Lo sabemos, la más rica colonia francesa del siglo XVIII, momento en que el azúcar tenía tanta relevancia como la que hoy tiene el petróleo, es actualmente una de las naciones más pobres del planeta ¿Cómo y por qué ha llegado hasta ahí?, es la pregunta que siempre nos hacemos, y también deberíamos hacernos otra no menos pertinente: ¿es realmente Haití un Estado fallido o más bien un Estado débil?
Trataré de responder a ambas preguntas de manera sucinta.
Las causas de su pobreza vienen de lejos, el esclavismo, la deforestación masiva para dar el espacio a las plantaciones de caña de azúcar en el marco de una colonia de explotación, el “pecado original” de una independencia demasiado temprano (1804), las devastaciones que acompañaron a la revuelta esclava y a la emergencia de la primera república negra, el ostracismo impuesto por Occidente a esa república negra y rebelde, trazan el porvenir de ese país: el escaso desarrollo, el desorden y la inestabilidad política con que entra en el siglo XX.
Uno de los momentos más álgido de ese desorden fue la invasión de los Cacos (campesinos armados del noreste) sobre la capital, que culminó con la anarquía sangrienta del 27 y 28 de julio de 2015. El mismo 28 de julio, el presidente Woodrow Wilson despachó 330 marinos para desembarcar en Port-au-Price y proteger los intereses económicos americanos.
Es a partir de ahí que una aparente “estabilidad” es finalmente impuesta por las armas y el terror, que de manera muy limitada logra pacificar, propiciar algunas reformas económicas y construir algunas obras de infraestructuras, pero no deja un ordenamiento que diera lugar a la emergencia de gobiernos capaces de dar continuidad a esas iniciativas.
Si bien es cierto que en el marco de la ocupación el capital extranjero generó una cierta reconfiguración de la estructura económica y social del país, emergencia de pequeñas y medianas empresas y una muy débil clase obrera, esto no fue suficiente para que saliera de la calamitosa situación en que se encontraba antes de la ocupación.
Los campesinos expropiados emprendieron el éxodo hacia Cuba y la República Dominicana y Port-au-Prince pasó a ser su gran reservorio. Desde entonces, es el principal escenario de los conflictos en ese país.
Pero todavía por aquella época Haití era un país más prospero que el nuestro. Según Bernardo Vega (2005), hasta mediado de los años 20 tenía una economía más desarrollada que la nuestra y Port-au-Prince era una ciudad más cosmopolita y avanzada que Santo Domingo.
La ocupación (1915-1934), con el objeto de pacificar y modernizar el país (lógicamente para proteger y hacer progresar los intereses imperiales), no logra sus objetivos, deja en pie el germen de la instabilidad política. En lo adelante, solo cuatro gobiernos sobreviven cuatro años o más (entre ellos, Sténio Vincent, que entra en el marco de la ocupación,1930, y termina en 1941), pero ocho apenas duran unos meses, hasta que finalmente apareció un monstruo que redujo el país a su mínima expresión: François Duvalier (Papa Doc) y sus siniestros tontons macoutes (1957-1971).
Este Polifemo caribeño acelera el retroceso del país, descuida por completo asentar las bases de su desarrollo, empuja al exilio a los mulatos y a la clase pensante, tanto por la represión como por la estagnación de la economía, pero no olvida vanagloriarse de ser el elegido de los loas (espíritus del voudou), hombre-Dios, ni reducir las instituciones del Estado con la misma intensidad que refuerza su poder personal.
¿Pero cómo pudo la sociedad haitiana engendrar este semidiós? La respuesta hay que buscarla en las relaciones de producción que prevalecieron durante la colonia y las formulas de poder que emergieron de la formación de la república, trazadas y puestas en práctica por Alexandre Pétion y Jean-Pierre Boyer a todo lo largo de la primera mitad del siglo XIX.
Duvalier no fue la continuación de la ocupación, pero sí el producto de las debilidades históricas del Estado haitiano que esta no resuelve y aún no se han resuelto.
Pero si no se hubiese producido la ocupación, ¿es que la evolución natural del Estado haitiano hubiera conducido a la corrección de sus tradicionales deficiencias? No lo creo, ni por asomo había allí una burguesía nacional capaz de asumir un rol hegemónico, como tampoco la había del lado nuestro. Pero aquí, a diferencia de allá, la ocupación (1916-1924) y el régimen de Trujillo cambiaron el rumbo del país.
Contrario a Duvalier, Trujillo sí que es una continuación de la ocupación o, al menos, del orden que esta impone a punta de bayonetas. Es la ocupación lo que le permite, a partir de 1918, iniciar una meteórica carrera militar en la Guardia Nacional, entrenada por las tropas de ocupación, que finalmente lo conduce al poder en 1930, instaurar una dictadura de 31 años, marcada por una descomunal represión y culto a la personalidad sin límites, asumir el control absoluto de la economía, emprender importantes trabajos de obras públicas, una cierta industrialización y sanear las finanzas, propiciando así el despegue económico de este país que siempre consideró un feudo de su propiedad.
Por otro lado, tras su ajusticiamiento en 1961, sus familiares no lograron retener el poder. Esto le permitió al país iniciar, con anterioridad a Haití, su largo y traumático proceso de transición a la democracia.
En cambio, en Haití, tras la muerte de Papa Doc, Baby Doc asume el control del Estado. Valga reconocer que desde su ascenso al poder en 1971 inició una cierta apertura para atraer inversión extranjera, pero esto no fue suficiente para fortalecer la enclenque economía que heredó de su padre. La hambruna de 1977 multiplicó los famosos boat people y creció el descontento de los indecisos a lanzarse al mar. Es en ese contexto que la Iglesia católica decide ponerse a la cabeza del movimiento de protesta. En 1984 estallan los primeros disturbios, que se sucedieron unos tras otros, hasta que finalmente Estados Unidos y Francia lo obligan a refugiarse en Francia.
Con su salida en 1986 se inicia una interminable transición democrática, marcada por una sucesión de golpes de Estado, gobiernos inestables, interrupciones de procesos electorales, intervenciones extranjeras, enfrentamientos violentos y crisis. Para rematar, un terrible terremoto (enero 2010) y recurrentes ciclones, han venido a complicar la dramática situación del país. Ya en el 2010 ocupa la posición 145 en el IDH (Índice de Desarrollo Humano), justo al lado de los países más pobre de África y, por ende, unas veces en la lista de los llamados failed states (Estados fallidos), otras dentro de los weak states (Estados débiles).
En la próxima entrega trataré de dar respuesta a la segunda pregunta.