Desde finales del siglo XVIII los esclavos negros de la parte occidental de la isla compartida hoy por Haití y la República Dominicana, iniciaron un movimiento revolucionario con un elemento fundamental: la solidaridad con todos los colectivos humanos que buscaban su libertad o emancipación.

Esa visión los llevó a apoyar el primer país independiente de las Américas antes de lograr su propia independencia. Al respecto, el presidente Bill Clinton en su visita histórica en Haití en marzo de 1995, en el marco del restablecimiento del orden democrático, recordó esa importante contribución diciendo que “Haití salvo la revolución estadounidense”.

La ayuda brindada fue por la participación de los cazadores voluntarios de Saint Dominguez, en Savannah, en una batalla decisiva para la independencia de los Estados Unidos, frente a Inglaterra en 1779. Uno de los 1,500 combatientes era Henri Christopher.

En América Latina, el extinto presidente Hugo Chávez se encargó de manera enfática de recordar a los países de la región, en múltiples ocasiones, que la libertad que gozan hoy día proviene en gran parte del rompimiento con el colonialismo y la esclavitud que significaron la independencia y en su contexto la creación de la primera república negra del mundo en 1804.

Su visita en Haití, en marzo del año 2007, fue apoteósica. Ningún otro Jefe de Estado había sido tan aclamado por el pueblo haitiano. La revolución bolivariana, decía, le debe Haití la ayuda ofrecida a Bolívar entre 1815 y 1816 por Alexandre Petion, especialmente, con la expedición militar que salió de Los Cayos para contribuir a la independencia de su país.

En Colombia, en reconocimiento de esa ayuda de Petion a Bolívar para su independencia, en el marco de la III cumbre de dirigentes y síndicos afrodecendientes realizada en septiembre recién pasado, se desveló una estatua del héroe haitiano en Cali con la siguiente descripción: “El primer benefactor de la tierra que un día América lo proclamara su libertad”. Citación de una carta de agradecimiento del libertador a Petion.

Con nuestros vecinos más próximos, a pesar de relaciones históricamente difíciles, también hemos estado presentes en por lo menos tres momentos cumbres de su vida política.

En 1843, Juan Pablo Duarte, entendió que era importante para lograr sus objetivos, sellar una suerte de alianza estratégica con los opositores a Jean Pierre Boyer. Concitó ese respaldo entre los grupos más democráticos integrantes del movimiento de la reforma que luchaban contra un régimen que se había descalificado ante los ojos de los propios haitianos.

Duarte que nunca fue anti haitiano llegó hasta expresar su admiración por el pueblo haitiano con estas palabras: “Yo admiro al pueblo haitiano, veo cómo vence y sale de la triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes: el amor a la libertad y el valor…”

De manera más contundente, la ayuda haitiana se manifestaría durante la guerra de restauración de 1863 al 1865 de parte del general presidente Fabre Nicholas Geffrard. Entre otros, el gobierno haitiano ofreció armas, municiones y hombres para el combate al General Gregorio Luperón. Mientras su territorio era base de operación para los dominicanos.

De la historia reciente, hay que anotar, la participación y el ofrecimiento de sus vidas para defender la autodeterminación del pueblo dominicano por varios luchadores haitianos cuyo más sobresaliente es el poeta Jacques Viau, muerto en combate en la guerra de abril del ’65.

Las relaciones entre los dos países, marcadas como las que han tenido separadamente con España, Francia y Estados Unidos, por episodios sangrientos y repudiables, tienen, sin embargo, sus mejores momentos en la solidaridad binacional. Esta se evidencia en la masacre del 1937 con muchos dominicanos protegiendo a sus compatriotas negros y los inmigrantes haitianos.

También, en las tragedias provocadas por los fenómenos naturales como en 1930, con el ciclón San Zenón, por la ayuda aportada por los haitianos y en el 2010 por la asistencia masiva y generosa de los dominicanos.

Ahora, ante el peligro de un tsunami legal maquinado por un sector xenófobo anti haitiano, fiel a su visión solidaria histórica, y debido al rechazo mayoritario en la sociedad dominicana, el cual se inició en el propio seno del Tribunal Constitucional (TC), Haití responde ¡presente!

Presente con el gobierno dominicano. Presente con los sectores democráticos. Presente con los dominicanos que se miran en el espejo de sus compatriotas emigrantes. Presente con los dominicanos miembros de la diáspora haitiana.

¡Que viva la solidaridad quisqueyana!