Quienes escuchamos el discurso pronunciado por el recién electo presiente de la República, Lic. Danilo Medina, aquel 16 de agosto de 2012, con sobrada razón pensamos que se trataba de una perorata más de las que tantas veces hemos escuchado en ocasiones parecidas, llenas de promesas que nunca se cumplen debido a que se dejan de lado tan pronto son pronunciadas por los políticos de turno.
Hoy día han pasado tres anos de aquella oportunidad y se nos ocurre revisar esa pieza oratoria para verificar si lo que allí se dijo se ha cumplido, pero sobre todo para conocer si ese discurso ha sido modificado en los hechos y en sus prometedoras intenciones.
Es nuestra creencia que la mejor forma de evaluar la ejecutoria de un presidente, y de saber si se puede confiar en él, es confrontando sus acciones con las promesas hechas no solo en el proceso de la campana electoral sino también en una ocasión tan solemne como aquella en la que se juramenta como tal.
Esta evaluación es importante no solo porque se trata de un presidente cuya ejecutoria, luego de tres años, ha alcanzado una cierta madurez, sino porque se perfila para un segundo periodo como candidato del partido de gobierno, en el cual periodo se espera que, en la medida en que sea de nuevo escogido por el elector dominicano, pueda darle continuidad a una obra de gobierno con mejores frutos aun, considerando la experiencia acumulada y las correcciones y medidas implementadas en todas las aéreas de la administración publica.
Los grandes desafíos deben ser enfrentados con humildad pero también con la debida con firmeza y coraje. Cuando los presidentes actúan de esa manera la población, aun cuando tenga sus quejas y sus esperanzas aun no satisfechas, tiende a percibirlos de buena manera
En este caso, como era su eslogan, dándole continuidad a lo que estaba bien, corrigiendo lo que estaba mal y atreviéndose a hacer lo que nunca se había hecho en muchos aspectos.
El presidente Medina dijo en aquella ocasión que no conocía de un compromiso más trascendente para un hombre público que el de jurar defender y dignificar su patria y su gente bajo cualquier circunstancia y ante cualquier desafío.
Parece que se había sonado que, además de todas las dificultades que tendría que enfrentar para conducir la economía de su país en medio de las grandes dificultades que encontraría, incluyendo un presupuesto deficitario en 6.8% del PIB y toda una población exigiendo por doquier correcciones en el gasto público para contener el crecimiento de la deuda de la deuda pública, tendría, además, que invertir grandes recursos y tiempo para hacerle frente a un proceso migratorio tan complejo y tan delicado como el que se le ha presentado, y que, obviamente, no estaba dentro de su ambiciosa oferta programática, por lo menos en esos términos.
Pero el presidente dijo en ese discurso que hablaba con el corazón lleno de júbilo y el alma llena de coraje y firmeza, y que hacia el compromiso de entregar lo mejor de sí para lograr el mayor bienestar para su pueblo y la mayor grandeza para su Patria, agregando que para ello dejaba de pensar como individuo para hacerlo como un colectivo, luego de inclinarse humildemente agradecido ante Dios.
Esa condición de ser una persona humilde y agradecida del Creador, parece ser que le ha abierto el camino y le ha iluminado para salir airoso de un problema tan complejo y arraigado como ese tema migratorio.
La prudencia y la sabiduría con que se ha manejado en este aspecto, donde hay tantos intereses internos y externos de por medio, han si la clave de su evidente éxito en el manejo de un problema de tal naturaleza, y de haberlo hecho contando con la aprobación y el apoyo de todos los sectores de la vida nacional. Esto, obviamente, es algo de lo que nunca se había hecho.
Cuando nos referimos al presidente Medina muchos de nosotros nos quejamos de que habla poco de los problemas que tiene que enfrentar en el día a día de su mandato, contrario a lo que estamos acostumbrado a ver en los casos de otros mandatarios que han sido muy parlanchines y disparatados en el manejo de los asuntos de Estado.
En medio de una situación de crisis generalizada como la que se vive en estos tiempos tanto en el plano interno como en el internacional, lo menos deseable para un país es estar siendo dirigido por un mandatario que no se concentre en la tarea de manejar con dedicación y entrega los asuntos el Estado para llevarlo por el camino correcto.
Los grandes desafíos deben ser enfrentados con humildad pero también con la debida con firmeza y coraje. Cuando los presidentes actúan de esa manera la población, aun cuando tenga sus quejas y sus esperanzas aun no satisfechas, tiende a percibirlos de buena manera porque entiende el compromiso que se asume y la voluntad que se pone para vencer las dificultades y lograr los mejores resultados posibles en cada uno de los problemas que aquejan a la nación.
En esa juramentación como presidente, el Lic. Medina le pidió a Dios que le mantuviera siempre en el camino de la justicia, del amor, de la humildad, de la compasión y del equilibrio, y que nunca le dejara llevar por la soberbia, el odio, la frialdad, la insensibilidad, la vanidad, la arrogancia y la prepotencia.
