III. Perspectiva social, económica y diplomática.
Una isla, dos países. Uno que decidió construirse desde la herencia hispana y otro que rescata su herencia africana. Sobre esta realidad podrían hacerse múltiples juicios de valor; no es la intención, solo evidencio lo comprobable. La República Dominicana, mi país, niega e invisibiliza su herencia africana, solo habría que revisar los comentarios a la Campaña Afro Dominicana, Presencia y Voz, y sus cortos de Cimarronas, Orgullosas, Libres y Autónomas para certificar esta verdad.
Haití tiene una realidad terrible, eso nos asusta (y quizás no es para menos): Es el país más pobre del hemisferio y de los más pobres del planeta. Con una historia de dictaduras y malos gobernantes. Esta muy deforestado y, para colmo de males, sufrió un terremoto que lo devastó del que no se han recuperado y así, les llegó un ciclón. Y sus autoridades, insisto en decir, no asumen su responsabilidad y son corruptas.
Compartir isla es justificación suficiente que el Estado dominicano tenga un grupo de estudios especializado sobre la interacción y coexistencia de ambos países. Además, debería tener otro equipo estudiando los demás países que comparten territorios insulares.
Borneo (Indonesia, Malasia y Brunéi); Irlanda (República de Irlanda e Irlanda del Norte “Reino Unido”); Isla Grande de Tierra del Fuego (Argentina y Chile); Usedom (Alemania y Polonia); Nueva Guinea (Indonesia, Papua Nueva Guinea); San Martin (San Martin y Saint Marteen), Chipre (Chipre y República Turca del Norte de Chipre).
Algunas de estas islas tienen extensos territorios y poblaciones, otras son muy pequeñas y con escasa población. Algunas se dividieron por conflictos bélicos. Todas tienen en común que comparten el territorio. Cuanta sabiduría podría proporcionarnos tener estudios sobre la geopolítica, el comportamiento social, los tratados económicos y migratorios de estos lugares, aún sean realidades diferentes.
Siempre me hago muchos cuestionamientos. Hoy haré preguntas “tontas”: si este país está en mejor situación de desarrollo económico y social, tenemos ejército, somos quienes empleamos la mano de obra de personas que salen de Haití en busca de mejores condiciones de existencia, ¿no seríamos los que estaríamos en mejor condición para “adueñarnos” de todo el territorio? ¿Cómo es que un país tan pobre, es tan “brillante” y ha orquestado ese gran plan de “conquista” de nuestro territorio? Perdón, se me olvidaba, es que es un “plan de todo el mundo en contra nuestra” ¿Podemos entender, para nuestro bien, que lamentablemente no tenemos esa importancia geoestratégica que nos asignamos? Es cierto que nos critican, es cierto que hay círculos intelectuales y políticos que nos exigen, pero lo hacen porque nos manejamos mal, nos ponemos en posición de desventaja, casi como acto deliberado, como si definitivamente hubiese un grupo poderoso apostando a este juego del miedo.
Haití es nuestro segundo socio comercial, las cifras económicas están en internet, recientemente firmamos un acuerdo para la facilitación del comercio, fortalecimiento de la frontera y la promoción de empresas binacionales para el desarrollo económico. ¿Lo estamos ejecutando? ¿Por qué a tan poco tiempo de esta firma, volvemos a permitir que se cree el pánico mediático de la “invasión”? ¿A quién beneficia?
¿Por qué no exigimos el fin del desorden institucional que permite que en la frontera se trafique de todo? ¿Por qué el gobierno no exige el cumplimiento de la ley en la contratación de trabajadores/as? Y así superamos el juego perverso de “culpar” a la gente que cruza a buscar mejor vida, de tener un plan de invasión. ¿Se sabe cuántos migrantes haitianos están a cargo de labores de vigilancia en edificios residenciales? ¿Si nos producen tanto rechazo y queremos que cada quien esté “de su lado de la frontera” porque les empleamos? Dejemos esta bipolaridad colectiva, por favor.
Una estrategia de solución a la migración irregular, fundada en realizar redadas no resuelve el problema, eso está comprobado. Lo que sí logran es violar la dignidad de muchas personas y ser un canal para la corrupción. No es posible que el gobierno se queje de la gran cantidad de recursos que se invierten en salud, destinado a la atención del parto de mujeres haitianas y que en entrevistas realizadas por noticieros nacionales estas parturientas informen que logran entrar al territorio pagando entre 5 y 7 mil pesos. ¿A manos de quien llega ese dinero?
Por último, solicito sensatez. Usted no puede expresarse tan mal de los habitantes de un país y luego pretender hacer “excepción” del que trabaja en su edificio o en su casa. O pretender que la comunidad internacional mire con agrado esas expresiones de odio. Modifiquemos nuestro accionar y nos brindaran apoyo. Tengamos decencia, misericordia, compasión e inteligencia, tratemos de la misma forma que queremos que nos traten.
Como Estado, es muy importante que se deje de recurrir a este tema usándolo como recurso para bajar tensiones sobre otras situaciones. Erradicar la corrupción que permite que alguien se beneficie de los fondos recaudados en la irregularidad fronteriza y migratoria. Regularizar la situación de personas a quienes una oprobiosa sentencia les arrebató la nacionalidad; que les corresponde porque así lo dice nuestra Constitución, aunque el Tribunal Constitucional haya dicho lo contrario. Extender el Plan de Regularización y no permitir que se creen tantas trabas en su ejecución. En fin, que Haití es vecino y es socio comercial y no necesariamente tiene que ser incordio o “cuco”. Puede incomodarnos porque nos genera una presión migratoria, pero sin la corrupción que la acompaña, disminuiría significativamente; además las encuestas de la Oficina Nacional de Estadísticas, confirman que la opinión pública exagera las cifras. “El incordio” deben ser las autoridades corruptas. Y sinceramente creo que no es “Cuco”, ese es el “embullo” con que nos entretienen.
Cuidar nuestro territorio es algo válido, pero no cortemos la soga por lo más fino, no culpemos de nuestros males a gente pobre. Culpemos a los grupos de poder que nos tienen en este relajo.