Esta locución es, o fue de uso en el español dominicano. Quizá los hablantes aún utilizan la expresión aunque esta no haya trascendido a las esferas del español escrito. Si no ha llegado al español dominicano que consta en la literatura de cualquier género que esta sea es por falta de que alguien se haya ocupado de honrarla.

Es muy posible que esta locución no conste en obra alguna de la literatura dominicana. La última aseveración se expresa porque durante la investigación de textos que se hizo para la elaboración del DED no se encontró constancia de eso. O bien, porque no se consideró prudente incluirla. Esto se afirma porque la locución del título no figura en el Diccionario del español dominicano, 2013.

Una de las posibilidades por la que no se utiliza en la actualidad es porque ha caído en desuso. El uso en el pasado y quizá aún en el presente es un hecho del cual puede dar testimonio el redactor de estas notas acerca del español. Aquí va la explicación.

Estrujar algo es ajarlo. El verbo último corresponde a estropear el aspecto de una cosa. Es tratar a una persona mal verbalmente para humillarla. La última acepción puede explicar la omisión de la expresión en el DED.

Este “hablar estrujado” es una síntesis de hablar de manera estrujada. Es una forma de hablar de modo brusco, con palabras ásperas, sin miramiento. En este modo de hablar no existe necesariamente la intención ofensiva, pero subsisten dudas con respecto de eso.

En muchos casos, cuando un interlocutor se siente afectado por un “hablar estrujado”, lo que hace es que pide a quien le dirige la palabra a que no le hable estrujado. Si la persona no cambia el tono o el nivel de sus palabras, entonces puede sentirse ofendido.

Ojalá esta manera de calificar el modo de hablar que se trata aquí no se pierda por falta de interés en el español dominicano.

*STATUS QUO – STATU QUO – STATUS

“De tal modo las nuevas generaciones, alejadas totalmente de la gerontocracia indiferente y despectiva, se fueron hartando de tan inamovible STATUS QUO y comenzaron a echar la. . .”

No es un asunto nuevo. Hace ya muchos años que los hispanohablantes de todas las latitudes caen en la trampa de llevar un uso del inglés y lo trasladan a una locución latina. Esto es, toman la voz status y la llevan a hacerle compañía a quo.

En esta sección se examinará el asunto en detalle y se citarán las fuentes autorizadas que amparan el buen uso. Se explicará el significado de cada uno de los elementos del latín.

Todos los textos del buen uso están de acuerdo en que la forma correcta es la que se plantea en el título cuando se marca con un asterisco por incorrecta la primera de ellas: *status quo.

La voz latina status es de género masculino y se refiere a la posición social y económica de una persona. Lo que equivale a decir, el estado o situación de una persona con respecto a otras. Cuando se busca por la voz status, algunos diccionarios remiten al vocablo estatus que es la adaptación gráfica de la voz del latín empleada con el valor que se indicó en inglés. Este uso en español es un anglicismo del latín, aunque parezca una incongruencia.

Status se utiliza en español desde hace largo tiempo, pero puede reemplazarse por: posición, condición, estado. Las dos últimas palabras expresan el significado que poseía en latín. El Gran diccionario de la Lengua Española de Larousse para status asienta: “posición social que ocupa una persona derivada del desempeño de un determinado cargo”.

La adaptación estatus es invariable en español por lo tanto permanece igual para el plural. Se usa para indicar el estado de una cosa dentro de un marco de referencia y, además, posición social. Este es el criterio sostenido tanto por el DPD como por  FUNDÉU.

Ahora hay que ocuparse de la locución latina statu quo. Obsérvese bien: este statu no lleva la letra ese /s/ al final. Ha de pronunciarse poniendo el mayor énfasis sobre la /o/ de quo, para que suene [estátu kuó]. Literalmente significa “en el estado en que”, en el estado actual de cosas, esto es: “estado de un asunto o cuestión en un momento determinado”. Esta locución no varía en plural. Como es un latinismo debe escribirse con alguna diferenciación gráfica; ya sea en cursiva o entre comillas. El columnista del cual se tomó la cita falló al no hacerlo de este modo. La locución se utiliza generalmente en el ámbito político o diplomático.

Ojalá con esto quede claro el asunto de estatus, status y statu quo. En muchas ocasiones lo más sano es evitar los latinismos porque el ejemplo de esta sección no es el único que se presta a confusión y error.

PRESTAR

“Hoy pagamos millones a los rusos por cada astronauta nuestro que nos hacen el servicio de llevar; millones que además NOS PRESTAMOS de la China a ritmo de uno cada veinte y tanto segundos. . .”

