Para los que nos dedicamos a la enseñanza de las ciencias sociales y la investigación social, son muy notables los cambios que se han estado operando en la cultura religiosa dominicana. Estamos transitando de la tradicional hegemonía del catolicismo, al surgimiento de la diversidad religiosa con un notable crecimiento del protestantismo.

Según las encuestas de latinobarómetro, en Latinoamérica para el 1995 la población católica era del 80%, en el 2013 se redujo a un 67%, y ya para el 2017 contaba con un 60% de la población. Las iglesias protestantes crecieron de un 18% en 2013, a un 19% en el 2017 y, los que se identifican con otras religiones pasaron de un 5% en el 2013 a un 4% en el 2017 (https://www.latinobarometro.org/latNewsShow.jsp).

En la Republica Dominicana, la población católica pasó de un 64% en el 1995, a un 74% en el 2008, bajaron a un 65% en el 2013 y para el 2017 contaban con un 48%, con una reducción porcentual entre 1995 y 2017 de -16%. Las iglesias protestantes pasaron de un 13% en el 2004, a un 21% en el 2017, con un significativo incremento porcentual y, los que se identifican con otras religiones se mantienen más o menos estáticos de un 5% en el 2004 a un 4% en el 2013, a un 2% en el 2017 (https://www.latinobarometro.org/latNewsShow.jsp).

Por otro lado, en una conferencia en el 2019, los representantes de las agrupaciones musulmanas y líderes judíos en el país, declaran que se ha producido un crecimiento de aproximadamente 2.500 a 3,000 miembros de esas comunidades, que están diseminados por todo el país, pero principalmente en Santo Domingo y Sosua. Además señalan que existen también pequeños grupos de budistas, hindúes y bahaíes (file:///c:/users/pc/onedrive/escritorio/dominican-republic-irf-2018).

Las religiones como sistemas simbólicos significativos; discursos, prácticas, lenguajes, símbolos, rituales, imaginarios, normas y valores compartido cambian con el tiempo, pues son producto histórico-culturales que se transforman a partir de los cambios sociales y psicológicos (existenciales), que se producen en la sociedad o un sector de la población.

De manera que, la cultura religiosa no se puede pensar, exclusivamente, como una estructura, una ideología, tradición o un poder que las élites les impone a las comunidades populares de manera irreflexiva o irracional, sino que, desde la sociología cultural, son sistemas histórico-culturales que cumplen funciones sociales de proveer sentido a las formas religiosas de vida y de (re)construcción de los lazos afectivo-comunitarios.

Las religiones en general, operan como fuente de sentido, de consolación y legitimación de las aflicciones de la vida, de situaciones de pobreza, carencias, de conflictos de divorcio, separación y, fundamentalmente de las enfermedades y las experiencias extremas de la inminencia de la muerte de sí mismo y de los otros significativos.

En esa medida, los cambios en la cultura religiosa dominicana, están influenciado por los cambios contemporáneos, por un lado, al fenómeno de la globalización cultural; que se expresa en una mayor movilidad de iglesias, textos, creencias, pastores y religiones que se mueven en un mundo abierto, haciendo posible la diversidad e interculturalidad religiosa y, por el otro, el crecimiento del protestantismo, asociado al auge de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), que mediante, el uso intensivos de los medios de comunicación como la radio, la televisión por cables y las redes sociales, las iglesias protestantes han globalizado y diversificado sus ofertas religiosas; han popularizado el tele-evangelio, la música y, el cine cristiano-protestante. Además, son menos institucionalistas, más flexibles para la innovación y adaptación a los diversos espacios sociales; urbanos y rurales.

Según el consejo dominicana de unidad evangélica (CODUE), para el 2018, operaban cerca de 18,000 iglesias evangélicas, entre congregaciones independientes y conciliares en el ámbito nacional. La facilidad o reducción de los procesos burocrático-institucionales, ha hecho posible la presencia de una iglesia evangélica en las comunidades rurales más pobres, remotas y apartadas del país (https://listindiario.com/la-republica/2018/03/13/506268/evangelicos-constituyen-el-30-de-la-poblacion).

Las iglesias evangélicas, a diferencia de la católica, como ha destacado el sociólogo max weber, promueven el evangelio de la prosperidad; asociada a una ética protestante de la autorrealización personal-individual. Una creencia religiosa que sostiene que la prosperidad económica, el desarrollo personal; económico, profesional son siempre la voluntad de Dios. Se trata de un tácito acuerdo entre Dios y la comunidad de creyentes, donde si tenemos fe en Dios, él nos proveerá de seguridad existencial y prosperidad económica. En ese sentido, las experiencias religiosas protestantes no entran en conflictos con el desarrollo económico y la búsqueda de bienestar individual de sus miembros.

Se ha puesto en evidencia que las comunidades protestantes han sabido adaptarse mejor al paradójico proceso de modernización que experimenta la sociedad dominicana. No hay duda que la cultura religiosa dominicana ha cambiado; se ha producido una mayor diversidad religiosa y el auge del protestantismo, sin embargo, lo que todavía está por verse, a corto y largo plazo, cuáles serán las consecuencias sociales, políticas y morales de este cambio cultural.