"Habla en sionismo", solía ser un comentario muy despectivo cuando yo era joven. Esto significaba que algún viejo funcionario había llegado para hacernos perder el tiempo con un discurso aburrido que consistía en gran medida en frases vacías.

Eso fue antes de la fundación del Estado de Israel. Desde entonces, el término "sionismo" ha sido elevado a la condición de una ideología de Estado, si no a una religión estatal. Todo lo que el Estado hace se justifica con el uso de esa palabra. Algunos dirían que el sionismo es el último refugio de un sinvergüenza.

Cuando visité Praga por primera vez, justo después de la caída del régimen comunista, se me mostró un hotel de lujo increíble ‒candelabros de Francia, mármol de Italia, alfombras de Persia… Yo nunca había visto algo así antes. Me dijeron que el sitio ‒o el palacio‒ lo habían reservado para la élite comunista.

Fue en ese momento y en aquel lugar que comprendí la esencia de una ideología de Estado. Los regímenes comunistas fueron fundados por idealistas, imbuidos de valores humanistas. Terminaron como estados mafiosos, en el que una camarilla corrupta de cínicos utiliza la ideología comunista como justificación del privilegio, la opresión y la explotación.

No me gustan las ideologías estatales. Los Estados no deben fomentar ideologías

LAS ÚNICAS personas que tienen una confirmación oficial de que están sanos son aquellos que han sido puestos en libertad de los hospitales psiquiátricos. De la misma manera, puedo ser la única persona en Israel que tiene una confirmación oficial de que no es un antisionista.

Eso ocurrió de esta manera: cuando mis amigos y yo fundamos el Consejo Israelí para la Paz Israelo-Palestino, en 1975, un órgano de la derecha nos llamó "antisionistas". Me importó un bledo, pero mis colegas cofundadores insistieron en demandarlos por difamación.

Puesto que yo había publicado un libro titulado Israel sin sionistas unos años antes, fui llamado por los acusados, ​​como su testigo estrella. Me asaron a la parrilla durante muchas horas en el estrado de los testigos sobre qué quería decir yo con este título. Al final, el juez me pidió que definiera mi actitud hacia el sionismo de manera simple. En el fragor del momento, acuñé un nuevo término: "post sionismo".

Desde entonces, el término ha sido expropiado como sinónimo de antisionismo. Pero lo usé casi literalmente. Como le expliqué al juez, mi posición es que el sionismo era un movimiento histórico, con logros gloriosos, al igual que con su lado más oscuro. Uno puede admirarlo o condenarlo, pero de cualquier manera el sionismo ha llegado a su final lógico, con la creación del Estado de Israel. El sionismo fue el andamiaje que hizo que la construcción del Estado fuera posible, pero una vez que la casa está construida, el andamio se convierte en un obstáculo y debe ser eliminado.

Por eso el juez decidió que no soy un antisionista. Se ordenó a los demandados pagarnos una indemnización considerable, que nos ayudó a financiar nuestras actividades.

Y todavía me adhiero a esa definición.

HOY, CUANDO en Israel se utiliza el término "sionismo", puede significar muchas cosas distintas.

Para los judíos israelíes comunes, no significa mucho más que el patriotismo israelí, junto con el dogma de que Israel es un "Estado judío", o el "Estado del pueblo judío". Estas definiciones, por sí mismas, permiten muchas interpretaciones diferentes. Para el legendario "hombre o mujer en la calle", significa que los judíos en todo el mundo son un "pueblo", y que Israel "pertenece" a este pueblo, si bien los judíos no tienen ningún derecho en Israel a menos que vengan aquí y reciban la ciudadanía. Por supuesto, a los judíos de todo el mundo nunca se les ha pedido decidir si Israel es su Estado o no.

A partir de este punto, las definiciones van en muchas direcciones diferentes.

Al principio, el color sionista dominante era el rojo (o al menos, el rosa). El sueño sionista se acopló con el socialismo (no necesariamente del tipo marxista), un movimiento que construye la sociedad judía pre-estatal en Palestina, la organización sindical todopoderosa, el kibutz y muchas cosas más.

Para los sionistas religiosos (a diferencia de los ortodoxos antisionistas), el sionismo fue el precursor del Mesías que vendría con toda seguridad sólo si todos nosotros observábamos el Shabat. Los sionistas religiosos quieren que Israel se convierta en un Estado gobernado por la Halajá, de forma muy parecida a como los islamistas quieren que sus estados se rijan por la Sharia.

Los sionistas de derecha quieren que el sionismo signifique "un Estado judío en toda la Palestina histórica", en su lenguaje sobre "la totalidad de la Tierra de Israel", con el menor número de habitantes no judíos que sea posible. Esto puede vincularse fácilmente con la visión religiosa e incluso las mesiánicas. "Dios lo quiere", según Él mismo les ha dicho, en confianza.

Theodor Herzl, el fundador, quiso un Estado liberal y secular. Martin Buber, el destacado humanista, se llamaba a sí mismo un sionista. Así lo hizo Albert Einstein. Vladimir Jabotinsky, el ídolo de la derecha sionista creía en una mezcla de nacionalismo extremo, liberalismo, capitalismo y humanismo. El rabino Meir Kahane, un fascista pura y simplemente, era un sionista. Y, por supuesto, eso son los colonos.

A muchos fanáticos antisionistas en todo el mundo, incluidos los judíos, les gustaría ver al sionismo como un monolito, con el fin de hacer más fácil el odiar. Lo mismo hacen, por el bien del amor, muchos amantes de Sión a la mayoría de los cuales no se les ocurriría venir a vivir aquí.

