrecerán algunos ejemplos en los cuales la preposición que sigue después del sustantivo abuso es de: abuso de confianza, abuso de poder, abuso de que se es víctima, abuso del derecho, abuso de superioridad.

El verbo abusar es intransitivo y se construye con un complemento introducido por de. Tómese nota de esto también. Eso viene en apoyo de lo ya expuesto.

A veces se usan epítetos fuertes para tipificar los errores en que incurren algunos escribientes porque estos son elementales y difíciles de perdonar.

 

ALFA

“Además, ésta es la forma de ejercer la autoridad que disfruta el simio ALFA instalado en la cúspide”.

Hay que aclarar que en el texto copiado el término “alfa” viene escrito con la vocal /a/ inicial en letra mayúscula y que por ello hay que tomarla como indicio de algo importante.

En muchas ocasiones anteriores por medio de estas reflexiones acerca del idioma español se ha insistido en que las personas que le meten mayor cantidad de elementos extraños a la lengua son los más educados.

Esto que acaba de exponerse hay que retenerlo naturalmente sin menospreciar la labor creadora de la masa sin nombre que a su vez crea desde dentro de la lengua o de modo anónimo.

Aquí se está en presencia de otra intromisión propiciada por un intelectual. Se explicará más adelante de donde procede el uso de la palabra de la manera en que lo hace este escritor y analista de hechos internacionales. Eso se hará una vez que se haya demostrado que en el contexto con la intención del escritor, el vocablo del título no es de fácil discernimiento en español regular.

Alfa es la primera letra del alfabeto griego, de álpha. Es una voz femenina. La primera vocal es la tónica /a/. Cuando se la utiliza para referirse a alfa en su sentido metafórico va precedida de: el, un, algún, ningún. En los demás casos se usarán los femeninos. El sentido metafórico que se mencionó antes es “principio u origen”. Es muy conocida la expresión “alfa y omega” que equivale a principio y fin.

Leído a la luz de lo que se acaba de explicar la frase reproducida más arriba no adquiere sentido. Para encontrar el alfa (=origen) de la intromisión de este vocablo aquí hay que acudir al diccionario del inglés. En el Merriam-Webster´s aparece la voz alpha, que es la que corresponde a la del español del título; en su segunda entrada trae una acepción desconocida en español que se aplica al “animal socialmente dominante especialmente en un grupo de animales”. Es el animal predominante, que se impone por la fuerza, por la pericia. Es un hecho que en la expresión oral del inglés moderno una persona puede desempeñar las funciones de “alfa” de su perro, sobre todo, es el caso del entrenador o amo.

Hay que tener presente que “uno de los procedimientos más comunes en la formación de nuevos significados es, obviamente, la metáfora, pero no siempre el hablante tiene presente la comparación implícita que esta lleva consigo”. Así se expresa J.-A. Porto en su Manual de técnica lexicográfica, 2002.  En español este uso no pasa de ser una metáfora ocasional.

En República Dominicana dirían que este alfa americano es el “pato macho” aun cuando se trate de una persona del sexo femenino. Saben que es el gallo que se encarama (sube) a dormir en lo más alto (cúspide) del “palo” (árbol) para que no lo caguen las demás aves del gallinero.

 

TRACATÁN

“Para ese trabajo sucio se han dotado de una tropa de TRACATANES sin escrúpulos ni ideologías que tienen cuarteles y cuevas civiles en. . .”

En más de una ocasión se topa el lector con una voz de este tipo. Tal parece que algunos periodistas o columnistas escriben para ellos mismos, o bien para personas de un solo país que sean capaces de entender el mensaje.

Por lo general las personas que acceden a los medios de comunicación de masa dirigen sus discursos a todo tipo de lector. Tratan de alcanzar la mayor cantidad de personas. No obstante eso, algunos escribientes persisten en emplear vocablos de difícil digestión. Utilizan voces que son propias de un solo país y, en consecuencia, limitan el campo de acción de sus escritos.

Encontrar términos que no son del conocimiento de la generalidad de los hispanohablantes es uno de los sinsabores que más desaniman la lectura de artículos en la prensa. El tema de esta sección es desenmascarar la palabra del título para que en lo adelante pueda entenderse lo que significa.

El vocablo del título es un cubanismo que no es compartido con otros países. Desempeña funciones de sustantivo y de adjetivo, por eso cuenta con un femenino: tracatana. Se utiliza para referirse a la persona servil y aduladora, así consta en el DAA.  Es un término despectivo usado para tipificar la persona que concede fácilmente la razón a otra, a veces por interés personal. La persona que así se conduce es un habilidoso y se procura de ese modo mejor vida.

Ya en otros estudios anteriores a este se ha explicado el interés que a veces persigue quien introduce voces peculiares de su dialecto en artículos de lectura general. Una de las razones que puede mover a un escritor para obrar de este modo es para no permitir que caiga en el olvido una palabra que le es cara. No deben perderse de vista los argumentos que se esgrimieron más arriba en contra de esta práctica.