Tengo que confesar desde un principio que sobre secuestros, sicariatos, atentados, asesinatos y otras barbaridades por el estilo no tengo mucha idea, primero porque nunca he participado en esos macabros asuntos ¡Dios me libre, como se dice popularmente! y segundo porque solo conozco lo que los medios de información publicitan, y que a menudo buscan más la truculencia y la exageración para el aumento de lectoría y audiencia que la verdadera realidad de los hechos, y también por las películas, sobre todo americanas que tienen mil y una formas de llevarlos a cabo con el soporte de buenos guiones, actores, y presupuestos.

Pero desde un punto de vista simple de neófito en esa compleja materia creo que con el asesinato del presidente haitiano los autores han hecho cosas que no me las puedo explicar. Por ejemplo, el empleo de una veintena de personas, mejor dicho delincuentes, para cometerlo me parece una verdadera exageración. A John F. Kennedy, que ese sí fue un magnicidio de verdad, lo asesinó una sola según la versión oficial más socorrida, Harvey Oswald, aunque de manera personal creo que debieron ser dos o tres más los que dispararon o iban a disparar, pero nunca un pelotón de matarifes.

Además, utilizar tantas personas de piel más o menos blanca que en el país vecino se destacan a quince kilómetros de distancia podía haber causado sospechas entre la policía normal o aún más con la tontonmacutesca secreta que tienen como divisa desconfiar de todos y de todo. Las veces que he visitado Haití y he tomado un taxi ha dado ¨la casualidad¨ de que además del chofer siempre iba a su lado un ¨señor¨ o ayudante que hablaba un buen español, sí, realmente una casualidad. ¿Tendré cara o aspecto de espía o conspirador internacional?

O el planear asesinarlo en su casa, que debe estar protegida hasta lo último. Si en nuestro país un generalito retirado tiene fácilmente una docena o dos de soldados a su servicio para vigilancia, lavado de los perros de buena raza, llevar los carritos de las compras de la doña, servir de chofer para recoger los niños del colegio o de las clases de tenis y otros servicios de tan alto nivel de seguridad familiar, qué no tendrá un presidente y más en un país tan convulso y tan poco país como Haití.

Las posibilidades de lograr el éxito total eran mínimas, como lo han demostrado los hechos con un tiroteo de horas y una costosa factura de muertos, presos y huidos. Con su permiso y en mi ignorancia me permito decir que esa operación, aún con el logro de su propósito final de darle finiquito al presidente haitiano, fue una chapuza en español y un toyo en buen dominicano.

Con mi condición ya definida de neófito en la materia creo que un atentado cuando el presidente haitiano se trasladara en automóvil, una bomba de las llamadas lapas debajo del carro o un ametrallamiento mientras visitaba algún barrio, hubiera tenido más oportunidades de escape y menos participación de sicarios.

Ahora vendrán las investigaciones, los interrogatorios, las torturas (no quisiera por nada del mundo estar en sus pellejos) de los detenidos, Contratar a tal cantidad de asesinos desde otros países debe haber costado un riñón y la mitad del otro, mucho trabajo logístico y tener un fuerte motivo político y-o económico, y ese riñón y medio, esos intereses solo pueden provenir de uno o de un grupo de tutumpotes muy ricos, poderosos y con una enorme capacidad de mimetizarse, al menos en teoría, para no ser descubiertos. Como suelen decir en las filmes ¨busquen a quién o quiénes más pueda beneficiar el delito¨.

Haití, Haití, qué será de ti, sin pensarlo ha salido un buen título para una canción, que compositores, libretistas, músicos, poetas, escritores y personas sensibles se animen a desarrollar su contenido para crear una pieza que sirva de consuelo a ese tan lacerado país.