El primer tropiezo del autor de estos comentarios con este verbo ocurrió hace alrededor de dieciséis años en forma oral. Constituyó una sorpresa porque nunca antes se había oído nada parecido. Luego, más tarde, se detectó la utilización con mayor frecuencia entre algunos nacionales de países centroamericanos. Este es un tipo de error en que no incurren los dominicanos en su habla habitual.

Este verbo entre sus funciones de verbo transitivo se acepta por “entregar algo a alguien para que lo utilice temporalmente y después lo restituya”. Hay que tener en cuenta que “el sujeto del verbo prestar es la persona que entrega lo prestado, no la que lo recibe”. Las palabras citadas que se encuentran entre comillas son tomadas del DPD, 2005. No puede olvidarse que una cosa es tomar prestado y otra prestar.

D. Ángel Rosenblat documenta prolijamente el uso de prestar con el significado de tomar o pedir prestado en Venezuela. En su libro Buenas y malas palabras registra el uso en varias regiones de Venezuela. Este investigador asegura que era (o es) de uso en Colombia, Perú, América Central y en parte de Méjico.

En otras lenguas este fenómeno no ocurre porque en francés y en inglés, por ejemplo, para prestar y pedir o tomar prestado cuentan con verbos completamente diferentes.

En el caso del texto transcrito a modo de ejemplo, el periodista utiliza el verbo de modo pronominal. Ese verbo funciona de esa manera, pero el significado es diferente, “prestarse” es estar dispuesto a, en disposición de. Esto es, ofrecerse una persona para hacer una cosa; además, con el sentido de dar una cosa ocasión o peligro de otra. En esos casos el verbo se acompaña de las preposiciones “a” y “para”. Ejemplos: “Se prestó para servirle de fiador”. “Esa afirmación suya se presta a malos entendidos”.

El Diccionario de americanismos de la ASALE asienta que el verbo prestar cobra en algunos casos el valor de “pedir prestado algo”. En su sentido pronominal (prestarse) es “llevarse algo en préstamo”. Este diccionario añade a la lista anterior a Bolivia.

Más importante que todo lo anterior es la acepción que recoge ese diccionario para el verbo prestar en funciones transitivas para Colombia: “traer, alcanzar algo”. El redactor de estas apostillas asegura con vehemencia que en República Dominicana se dice lo mismo en cualquier nivel del habla. El significado del verbo queda aclarado por las circunstancias cuando una persona le dice a otra, por ejemplo: “Préstame ese libro que está en ese estante”. Con eso expresa: “Pásame (dame) ese libro que está en el estante”.

El verbo prestar da lugar a algunas locuciones verbales en el español dominicano. Una de ellas es “prestar orejas” que equivale a “prestar atención, dar importancia”. La otra es: “ni lavar ni prestar la batea”, que da a entender que esa persona ni hace ni permite que otro haga. Esas locuciones se extraen del Diccionario del español dominicano, 2013.

VÍVERES

“Creó un comedor para ancianos y un (sic) despensa que entrega VÍVERES”.

Lo que resulta interesante con respecto de esta palabra es que además de la significación que conoce la generalidad de los hispanohablantes, esta tiene un significado que pertenece al español dominicano. En la exposición que sigue se resaltará una cualidad del vocablo, así como la acepción reconocida por todos y, al final la acepción del dominicanismo.

Víveres es una palabra de género masculino que se conoce en español solo en plural. Procede del francés vivres y en los dos idiomas tiene el mismo significado. Son los “productos necesarios para la alimentación de las personas, en especial si son en grandes cantidades y se usan para abastecer a grupos”, así lo define el Gran diccionario de la lengua española de Larousse.

Hasta ahí lo que se conoce en la lengua internacional. Ahora bien, en República Dominicana los víveres son otra cosa, son el “conjunto de frutos o tubérculos de consumo frecuente”. Esta es la acepción que afortunadamente presenta el DED, diccionario que rescató esa denominación del olvido en que la habían relegado los diccionaristas anteriores. Otro vocablo que se oye menos en la actualidad en el habla dominicana es “bastimento”, que son las provisiones para sustento de una persona o un colectivo.

Para que no haya lugar a dudas, estos víveres son parte de lo que en otros momentos se llama la “compaña” que son los alimentos que acompañan al plato de carne o pescado. Entre los frutos preferidos del dominicano para acompañar sus carnes, pescados, mariscos, queso y embutidos figuran el plátano, la auyama y el guineo verde. Lugar preferencial entre los tubérculos lo ocupan la yuca, el ñame, la yautía, el mapuey, la papa, y el rábano amarillo o rábano apio.