En resumen, es una imagen bastante extraña.

HOY, El sionismo está firmemente en manos de la extrema derecha, una mezcla de nacionalistas, fanáticos religiosos y colonos, con el apoyo de judíos muy ricos de Israel y en el extranjero.

Ellos gobiernan las noticias, tanto de forma directa (son dueños de todas las cadenas de televisión y de los periódicos) y metafóricamente. Diariamente, las noticias contienen muchos elementos en los que figura "el sionismo".

Por el bien del sionismo, los beduinos, en el Israel propiamente dicho, son desplazados por la fuerza de las grandes extensiones de tierra que han ocupado durante siglos. Por amor al sionismo, a la universidad de los colonos en la profundidad de los territorios ocupados se le concede el estatus de "universidad" (¡por el gobernador militar!), dando un nuevo impulso al boicot académico internacional contra Israel. Cientos de edificios de nueva construcción en los asentamientos están siendo levantados en tierras palestinas privadas en nombre del sionismo.

En Ramala, la capital de la Autoridad Palestina, las tropas israelíes cazan a los africanos que no tienen un permiso de inmigración israelí. De hecho, nuestro ministro del Interior, cuya única pasión parece ser la caza de africanos que buscan empleo, utiliza la palabra "sionismo" casi en cada frase.

En nombre del sionismo, nuestro derechista ministro de Educación está enviando a los niños escolares israelíes a viajes de adoctrinamiento a los "lugares sagrados" en territorio ocupado, con el fin de inculcar en la conciencia desde muy temprano que todo el país les pertenece a ellos. Para reforzar sus convicciones sionistas, también se envían a Auschwitz.

Los colonos afirman ‒no sin cierta justificación‒ que ellos son los únicos sionistas verdaderos, los herederos legítimos de 130 años de colonización sionista y de la expansión. Esto les da derecho a recibir montones de fondos estatales para sus actividades, mientras que los nuevos impuestos se imponen hasta a los pobres más pobres de Israel, como el otro aumento del 1% del IVA.

La Agencia Judía, una rama de la Organización Sionista Mundial, está dedicando casi todos sus recursos a los asentamientos.

No hay ninguna facción en el Knéset (con excepción de las dos pequeñas facciones árabes y la facción comunista, predominantemente árabe, y por supuesto los ortodoxos) que no proclame en voz alta su entrega total al sionismo. De hecho, la izquierda sionista pretende ser más sinceramente sionista que la derecha.

¿A DÓNDE nos lleva todo esto? Ah, ahí está el problema.

La actual política firmemente sionista del Estado de Israel contiene una paradoja inherente. Esto lleva a la autodestrucción.

La política de nuestro gobierno se basa en mantener el statu quo. Todo el histórico Eretz Israel / Palestina bajo el gobierno israelí, la Ribera Occidental en un estado de ocupación, sus habitantes palestinos sin derecho nacional o derechos civiles.

Si en algún momento en el futuro, un gobierno de derechas decide anexar la Ribera Occidental y la Franja de Gaza "oficialmente" (como fueron anexados Jerusalén y el Golán sirio hace mucho tiempo ‒no reconocidos por el resto del mundo‒, eso no tendrá una significación real. La mayoría de los palestinos ya están confinados a enclaves parecidos a los bantustanes sudafricanos de días ya pasados ​​.

En este Gran Israel, los árabes palestinos constituirán una minoría no inferior al 40%, que crecerá rápidamente a un 50% y más, por lo que cada vez será menos convincente llamarlo un "Estado judío". El "Estado judío y democrático" será una cosa del pasado.

Por supuesto, casi nadie en Israel soñará con concederles a los habitantes árabes del Gran Israel la ciudadanía y sus derechos democráticos. Si, acaso por intervención divina, esto llegara a suceder, dejaría de ser un "Estado judío". Sería un "Estado árabe palestino".

La única salida sería la limpieza étnica a gran escala. Algo de esto ya está ocurriendo, discretamente, en zonas remotas. Desde hace algún tiempo, en la zona más retirada de la Ribera Occidental, en el borde del desierto al sur de Hebrón, las autoridades de ocupación han estado tratando de sacar de allí a la población árabe.

Esta semana, el ministro de Defensa, Ehud Barak, declaró el área "zona militar de tiro", que debe ser inmediatamente evacuada. Las personas que permanecen allí corren el riesgo de ser fusilados. Los agricultores pueden regresar y trabajar en sus tierras, pero sólo en el Shabat y las fiestas judías, cuando el ejército está de licencia. Esto es sionismo en acción.

En la actualidad, unos cinco millones de palestinos y seis millones de judíos viven entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. La limpieza étnica del país es altamente improbable, por decir lo menos. Mucho más probable es la realidad de un Estado de apartheid, en el que los judíos pronto serán una minoría. Eso no es la realidad que imaginaron los padres fundadores sionistas.

La única alternativa es la paz ‒Palestina e Israel, al lado uno del otro. Pero a eso se le llama "post-sionismo" ‒y Dios no lo quiera, dirían los sionistas.

Nuestros líderes escapan de esta realidad mediante un recurso muy sencillo: no piensan en ello. No hablan de ello. Prefieren "hablar en sionismo"; es decir, una serie de frases vacías.

Pero en algún momento, en el futuro, las contradicciones del sionismo tendrán que ser enfrentadas.