En la Española, hoy Republica Dominicana, se conocen tres acontecimientos independentistas y dos ocupaciones norteamericanas:
– En diciembre de 1821 un sector de la pequeña burguesía, liderado por el político y académico José Núñez de Cáceres proclamó la independencia de la parte oriental de La Española; pero en apenas dos meses y ocho días una ocupación del ejército haitiano encabezada por Jean Pierre Boyer, castró dicho intento. A ese período se le denominó "Independencia Efímera", por el corto tiempo que duró.
– Transcurridos 22 años de ocupación haitiana, surge la Guerra de la Independencia Dominicana que fue el proceso histórico que culminó el 27 de febrero de 1844 con la proclamación de la República Dominicana, como república soberana e independiente, al separarnos del yugo haitiano al que tuvimos sometido durante esos largos 22 años. Después de la declaración de independencia, los haitianos intentaron en múltiples acciones militares volver a retomar el dominio de nuestro territorio, pero fueron derrotados por nuestro pueblo y no fue hasta que en 1867 cuando Haití reconoció la independencia dominicana.
No obstante, como la situación fronteriza no quedó definida después del conflicto con nuestros vecinos, Haití siguió ocupando el altiplano central, donde están emplazadas las ciudades de Hincha, Las Caobas, San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura. Tras el tratado fronterizo de 1936, la República Dominicana terminó renunciando a esos territorios.
Para 1858 se cernía en el horizonte de la República la posibilidad de que Estados Unidos aprovechara la debilidad política y la crisis económica para hacer lo que había hecho en Nicaragua, esto es, apoderarse del gobierno y ocupar el país. Por lo que las autoridades dominicanas dirigidas por el General Pedro Santana, negociaron un acuerdo de anexión a España en el que las elites políticas conservadoras, especialmente las que seguían y habían sido beneficiadas por Santana, pretendían garantizar el disfrute de los privilegios que una posible ocupación norteamericana o el fortalecimiento de las fuerzas liberales ponía en peligro; por lo que el 18 de marzo de 1861 se proclamó la anexión a España en la explanada de la Catedral de Santo Domingo.
– Dos años después, el 16 de agosto del 1863 con el grandioso grito de capotillo, estalló de lleno la Guerra de Restauración, dirigida por Gregorio Luperón y otros patriotas, la cual duro algo más de un año y medio, cuando un grupo de 14 hombres comandados por Santiago Rodríguez enarboló la bandera dominicana en el cerro de Capotillo, teniendo como resultado el mismo que los desafíos anteriores, la victoria dominicana y la retirada de las fuerzas invasoras del país. El 3 de marzo de 1865 la Reina de España firmó el decreto derogando la anexión, y el 10 de julio siguiente comenzaron a embarcarse las tropas españolas. Una vez más República Dominicana recuperaba su independencia.
– La primera ocupación estadounidense de República Dominicana se produjo desde 1916 hasta 1924. Fue una de las numerosas intervenciones en América realizadas por las fuerzas militares estadounidenses. El 3 de mayo de 1916, el contraalmirante William Banks Caperton obligó al Secretario de Guerra de la República Dominicana Desiderio Arias, quien había ocupado el cargo durante el gobierno de Juan Isidro Jimenes Pereyra, a abandonar Santo Domingo bajo la amenaza de realizar un bombardeo naval a la ciudad y de inmediato ocuparon nuestro territorio. Luego que esas fuerzas estadounidenses enfrentaran, en todo ese periodo, a ejércitos y movimientos guerrilleros como “los gavilleros” y terminada la 1era. Guerra Mundial, terminó en 1924 esta primera ocupación Norte Americana.
– La segunda ocupación estadounidense a la República Dominicana (1965-1966), además llamada Operación Power Pack, comenzó con la entrada del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, compuesto por cuarenta y dos mil (42,000) hombres, el 28 de abril de 1965. Más tarde, se le unió la mayoría de la 82ª División Aerotransportada del Ejército de Estados Unidos y su casa matriz. Teniendo que enfrentar a toda una nación que exigía su total independencia, el regreso al orden constitucional y la salida de las tropas norteamericana. La intervención terminó en septiembre de 1966, cuando la primera Brigada de la 82ª División Aerotransportada, último remanente de la unidad estadounidense en el país, fue retirada.
Todos estos eventos son pruebas más que fehacientes de la gallardía y el valor de todo un pueblo y de una nación libre, soberana e independiente.
Sin embargo, las amenazas y los nuevos desafíos no desmayan, por lo que hoy que recién celebramos nuestra independencia y la creación de nuestra nacionalidad Dominicana, tenemos ante nosotros el desafío de controlar y administrar la nueva invasión, esta vez pacífica, de cientos de miles de haitianos, que nos desplazan de nuestros trabajos, aceleran la desforestación consumiendo nuestros bosques, consumen nuestros presupuestos en áreas neurálgicas como la Salud, la Educación e incluso la propia Seguridad Ciudadana, además de que nos desafían asaltando nuestros consulados, quemando nuestra bandera y subiendo la bandera haitiana en nuestros consulados.
En ese sentido, las autoridades haitianas y los haitianos residentes legales o ilegales en territorio Dominicano, deberían ser los más diligentes e interesados en combatir, prohibir y evitar manifestaciones como las recientemente ocurridas en Haití en nuestros consulados, pues la paciencia de un presidente, unas autoridades y todo el pueblo Dominicano no debe ser tentada. Hasta hoy nos han humillado, nos han acusado, nos han difamado, nos han calumniado y ahora, han llegado a desafiarnos y, como nación civilizada, hemos soportado, pero en la vida todo tiene un límite y lo mejor para todos es no descubrir cuál es ese límite.
Los dominicanos hemos sido solidarios y pretendemos seguirlo siendo, hasta donde podamos y sin que esto siga implicando no poder resolver nuestras propias necesidades. Estamos seguros de que nuestras autoridades están en la mejor disposición de apoyar a nuestros vecinos haitianos, en exigir las merecidas ayudas internacionales de las naciones desarrolladas que en su momento depredaron esa nación; pero desgraciadamente, no podemos cargar nosotros con mas que nuestros propios problemas, pues en nuestra nación como en Haití hay una gran deuda social que está agobiando al pueblo dominicano, por lo que nos incapacita a resolver los de otro pueblo aun sean nuestros vecinos y hermanos haitianos.