El concepto de situación de comunicación implica una gama diversa de actitudes del sujeto hablante, emisor-receptor, a favor de la acción comunicativa, activando a través de la variedad de habla, el sistema de la lengua.

De ahí que el no-hablar se explique y defina necesariamente a través del hablar, del uso dinámico del lenguaje. Este fenómeno se explica a través de un nivel relacional entre la posición del sujeto y la institución social. Las intenciones de manifestación se extienden a nivel de la superficie social, de los ejes públicos y privados y desde las diversas actividades comunicadoras del sistema lengua-sociedad.

Los actos de lenguaje (Austin: 1962-120-135), desarrollan los discursos de una sociedad, debatiéndose entre el lenguaje público y el lenguaje privado. El sujeto cuando actúa socialmente, verbaliza una intención y cuando habla muestra verbalmente en contexto su intención.

La apoyatura del lenguaje privado es el cuerpo intencionalmente pensado por el sujeto situado. El cuerpo se entiende como un lenguaje de la posición del sujeto con una estructura anatómico-fisiológica que proyecta sus pulsaciones a través del aparato psíquico.

Como se sabe desde Marcel Mauss y M. Jousse, la corporalidad es una entidad-función mediante la cual se desarrollan las contradicciones de lo social a partir de fórmulas de comunicación intercorporales. Comunicar y significar desde la comunicación verbal y sus problemas permite establecer un intercontacto entre hablantes que asumen formas de acercamientos que se producen a partir de la corporalidad sumada a la historia del sentido, de la palabra, del lenguaje y de la sociedad reprimida por los cánones y leyes que surgen de una cultura de lo diverso y sus identidades dinámicas.

Si existe el lenguaje privado de cada sujeto, es  porque también el lenguaje público produce su propia inhibición, a través del cuerpo del sujeto. La posibilidad de producir un efecto social-lenguaje parte de la relación cuerpo-lengua, sujeto-lengua-sociedad, sujeto-cuerpo-discurso, no en su relación, sino, en su determinabilidad histórica, dialéctica y comunicativa.

La vida pública está socialmente gobernada por la tensión existente entre lenguaje público y  lenguaje privado y en efecto, la acción del sujeto se instituye en la intención de todos los sujetos de la sociedad. Los signos y síntomas de la estructura socioaccional dinamizan el relato de los miembros de la comunidad cultural, imponiendo un consumo activado por el orden institucional y los códigos establecidos por la cultura actual.