Una de las cosas que he aprendido en el ejercicio del oficio periodístico es que uno jamás debe hablar sin saber de lo que trata, pues corre el riesgo de ser refutado o, lo que es peor, desmentido.

El domingo 2 de septiembre, tuve una amena conversación con un querido amigo, quien dijo que fue un error del presidente Danilo Medina nombrar a un médico como Ministro de Medio Ambiente. Se refería al doctor Bautista Rojas Gómez, a quien no tengo el placer de conocer.

Simplemente recordé a mi amigo dos casos, para no abundar mucho, de sendos funcionarios que no sabían absolutamente nada de los cargos en los cuales fueron nombrados, pero que tuvieron un éxito sobresaliente. Me refiero al fallecido agrónomo Pedro Morales Troncoso, cariñosamente Peter para quienes fuimos sus amigos,  y el historiador Frank Moya Pons.

Cuando en el Gobierno de Balaguer nombraron a Peter Morales como Director de Bellas Artes, mucha gente sonrió y otros se burlaron. Sin embargo, tomando en cuenta la situación de entonces, Morales Troncoso hizo una gran labor en esa dependencia, como también cuando fue Director de Turismo y estuvo al frente de otros cargos. La muerte le sorprendió en diciembre de 2003 mientras luchaba contra el cáncer.

En cuanto a Moya Pons, quien gracias a Dios está vivo, los críticos se preguntaban qué podría hacer un Historiador como secretario de Estado de Medio Ambiente.

Moya Pons, no obstante, salió muy bien  de su gestión, una de las más transparentes y positivas que tuvo la administración del presidente Hipólito Mejía.  Incluso, la dejó por escrito en un bello libro donde se muestran los incontables viveros que dejó a todo lo largo y ancho del país, pero además con un detalle de lo realizado.

Uno de los problemas de nuestro país es no reconocer el mérito de los demás por razones de partidarismo político. Soy de los que creen que si una persona hace bien su trabajo, con eficiencia y honradez, debe merecer el aplauso público, no importa a cuál partido político pertenezca.

En ese sentido, me parece que el actual Ministro de Medio Ambiente, Rojas Gómez, ha comenzado con buen pie, sembrando árboles desde el mismo momento en que asumió el cargo y ayudando a restaurar el Parque del Este, con la cooperación del alcalde de esa zona, Juan de los Santos, a quien si conozco y con quien sí conversé una sola vez cuando rescató el balneario llamado El Cachón de la Rubia.

Pero, además, el Ministro de Medio Ambiente prometió hacer cumplir la Ley en el caso de un corte de pinos en Jarabacoa, lugar turístico de montaña donde a menudo los depredadores de los bosques hacen lo que les da la gana.

El doctor Rojas Gómez tiene a su favor la gran labor que realizó en Salud Pública, como por ejemplo sus acciones para prevenir y controlar el brote de cólera que desde 2010, tras el terremoto en Haití, se presentó en la República Dominicana, labor que ha fortalecido el actual ministro, doctor Freddy Hidalgo, a quien tampoco conozco.

Cuando le hice estos señalamientos al amigo que hablaba sin saber o sin investigar, me sentí satisfecho al darme la razón.

Todos los gobiernos tienen funcionarios malos y funcionarios buenos. Los malos han sido beneficiarios de la corrupción y los buenos han salido para vivir prácticamente en la miseria, como por ejemplo Julio Sauri y Jorgito Martínez Lavandier, ambos mis queridos amigos.

Sauri, a pesar de haber manejado millones de pesos y de dólares en la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) salió de allí con una pensión miserable de 12 mil pesos, que el presidente Mejía le aumentó a 20 mil, hasta que falleció.

Martínez Lavandier, quien fue Director de Rentas Internas y creo que también de Aduanas, murió también  sin un centavo, a pesar de que pudo haber logrado lo que hubiera querido si hubiese sido un corrupto.

Son muchos los jóvenes e incluso viejos de hoy que desconocen esos símbolos de honestidad, poco comunes actualmente.

Es por esa razón que he aprendido que cuando uno se propone juzgar negativamente a gente que no conoce, debería mejor callar para que no quedar con la carga larga, como mi amigo que tuvo que admitir que no sabía lo que decía.

santiagoestrella2000@yahoo.com