1. Durante gran parte del siglo XX, –y asumimos que desde mucho antes– era costumbre en China el acarreo de ciudadanos en pequeños carritos. Esta imagen la tenía de manera indeleble Richard Nixon cuando escribió sus memorias hacia 1978. En cualquier noche, y con la ayuda de un calculador Henri Kissinger, se negociaban las relaciones exteriores entre Estados Unidos y China, dentro de un evidente esquema de asombro. El presidente norteamericano nos habló de esto en su libro publicado en 1983 por Editorial Planeta, en Barcelona.   

2. Le debo a Arva Moore Parks, la constancia de la belleza de Miami, –alguno dirá que a un banco y a un pasaporte– con la intención clara de una manifestación de un proceso de lectura, en alguna manera rápida. La crónica no sabemos si está considerada por algún viajero que visite la ciudad mágica. Muchos buscan allí, algunas vetas de esparcimiento, libertad y olvido. En el libro de Moore Parks (Florida in the Lens of Ralph Middleton y The Forgotten Frontier), y Carolyn Klepser, Miami then and Now, queda evidenciada esta variante del análisis arquitectónico a partir de las históricas fotografías. Hay una intención: miras las fotos del pasado, y las comparas con las fotos del presente de una misma locación, y ves los cambios, en algunos casos, indetectables..no como en aquel sarcástico y claustrofóbico juego del periódico de los ochenta que nos decía  que, con la perspicacia de los ojos bien abiertos, seríamos  capaces de hallar las siete diferencias de dos caricaturas casi totalmente idénticas.   

3. En el libro, editado por Readerlink, el asunto más importante ha sido esa comparación entre épocas. Moore Parks, que había trabajado en la preservación de la casa de Harry Truman, percibía en la casa de Al Capone, una fórmula de monumento de enfoque legendario. En este ámbito se siente el interés aquel de entrar en la madriguera del oso para saludarlo y tomarte algunas fotografías con fotografías y ajuares del mítico criminal, conservados como grandes reliquias.  Por encima de todo, la familia del gánster está clara y ha comprendido cómo está estructurado eso que algunos conocen como sentimiento de época. Este tipo de observación puede ser confutada por los dominicanos –hagamos la analogía de la herencia fotográfica– cuando se observan fotos de los primeros años del siglo XX o las pinturas de Samuel Hazard (Santo Domingo, Past and Present with a Glance at Haiti, un libro que fue publicado en 1873), o después en el compendio estructural y las perspectivas de Sir Edwin Walter Palm, un arquitecto que vino al país e hizo la milimétrica cronometría de importantes monumentos coloniales. Klepser es una historiadora especializada en Miami Beach que entiende perfectamente el significado de la imagen en la filigrana íntima de las percepciones.

4. No cabe duda que existe un axioma fundacional en la creencia indudable de la participación turística en Miami, según se puede apreciar en el libro de Moore Parks. Hablamos en relación a Fontainebleu, tómese ese ejemplo, donde se pierde el sentido del tiempo como ocurre en los mejores enclaves turísticos. Un debate reciente –que ha tenido a reputados planificadores dominicanos– nos habla sobre la pertinencia del crecimiento vertical y en opinión de otros, ha resultado a todo el mundo, actual, interesante y necesario.  Observamos que el desarrollo de los grandes enclaves hoteleros en Quintana Roo, Cancún, Miami, Dubái, por ejemplo, han podido establecer edificaciones que escalan hacia las nubes, –ciertamente– desde la roca y en una perspectiva de preservación de un entorno playero que te hace pensar en no retornar jamás a las ciudades.  El turismo trae divisas y eso es lo importante. Algunos deberían repetir como un mantra de sentido común: el turismo trae divisas y eso es lo importante.

5. Lo has descubierto sin Google o WikiLeaks: Coconut Grove, la Pagode, y Merrick Park aparecen en el libro como las cotas más altas. Crees –como en ti misma, digamos– en ese territorio donde el pasado está preservado. El cambio ha sido en el caso de Merrick Park, minúsculo, y aunque 70 años si es algo, –el mismo Carlos Gardel diría que sí, que 20 años no son nada, pero 40 ya son algo– no menos cierto es que puede entenderse una visión del antes y el después, convertida en algo revelador para lectores de un documento que, en la manifestación de una proeza visual que nos conduce a la delectación estética, contiene las más hermosas fotografías de la historia de Miami. Se ve el constante cambio de la evolución estructural y el mantenimiento del rostro de la ciudad, y el valor histórico de sus más emblemáticas locaciones.    

6. Decía alguien cuyo nombre si quiero acordarme pero no lo logro –en algún lugar de la bibliografía–, que los ingleses, una vez llegaban a un país para su dominio –en aquel expansionismo colonialista de todo el siglo XX– lo primero que hacían era instalar una iglesia y un hipódromo. Que recen y que aplaudan. Estas dos instituciones se convertirían –de alguna manera– en manifestaciones de un complejo proceso de dominación colonial.

7. Nadie ha descrito a Estambul como el escritor turco Orhan Pamuk, autor de El novelista ingenuo y el sentimental (Mondadori, 2011), Sin embargo, el logro se ha hecho desde la pintura, y la descripción de cuadros donde se hacen presente, algunas veces, escenas de sultanes, caballos y colores en texturas y motivos harto diferentes a una perspectiva occidental de entresaca. Esencialmente nutrida por la experiencia de la pintura –en países donde existe una sagrada devoción espiritual y un claro vértigo por los espacios–, la arquitectura de ese lejano país, constituye una muestra de metas para iniciación y cierto tipo de agenda para necesarios planes místicos. 

8. Dice una muchacha que la vida nocturna de Santo Domingo es harto diferente a la que existía en la década de los ochentas y noventas. Está regada. Algunos le explican que el cambio societal, en la evolución económica del país, ha impreso nuevas dinámicas en materia de entretenimiento. El intenso proceso habla de una diferencia que, sin paradoja alguna, nos habla del viejo lema de que “todo tiempo pasado fue mejor”, algo que no todo el mundo refrendaría desde el vamos con el modelo actual aunque se hace tarde y te esperan en Neón, Stringfellow y Café Atlántico.

9. Con ese Martini en la mano, te proponen un turismo que te luce aceptable. Este pequeño universo tiene manifestaciones en nuestro país en la sencillez de unas chancletas todo terreno y un four-wheel que te libera. Tu idea es adentrarte en el misterio vital de ese pueblecito de la costa, o la siempre aleccionadora lección de paz, calma y tranquilidad que promueven –con éxito– algunos lugares medievales de menos de 1000 habitantes. Que se note: en esos pequeños pueblos –repletos de chalets y propuestas no lejanas al éxtasis dionisíaco y al asombro más sutil– nos hablan de una interesante propuesta cultural y del confort de una vida apacible sin políticos, tapones o stress sociológico. A los que descubrieran las siete diferencias, o esos que resolvían todos los crucigramas, deberían haberles dado algún tipo de premios, ya que estamos.