¿La esperanza en el horizonte cercano ?…
Hacia las 8 de la mañana del sábado 14 de mayo, Michel Martelly asumía la presidencia de Haití, un país devastado material y espiritualmente, con los viejos símbolos del poder aún bajo los escombros del pasado terremoto del 12 de enero del 2010.
Miles de imágenes han dado la vuelta al mundo, retratando la indigencia y la desesperanza de un pueblo que aspira a una mejor suerte, algo más que la tragedia cotidiana vestida de muerte y dolor. En esta toma de posesión vuelan las dudas sobre la legitimidad de unos comicios que entre ONU y OEA, destilan una letalidad electoral donde vocales y consonantes, atónitas, no dan crédito institucional alguno.
La vieja ideología asistencialista, el negocio de la caridad y un montón de siglas de ONGs, donde la aventura no tiene frontera precisa con el servicio y el verdadero alivio social, porque Haití como está, es necesario que exista para aliviar las "buenas conciencias" mundiales de la causa de la pobreza, en el aletargado corazón de los sin destinos. Hillary Clinton tiene el firme propósito de ayudar, memoria de luna de miel, obliga…
Martelly tiene que crear esperanzas, nadie sabe cómo lo hará, pero tiene que hacerlo, porque gastar 2 millones de dólares, según unas fuentes, en una toma de posesión, o 4 millones de dólares, según otras fuentes, no es el mejor indicador, para que pueblo haitiano vislumbre la esperanza.
La República Dominicana tampoco es una nación rica, huelga recordarlo, por lo que debe hacer una estrategia diplomática creíble, sin miedo y con valores de intercambio de amistad, que ayude a la pronta recuperación de Haití
Un sábado en horario oficial de burócrata, en el mes de mayo del 2011, bajo un sol abrazador el candidato Michel Martelly, se ponía la banda presidencial de Dessalines, ante escombros y columnas agrietadas, a cierta distancia las casas de campañas de los refugiados, como paisaje lapidario para su compromiso real con el Haití de todos los días.
Las metamorfosis entre Sweet Micky y el presidente Martelly
En ese estilo electoral propio del subdesarrollo, donde la tecnología no existe y donde, además, las garantías manuales no son confiables, el escenario como antecedente para entrar al ruedo político resulta altamente sospechoso, pero caer en gracia a Washington es algo capital, aunque eso no es todo, porque Washington que en estos momentos es Demócrata, pero Martelly, curiosamente, ha estado en manos del sectores conservadores de la Fundación del Partido Republicano, concentrados en la institución cuyas siglas son el IRI, la misma que tiene lazos con la FAES de José María Aznar.
No hay tampoco que olvidar que su asesor de campaña fue Damián Merlo, que tal y como afirma Gred Grandin en un excelente trabajo publicado el pasado 4 de mayo en el blog de Al Jazeera, tiene un historial de "defensa" de la "democracia", desde el Instituto Republicano Institucional.
En otras palabras, el futuro dirá si Michel Martelly tendrá que vivir los rituales de una metamorfosis entre Sweet Micky y el presidente Martelly y su pasado juvenil de Ton Ton Macute, amigo de Michel François, coronando este prontuario con una invitación a su toma de posesión a François Duvalier (Baby Doc), en nombre de una supuesta reconciliación nacional que pisotea toda memoria de los derechos humanos, del país.
Toda reconciliación nacional necesita de una dosis intensa de Comisión de la Verdad que ayude a esclarecer las razones que motivaron las pérdidas de vidas humanas, en este sentido el Presidente Martelly confunde un cóctel vistoso de ex dictadores sin sus víctimas invitados a su toma de posesión, con la idea de la "reconciliación".
La desconfianza entre la bipolaridad de Sweet Micky y el Presidente Martelly no radica en enrostrarle que ha sido un popular cantante de compa, lo que es evidente es que para la diplomacia veterana de Washington es más cómodo lidiar con el Presidente Martelly, recordándole siempre que conocen bien a Sweet Micky y su largo desvarío de danzante arrobado.
De la manos de Preval hacia un futuro incierto
Renè Preval deja como legado y memoria, la incapacidad, la falta de mística y la incomodidad ante Washington, cual niño mal criado ante su tutor.
Incapaz de de darle ánimo a su propio pueblo, se refugió en su propia descompostura como gobernante.
El terremoto le dio la gran oportunidad que un líder político podía tener, pero no tuvo visión y muchos menos temple, para retratar en su carácter, en la hora de la tragedia, el orgullo de la historia de ése país.
