When peace, like a river, attendeth my way, when sorrows like sea billows roll; whatever my lot, Thou hast taught me to say, It is well, it is well with my soul.

Horatio Gates Spafford

Estas son las primeras estrofas de uno de los himnos protestantes más difundidos por los años de la historia. Su autor , un abogado miembro de una congregación presbiteriana,  lo compuso mientras transcurrían los peores momentos de su vida en esta tierra. Una traducción libre, al castellano, y muy difundida de la parte del estribillo, dice categóricamente: Estoy bien, estoy bien, con mi Dios. Esta afirmación sin vacilaciones de que su esperanza y bienestar, permanecen intactos, apoyados en un poder mayor.

No pretendemos hacer del artículo de esta semana una campaña proselitista porque haya almas que salvar, ni una declaración de fe dogmática, simplemente tomamos como introducción las letras de este himno como sostén argumental para enfocar una posible situación de incertidumbre, más no de pesar como la historia que está detrás de la composición referida.

Cada año que inicia es, en cierta medida, una situación de incertidumbre y a la vez una situación de oportunidad de planificar la dirección que queremos que tomen los acontecimientos futuros y preferiblemente previsibles.

Este año 2017, que apenas rebasa la primera semana, viene con muchos desafíos interesantes en materia de energía, y ciertamente, en ese aspecto no estamos tan bien que digamos a nivel global. En México (país),  se presenta una subida de los combustibles que ha causado alarma a la población; en Madrid (capital) se han puesto en marcha protocolos de restricciones del tráfico rodado, dado el exceso de gases nocivos emitidos por los vehículos en los últimos meses; ya no será posible entrar con un automóvil “viejito pero bombeando” al centro de la capital española, a menos que se quiera pagar una fortuna de estacionamiento, y pronto quedarán establecidos días pares y nones de circulación, según sea la matrícula del susodicho. A nivel local, en Santo Domingo, es notable el aumento de la contaminación que se evidencia en la irritación en los ojos y de las mucosas nasales.

El lector notará que derivamos desde la energía hacia la contaminación, y no es para menos, puesto que el tema, a final de cuentas, va de lo mismo mientras la energía, que consumimos, esté asociada a los combustibles fósiles.

Mucho se habla de que grandes lobbys de la energía fósil no permiten el desarrollo de las renovables; no tenemos evidencia de ello, pero lo que sí sabemos es que en países como España parece mucho más complicado (incluso establecido por normativas), producir energía con un panel fotovoltaico – y de manera doméstica- que comprarla a las grandes generadoras. Ver el siguiente post: http://www.certificadosenergeticos.com/impuesto-al-sol-autoconsumo-electrico-como-calcula

Hablar de energías renovables como sustitutas de las energías convencionales está todavía en el terreno de lo utópico, sin embargo hay razones para pensar que todo puede ir a mejor si continuamos el camino proyectado como sociedad global; un camino proyectado que va más allá del 2017 y que debe completarse incluso hasta el 2030,  como plantean los promotores del 20/20/20, en el caso de Europa. Ver : https://ec.europa.eu/clima/policies/strategies/2020_es).

Hay razones para estar preocupados si desviamos el rumbo de los buenos planes trazados, pero la combinación de planificación, trabajo y esperanza es la clave para mantener el rumbo, y un buen grupo de personas estamos en ello,  con un lema parecido al de  Horatio Gates Spafford,  en una versión libre en castellano:  De paz inundada mi senda ya esté o cúbrala un mar de aflicción, mi suerte cualquiera que sea, diré: ¡Estoy bien, Estoy Bien con mi Dios!