Luego de la renuncia del actual Papa Emérito Benedicto XVI por motivos de salud y falta de vigor para llevar a cabo la tarea evangelizadora que supone ser el Vicario de Cristo en la tierra, el pasado martes 12 de marzo inició el cónclave de cardenales, siendo ciento quince los llamados pero solo uno fue escogido cabeza de la Santa Iglesia Católica, apostólica y romana.
Aunque cualquiera de los ciento quince cardenales electores podrían haber sido escogido como sucesor de Benedicto XVI al frente del trono de Pedro, las apuestas de la prensa mundial apuntaban a ciertos cardenales europeos, específicamente el Cardenal Angelo Scola de Italia; así como a cardenales latinoamericanos, como es el caso del brasileño Odilo Pedro Scherer y el hondureño Óscar Maradiaga. Pero estas eran solo conjeturas de una prensa ávida de saber el futuro de quien llevaría las riendas del estado vaticano.
Luego de dos fumatas negras y ante la congregación de miles de fieles, el cónclave eligió para llevar el trono de Pedro al Cardenal jesuita de 76 años Jorge Mario Bergoglio de nacionalidad argentina, siendo éste el primer latinoamericano y primer jesuita en ser nombrado Papa. Luego que Bergoglio aceptó el cargo, tomó como nombre papal Francisco, en clara alusión a San Francisco de Asís, santo italiano que siendo rico pasó a vivir en la más estricta pobreza, teniendo una vida religiosa austera y simple; creencia que repite el nuevo Papa, considerado un hombre humilde, reservado y con la firmeza necesaria para gobernar el estado vaticano.
La elección de un papa latinoamericano, pone fin a siglos de hegemonía europea sobre el primer puesto de la iglesia católica, indicando la apertura a una nueva era en la curia romana.
Las luchas de poder dentro del vaticano, los vatileaks y las miles de demandas a curas pederastas son algunas de las dificultades que debe enfrentar el nuevo líder de la iglesia católica. Hoy al igual que hace dos mil años necesitamos una iglesia comprometida con su feligresía, con la disposición de enmendar los errores del pasado y establecer el camino para fortalecer la difusión del evangelio.