Que me perdonen los groseros si evito llamarla por su nombre, pero quiero que los quisquillosos también me lean. Que me perdonen los quisquillosos si escribo sobre ella, pero es que es algo muy serio. Los que opinan que es sinónimo de basura, de desperdicio, de materia insignificante desconocen su importancia religiosa, ética, filosófica, psicológica y hasta política.

La importancia de un objeto, órgano o acción se mide muchas veces por la cantidad de vocablos con los que pueden designarse. No hace falta enumerar los términos soeces con los que podemos referirnos a los genitales masculinos y femeninos, así como a su interacción: el sexo es importantísimo. Lo mismo que el dinero: lágrimas, duartes, toletes, estillas, lechugas, plata, guano, guita… La lista es larga…Pero no tanto como la de ella: boñiga, bosta, sica (o cica), fete, plata, guano, excremento, detrito, deyección, cacá, pupú, popó…podría llenar una página, tal es su importancia.

Milan Kundera explora su dimensión religiosa. Cuenta en uno de sus libros que, en su niñez, al observar un gravado de Durero en el que se representaba a Dios Padre como un anciano de tupida barba, se preguntaba si Dios tenía boca. Kundera pensaba que sí, ya que fuimos hechos a su imagen y semejanza. Y concluía que si Dios tenía boca, comía; y que si comía, por regla, tenía que defecar. La explicación de los Padres de la Iglesia de que Jesucristo, comía, bebía, pero no daba del cuerpo no lo convencía. En definitiva, que era un problema ético y filosófico más complejo que el bien y el mal, ya que el hombre es responsable de elegir entre uno u otro, pero el responsable de la miérquina no es otro que el que creó al hombre.

El mismísimo Freud hizo hincapié en su importancia. Desde que nacemos, el estiércol es importante. Para el niño es motivo de orgullo, pues lo produce su cuerpo. Amasarla es para ellos un acto de enorme satisfacción. Más importante aún es el significado simbólico que la misma guarda durante toda nuestra vida. Dice Freud que los que tienen una fijación anal son avaros y dados a acumular dinero. (La equivalencia simbólica entre el dinero y ella es otro argumento que muestra su importancia. De hecho, términos como el cubano guano o el criollo plata tienen significaciones tanto pecuniarias como escatológicas). De la psicología podemos saltar fácilmente a la política, sobre todo a la dominicana: todos nuestros políticos se han quedado en la fase anal.

Casi todos los políticos tienen la obsesión del dinero. Para acumularlo recurren a todos los métodos, sobre todo a los ilícitos: roban, cogen boronas, aceptan maletines, exigen sobornos, crean barrilitos y cofrecitos y ONG y les asignan fondos que van a parar al fondo de sus bolsillos, se aumentan el sueldo, acumulan botellas…Otra sería nuestra situación si siguieran sesiones de psicoanálisis colectivas.

Pero la cosa no para ahí: vivimos en una coprocracia. Nos gobierna el detritus de la cloaca nacional. Todo cuanto hacen los políticos es fecal. Hablan eme (son coprólocuos), piensan eme (son coprósofos, coprónomos y coprólogos) y, sobre todo, come m (coprófagos). He aquí otra prueba adicional de su importancia: se llama come emes a los que no se les aprieta el pechito para ser arrogantes.

Los politicos nos tratan como a la eme y nos viven echando eme…Luego de que votamos por ellos nos mandan a la m. Fecal es la dicción del presidente (se come todas las heces); los poemas de Balaguer; la moral de los Vinchos, la intelectualidad de Leonel, el servicio de los hospitales, la educación y las escuelas, la vigilancia de la frontera…Algo huele podrido en Dominicana (y no en Dinamarca).

No en vano nos encanta el mondongo. No en vano (citemos a Balaguer) cuando votamos nos hacemos pupú fuera del cajón…

Ya que vivimos en la coprósfera, al menos deberíamos borrar a nuestros políticos y a sus promesas con cica de gato (morado)…