En las últimas semanas he venido escudriñando las opiniones de distintos analistas neoconservadores y de mano dura en cuanto a política exterior estadounidense se refiere, y el común denominador de sus posiciones es que los Estados Unidos debe reconfigurar el orden mundial establecido después de la Segunda Guerra Mundial en 1945 bajo su tutela.

La estrategia de los halcones de la política exterior estadounidense ante el nuevo escenario geopolítico mundial fruto de la pandemia, que muestra una China más fuerte y vigorosa frente a sus contrapartes occidentales, es la de reeditar una nueva alianza transatlántica para cerrarle el paso a China en las organizaciones supranacionales donde aún las potencias occidentales mantienen el control, especialmente los Estados Unidos.

El primer paso en esa dirección será reivindicar el error que, desde el punto de vista estratégico de los halcones, que cometieron los Estados Unidos y la Unión Europea, de darle entrada a China en la Organización Mundial de Comercio, en diciembre del 2001, después de más de una década de intensas negociaciones. Desde entonces, la participación de los Estados Unidos en el producto mundial bruto cayó del 20.18% en 2001 al 15.03% en 2019. La participación de Europa cayó del 23.5% al 16.05%, una caída de 7.45% en menos de dos décadas. Mientras que la participación de China aumentó de 7.84% a 19.24% en el mismo período, con una tasa de crecimiento anual promedio de alrededor del 9%. Sin dudas, a lo largo de estas casi dos décadas, China se ha convertido en una economía más fuerte y dinámica, mientras que Occidente se muestra más débil, lo que hace muy difícil mantener el dominio absoluto de la agenda geopolítica a escala planetaria que mantuvo después de la primera edición de la Guerra Fría.

La estrategia central de los Estados Unidos ante este nuevo escenario geopolítico provocado por la pandemia y por la pérdida de influencia a escala planetaria que ha venido experimentando el imperio en los últimos años. Los halcones que dirigen la política exterior del presidente Trump han decidido asumir una política de desacoplamiento de China. Y, es por esta razón, que los Estados Unidos estaría supeditando una reedición de un Plan Marshall para Europa, dependiendo si deciden entre el “bueno” y el “malo”, es decir entre los Estados Unidos y China.

Durante mucho tiempo, Europa ha manejado una postura equilibrada sobre como debe manejar sus relaciones con China y los Estados Unidos, a la que estratégicamente le ha sacado provecho a los beneficios que ofrecen los dos mundos. En la coyuntura actual, los Estados Unidos están presionando a Europa para que decidan de una vez por todas de qué lado está. Esto se debe a un elemento fundamental que lacera los intereses de ambos lados del atlántico, y es la pérdida del poder estructural, que ha ejercido los Estados Unidos en toda la estructura económica global, que a su vez manipula dicho poder en los ámbitos militar y diplomático, siempre con una Unión Europea como caja de resonancia. Sin embargo, esta crisis ha herido de muerte ese poder estructural transatlántico, ya que el capitalismo de Estado chino ha comprado a precios de vacas muertas industrias claves como la banca, la industria automotriz y centro comerciales, que sirven como buques insignias de ese poder. Por tal razón, los halcones de la política exterior estadounidense ven el mismo temor que vieron hace varias décadas atrás con la extinta Unión Soviética, donde vislumbraban que Europa caería bajo la influencia roja, en esta ocasión propagan el temor de que una Europa debilitada económicamente sería una gran colonia china.

El Contrataque de China

A principios del mes de mayo, el Gobierno chino empezó a utilizar una versión digital del yuan, que también podría utilizarse en las transacciones bursátiles en el futuro, en detrimento del dólar estadounidense. El dólar estadounidense se utiliza en el 63% de las transacciones financieras en el mundo. China, sabe de los distintos factores que pueden incidir en la caída del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial.

Un incremento de la demanda de oro, y una reconfiguración del sistema financiero alrededor del oro, podrían acelerar la caída del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial. Las reservas de oro de los bancos centrales están en su nivel más alto desde el colapso del patrón oro en 1971. La Reserva Federal tiene la mayor cantidad de oro en sus reservas entre los bancos centrales del mundo con 8, 134 toneladas. 

El comercio exterior en otras monedas es otra amenaza seria a la supremacía del dólar estadounidense. Por ejemplo, la decisión de los Estados Unidos de retirarse de las iniciativas de libre comercio, como el TPP y el T-TIP, debilita no solo las perspectivas para el comercio de los Estados Unidos, sino también la primacía del dólar estadounidense.

Otro factor que podría desencadenar un efecto dominó en la pérdida de la supremacía del dólar, es si China decide vender gran parte o todos los bonos del tesoro que el Gobierno estadounidense que a julio 2019, alcanzaban la suma de 1.1 trillones de dólares.

El Gobierno chino conoce de estas debilidades que enfrenta el dólar estadounidense, y de producirse un nuevo escenario de Guerra fría, entre Washington y Beijing, el debilitamiento del dólar será el arma que utilizará Beijing para destronar el dominio geopolítico estadounidense. Porque sin la hegemonía del dólar no habrá imperialismo estadounidense.