Si se considera que así lo hecho, tal vez ello permita una explicación de la alta valoración que le concede la población, basada en su forma de actuar y en su permanente dedicación al trabajo y a la solución de los grandes problemas nacionales. Pero sobre todo basado en ese acercamiento y en ese permanente contacto con los sectores más carenciados de la población.
Si se trata de un presidente que ha regresado con soluciones en la mano a los lugares que visitó como candidato, no hay dudas de que en ese sentido está siendo cumplidor de sus promesas. Y creo que esto también es parte de lo que nunca se había hecho.
El presidente Medina también aprovecho la ocasión de su discurso de juramentación para agradecer al pueblo dominicano por haber creído en su mensaje, por haberle acompañado de manera entusiasta en la campana y por haberle otorgado su voto para que pudiera ganar las elecciones, e hizo la promesa de entregarse por entero a trabajar en cuerpo y alma como un autentico servidor del pueblo dominicano. Cuando se conoce el empeño y el esfuerzo que se ha debido hacer para darle cumplimiento a tales promesas, creemos que se dispone de los elementos necesarios para hacer una evaluación de su gestión de gobierno no contaminada por la política, la cual evaluación nos permita anticipar lo que se puede esperar de un segundo mandato en el caso de un presidente con las condiciones que exhibe el presidente Medina. Porque los hechos son los hechos y las promesas las promesas.
Al referirse a las cosas concretas que se proponía realizar a partir del momento de su juramentación, el presidente Medina dijo que no había hecho una campaña electoral vacía ni motivada por un ansia de poder, sino un compromiso inquebrantable para servirle a su país. Bajo ese tenor paso a referirse a lo que definió como los temas claves que había puesto en el debate para resolver los principales problemas de su nación. Es decir a las acciones que se proponía ejecutar, sobre todo en el plano social:
– Para disminuir de forma contundente e irreversible la pobreza absoluta que según su apreciación imperaba en nuestro país.
– Para acabar con el analfabetismo, considerando a la educación como el otro nombre de la libertad.
– Para disminuir la desigualdad entre las personas y las regiones, y para fortalecer la clase media como soporte principal de la economía de cualquier país.
– Para implantar un nuevo modelo de desarrollo que tuviera como base más oportunidades, más innovación, menos burocracia y más defensa ambiental.
– Para mejorar el sistema educativo, la salud y la seguridad ciudadana.
– Para construir un país más moderno, libre, justo e independiente, con democracia plena, con instituciones sólidas, con defensa de los derechos humanos y absoluta libertad de expresión.
– Para construir un país ético y transparente, basado en la meritocracia y en el combate implacable y vigoroso a todas las formas de impunidad.
Ya antes, en el plano económico, el entonces candidato por el partido de gobierno había plasmado en su programa de gobierno las líneas maestras de de las que serian sus prioridades. Se refería al turismo, a la industria, a las pequeñas y medianas empresas y al sector agropecuario.
Pero el electo presidente hizo saber que estaba consciente de las dificultades y riesgos que vive actualmente nuestro planeta; de que la situación económica nacional e internacional ameritaba de grandes esfuerzos de cambio; de que la ciudadanía estaba impaciente por alcanzar los beneficios que la democracia como forma de gobierno no siempre ha sido capaz de ofrecerle.
Y sobre la base de esas propuestas dijo que estaba convocando al pueblo dominicano a trabajar juntos, "todos y todas, sin exclusión alguna, ya sea de índole política, religiosa, étnica o social, para sentar las bases de un nuevo modelo de desarrollo que nos asegure que continuará creciendo la prosperidad, al mismo tiempo que se reducen las desigualdades, la pobreza, la exclusión social y se mejora de la calidad de vida de toda la ciudadanía".
En esa pieza oratoria el presidente Medina hizo referencia a la Constitución de la República proclamada en el 2010 y al horizonte temporal contenido en la Estrategia Nacional de Desarrollo, así como a su programa de gobierno para delinear una perspectiva de mediano y largo plazo que le trazara la hoja de ruta para hacer realidad la visión de país que tenia. Esas serian, según dijo, las bases sobre las cuales se proponía ejecutar su obra de gobierno.
Tratándose de una propuesta con una base social tan amplia, y tomando en consideración el gran esfuerzo que ha tenido que hacer para vencer las complejas dificultades que ha encontrado en el camino, se puede hacer una idea de las razones por las cuales cuenta el presidente con tan elevados niveles de aceptación en la ciudadanía.
Por ello, ahora que se avecina un nuevo proceso electoral para la elección de unas autoridades a partir del 2016, en el cual el actual presidente jugara un rol estelar frente al electorado, se reitera la importancia de evaluar los niveles de cumplimiento de todas y cada una de aquellas promesas campana, incluyendo el esfuerzo y la dedicación que ello ha implicado y el nuevo escenario con el que se enfrentaría en su próxima gestión de gobierno.