La historia de la cultura dominicana actual no es solo la historia de los intelectuales, sus obras o gestos de creación, sino también la historia de sus mentalidades y sus políticas de la interpretación del mundo dominicano de hoy y de ayer.
Cuando ante el deterioro moral, político, social, económico e institucional de hoy vemos los pronunciamientos de una masa de sujetos llamados pensantes, pensadores, creadores, educadores o artistas dedicados a mendigar cargos, puestos políticos para deteriorar y dañar su función pública arrodillándose, sumisos, manumitidos con el fin de sumarse a un Estado-partido-gobierno dictatorial, dicha imagen hace visible un mal síntoma cultural.
En efecto,el malestar en la cultura dominicana de nuestros días se expresa mediante una degeneración intelectual que abraza la actual política de la interpretación de una institución cínica y dependiente de la estadualidad. El bochornoso y lamentable espectáculo visibilizado en el Periódico Hoy de fecha 13 de marzo de 2016, pp. 10A, 11B; y en Diario Libre de fecha viernes 13 de mayo de 2016, p.37, se orienta a un pensamiento autoritario que “autoriza” una dictadura de nuevo tipo y sin “respaldo popular”.
Precisamente allí se encuentra el principal obstáculo de ambos documentos firmados y autorizados por académicos e intelectuales necesitados del favor de un Estado-gobierno-corrompido, defensor de corporaciones respaldadas por la permanente corrupción de dicha gestión gubernamental, sus tentáculos dictatoriales y por su paulatina destrucción de la memoria cultural dominicana.
Defender la obsesión política de un presidente autoritario y persecutor, con ribetes políticos absolutistas, pone en duda el valor moral y la condición democrática de esos supuestos académicos e intelectuales que conforman, como bien se puede observar en el forzoso y penoso listado una minoría académica e intelectual que daña y niega dentro de su circunstancia la tradición intelectual y cultural dominicana.
El gran malestar, desconsuelo y frustración advertido en la ciudadanía cultural, luego del “atornillamiento” sombrío de un mecanismo generador de efectos moralmente destructivos,presenta la terrible máscara de sujetos simuladores y cínicos propiciadores de una orientación éticamente malsana, donde los agentes de la sociedad de amigos del crimen social organizado exhiben un cuerpo des-integrador de modos solidarios de vida y acciones democráticas responsivas.
Las vías de acceso a nuevas líneas culturales y a un nuevo giro académico e intelectual se ven bloqueadas por el abandono del sector cultural e intelectual sistemáticamente propiciado por el actual gobierno y por el presidente actual a quien “no le interesa” el desarrollo cultural dominicano ni la vida de los académicos, pensadores o creadores que optan por un cambio, no retórico ni palabrero, sino esencial y propiamente transformativo.
Existe la necesidad de un replanteamiento de la vida cultural dominicana actual, “caricaturizada” y “espectacularizada” por la actual tribu gubernamental, quien se ha encargado de humillar, ridiculizar y designificar al sector cultural, reduciendo el mismo a una empleomanía sumisa, manumitida y de simple servicio, donde campea la irresponsabilidad de ciertos intelectuales a sueldo cuya vigencia encontramos en el “puesto”, el “cargo” o en la miseria de sus razones políticas e individuales.
De ahí que cierta fauna académica e intelectual cuyo principal motor personal es el sueldo asignado por el gobierno actual, insiste en afirmarse en una práctica “nominera” y ser-vil apoyada en ganancias individuales, sustentadas en estados financieros dependientes del parasitismo “botellero” creado por esa bestial y “genial” revolución digital y educativa del presidente Danilo Medina, quien arropa y aplasta con su embestida persecutoria a la ciudadanía dominicana, tal y como se ha podido percibir en las cardinales propias de la actual farsa electoral.
¿Cuáles son las razones reales de esta violencia ejercida contra la ciudadanía por parte del actual mandatario y su tribu gubernamental? La gramática de la desesperación exhibida y articulada bajo un discurso de la fuerza y sobre la base de una realidad manipulada, alterada por su mentira de la interpretación y su deseo indeclinable de perpetuarse en el poder junto a su tribu. El obstáculo, la orientación malsana de un Estado absorbente que ha interrumpido la vida normal de un ciudadano privado de decisiones y acciones libremente legítimas, que no ha tenido en este proceso más que una libertad condicionada de elección y decisión, conforma la crónica de un malestar social y cultural evidenciado por sus imágenes, signos y realidades cotidianas.
¿Hacia dónde va la República Dominicana de nuestros días?
La miseria de la razón política empaña el actual momento político, social, cultural e institucional que desmotiva a su vez una misión verdadera de cambio y acción, al tiempo que inhibe las líneas de proyectos que serían positivos para el país y el robustecimiento de los derechos inalienables del ciudadano. La embestida brutal contra toda tentativa axiológica democrática, propicia más bien la derrota de la moral social en estos tiempos de incertidumbre.