Para finales del mes de marzo, los mercados globales se habían recuperado en más de un 20% debido a que el paquete de estímulo fiscal del Gobierno de los Estados Unidos de 2 trillones de dólares (2 billones en español) serían suficientes para mitigar las consecuencias económicas de la pandemia, estabilizando así las economías de los Estados Unidos y del resto del mundo. Sin embargo, el mercado bursátil no ha tardado en darse cuenta de que el tamaño y diseño de dicho estímulo no son los adecuados.

La mayoría de los países europeos, así como los Estados Unidos, no están preparados para combatir la pandemia. Incluso si el Covid-19 resulta ser estacional y desaparece con la llegada del clima cálido, muchos expertos creen que el efecto no sería suficiente para poner fin a la pandemia. A menos que dirijamos nuestros gastos con un enfoque similar al láser a raíz de la crisis. Debido a los cierres que deprimen el crecimiento y el distanciamiento social que se requiere debilitarán severamente las evaluaciones de los inversionistas sobre el valor de las acciones hasta que se desarrolle una vacuna. Y, eso no se espera para dentro de 12 a 18 meses.

Algunas cifras simples resaltan la cruda situación que probablemente enfrentarán los inversionistas en los próximos meses. Las valoraciones de las acciones estadounidenses están ligeramente por encima de las normas a largo plazo, y los niveles de índice implican un crecimiento cero en las ganancias por acción en 2020. Eso es absurdo. Si, como anticipan muchos analistas, la economía podría contraerse a una tasa de un 20% o más al final de este trimestre, y luego experimentaría conmociones adicionales cuando las medidas de salud pública fallen o aparezcan efectos estacionales, no solo las ganancias caerán hasta en un 25%, pero la incertidumbre forzará una gran contracción de las valoraciones. A partir de aquí, es fácil imaginar otra caída del 25-30% en el mercado de valores.

En primera instancia, el paquete de estímulo no es lo suficientemente grande por las siguientes razones. La economía de los Estados Unidos tiene un tamaño aproximado de 21 trillones de dólares (21 billones en español). Si el gasto del sector privado cae un 20%, un paquete de alrededor del 7% del PIB (con multiplicadores pobres a medida que aumentan las tasas de ahorro personal y corporativo) no será suficiente para evitar lo que Nouriel Roubini, llamó recientemente "una depresión mayor" en la actividad económica, y una disminución de las ganancias aún más precipitada.

Por otra parte, el gasto general no solo es demasiado pequeño, sino que también está mal diseñado. De los 2 trillones de dólares (2 billones en español), 1.5 trillones de dólares (1.5 billones en español) se destinaron específicamente a beneficios de desempleo ampliados y subvenciones en efectivo únicas para contribuyentes elegibles, y para préstamos y subvenciones a pequeñas empresas. En contraste, unos 500 mil millones de dólares tomaron la forma de garantías de préstamos incondicionales, mientras que solo 100 mil millones de dólares se asignaron a la atención médica.

De igual manera, el paquete de estímulo también se quedó corto en términos de incentivos a los cambios en la producción y la logística para abordar el problema. Por ejemplo, las garantías de deuda corporativa deberían estar supeditadas a la contribución de los destinatarios al esfuerzo por detener la pandemia y contener sus consecuencias económicas. Por ejemplo, las aerolíneas que reciben ayuda del Gobierno deberían estar obligadas a transportar suministros médicos vitales a donde más se necesitan. Del mismo modo, las cadenas hoteleras deberían recibir apoyo solo si acuerdan reutilizar sus hoteles para que funcionen como hospitales temporales. En los sectores manufactureros, las empresas que reciben asistencia deben tener el mandato de producir equipos médicos o proporcionar apoyo logístico para combatir la pandemia.

Adicionalmente, se requerirá más gasto gubernamental para evaluar y luego monitorear continuamente a los ciudadanos. La evidencia preliminar de China, Corea del Sur, Singapur y Alemania sugiere que las pruebas frecuentes y el aislamiento rápido de casos sospechosos de infección, es el enfoque más efectivo para contener el virus y permitir cierta restauración de la actividad económica. En los Estados Unidos, pero también en otros lugares, la escasez de kits de prueba es aguda, y la infraestructura tecnológica para identificar y rastrear por contacto a las personas infectadas aún es muy limitado. En un país tan vasto como los Estados Unidos, o tan densamente poblado como gran parte de Europa occidental, los costos de poner en marcha esos recursos alcanzan los cientos de miles de millones de dólares.

Finalmente, hasta que no avancemos mucho más allá del paquete de estímulo de los 2 trillones de dólares (2 billones en español), tanto en tamaño como en alcance, es probable que la crisis se profundice considerablemente. La "recuperación" de los precios de las acciones a finales de marzo pudieron muy bien haber señalado el comienzo del fin de la crisis. Pero los inversionistas han comenzado a darse cuenta de que la política económica actual de los Estados Unidos es lamentablemente inadecuada para combatir la crisis de salud pública y sus consecuencias económicas. Esta peligrosa desconexión entre la política y la realidad es un mal augurio para la para las perspectivas económicas estadounidenses y mundiales, y para los futuros rendimientos de las inversiones de capital de la élite financiera global.