Plañidero, ante el concierto internacional, buscó más las pequeñas ventajas personales antes que entender e interpretar su rol que hoy hubiese podido ser calificado como histórico. Algo peor y oportunista: en un juego de viajes de idas y vuelta entre Puerto Príncipe y Santo Domingo, buscó un contrapeso público para legitimar su figura apoyada por la diplomática sonrisa del presidente dominicano de turno, que en aquel juego de tragedia y miseria convirtió a Santo Domingo en la pasarela propiciatoria de todo aquel dignatario que tenía que hacerse la foto obligada en Haití, con el espanto detrás, porque el llanto ya era sordo y cansino.
Pero a René Preval la tragedia de su propio pueblo le quedó grande, y fue peor cuando se descubrió que Jude Celestin era el esposo de su hija, aquél que acudió a los comicios con la ilusión de que la familia quedara en el poder, porque a fin de cuentas, al regentear una tragedia, algo de ganancia debe quedar.
En esta tesitura, sus entrevistas, sus comentarios, aún bajo el schock que el terremoto le produjo en el cerebro, daban la impresión de que los "deberes" ante la situación los dictaba él sutilmente, creando expectativas de ayudas que la Republica Dominicana, con su cuadro de miserias y soluciones sociales pendientes, no podía satisfacer por sí sola.
Al entregar la banda presidencial, Renè Preval respiraba entre la sonrisa y el futuro olvidado, entre fotos desagradables y largos viajes de alguien que al final no tuvo el valor para levantar la fe de los suyos en los duros momentos, el resto es puro cuento y falsa rebelión ante Washington, ello explica por qué al final esta contradicción de Preval con el imperio terminó favoreciendo a Michel Martelly, al margen de su perfil de títere ideal.
La Republica Dominicana y el presidente Michel Martelly, colofón
Miles de millones de dólares recaudados por donaciones privadas para Haití han desaparecido. De los compromiso asumidos por la Comunidad internacional se ha desembolsado menos del 10%, porque las elecciones obligaban a ello y porque era evidente que las intenciones de Preval y su clan tampoco inspiraban mucha confianza en el exterior, sobre todo luego de la puesta en circulación de un documento interno del Departamento de Estado.
Pese a la situación que todos conocen de Haití, el flamante presidente Michel Martelly propone de plano la creación de un ejército para Haití, lo que implicará invertir en armas uniformes y entrenamiento, se suponía que sus tareas primordiales eran otras en un país que:
* Debe reordenar su burocracia aún soterrada.
* Resolver el problema jurídico de la tenencia de tierra.
* Conseguir el financiamiento de mil millones de dólares anuales.
* Acelerar las construcciones de modo tangible.
* Hacer consciente a las Aduanas de la situación del país y evitar el cobro de impuesto a las donaciones, ya que esta absurda decisión ha provocado que se pierdan muchas oportunidades de donaciones en el área de la salud, en especial.
* Hacer creíble con hechos inmediatos, las promesas que nunca propuso en su campaña, evadiendo todo compromiso puntual y público…
En la República Dominicana, el gobierno de turno y el que viene a partir del 16 de agosto del 2012, deberán tener muy en claro su política migratoria y la visión estratégica con respecto al tema haitiano, aunque el PLD en materia de Haití ha vivido inmerso en una paradoja: ha sido el partido que más ha utilizado la haitianofobia para llegar al poder y al mismo tiempo, ha sido el que menos perspectivas ha tenido para defender el interés nacional ante situaciones que así lo han ameritado, debiendo alimentar a la bestia de aliado de ultraderecha con unas cuantas cabecitas de haitianos, por segundo…
Creo que la República Dominicana ha contribuido con auténtico espíritu de solidaridad ante la situación calamitosa de Haití, llegando a situaciones extremas en los hospitales donde en muchas ocasiones muchos dominicanos y dominicanas han cedido su espacio a los nacionales de la parte occidental de la isla.
La República Dominicana tampoco es una nación rica, huelga recordarlo, por lo que debe hacer una estrategia diplomática creíble, sin miedo y con valores de intercambio de amistad, que ayude a la pronta recuperación de Haití.
El presidente Martelly, en sus primeros 100 días que ya corren, tiene retos ante sí, entre otros, imaginar y poner en práctica una política de buen vecino, creíble, de lo contrario: radicalizará el ultranacionalismo dominicano (vampiro, porque vive de la explotación de la mano de obra barata haitiana) creando una nebulosa que no es conveniente para ninguna de las dos naciones, que deben ejercer su soberanía con aplomo, por pequeño que sea el territorio de un lado y de otro…