La semana pasada acepté grabar una entrevista para un programa especializado de televisión. La chica que me lo pide es inquieta, creativa y conoce la problemática de la violencia, esto siempre hace la diferencia. La primera parte de la conversación fue de conceptualizaciones del tema, lo típico en ese tipo de entrevistas y de alguna forma es lo que esperamos. Al final me hace la pregunta que da título a este artículo ¿Cómo ha afectado a su vida personal trabajar violencia contra la mujer? Me encantó la pregunta, pues con mucha frecuencia digo que si trabajamos violencia contra la mujer y el tema no impacta la propia vida hay algo que no anda bien, pues se trata de otro paradigma, otra manera de vivir y ver la vida, de interpretar las relaciones, los problemas y el mundo. De manera que me pareció muy interesante que ella se enfocara en ese punto y decidí escribir para compartir.

El primer y gran  impacto fue en la vida de pareja, cuando entré  al tema Mujer estaba casada, una relación de 18 años en ese entonces y cuando a través de la lectura y la formación comienzan a identificarse las conductas en las relaciones, algo pasa. Cuando leí al autor Luis Bonino en su artículo  Micromachismos, el poder masculino en la pareja "moderna", se comenzó a redefinir la relación y como digo a las mujeres, no se puede volver atrás después de haber abierto los ojos. Pude identificar las violencias vividas y las ejercidas, esto cambio mi vida. 

Luego, ya como mujer soltera por divorcio, pude vivenciar en mi propia piel cómo son vistas las mujeres "divorciadas". La etiqueta que esta cultura pone en la frente; el cambio en las miradas de los hombres, la distancia y la amenaza que representa en esta cultura tener una amiga “divorciada”. Es como si se contagiara y de aquí en adelante  el propósito fuera separar a todas las parejas. Nada más alejado de la realidad, mis amigas son testigo de la defensa que hago de sus relaciones y cómo las acompaño a bregarlas, aunque les aclaro que no envidio su situación. Mi vida cambió al entender que puedo ser completa aun sin tener pareja y que a partir de ese momento estoy en la posición privilegiada de elegir, pues ya sé lo que NO quiero. Esto lo aprendí estudiando y creciendo en este tema.

Otra vivencia que me hizo comprender a las mujeres fue experimentar la enorme carga que asumen cuando se quedan con sus hijos e hijas. El permiso que da esta cultura a los hombres para desentenderse de su paternidad recarga enormemente a las mujeres. Y no se trata solo de la carga económica, que es mucha, sino y además la gran carga emocional, esa que te deja sin otros ojos y opinión frente a problemáticas familiares por los nudos no resueltos en la pareja.

Esta vivencia me hizo entender a las mujeres en su afán de volver a tener una pareja ya que seguir sola con todo es mucho. Es posible que desde la Psicología no estén preparadas para entrar en una nueva relación, pero el desamparo en que deja el patriarcado a las mujeres que deciden hacerlo diferente, las lleva a recurrir a las mismas trampas del sistema.

Esas recomendaciones que desde mi rol de psicoterapeuta daba, se quedan cortas frente a lo que están viviendo, pues la realidad supera la ficción.

En este momento en mi equipo de trabajo del Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia estamos estudiando el libro Terapia Familiar Feminista de Goodrich, Rampage, Ellman y Halstead. Las autoras plantean justamente que muchos de los problemas que recibimos en el consultorio están vinculados con la posición que ocupa la mujer en la familia en esta cultura, pero si los profesionales de la conducta no tienen esta mirada, sencillamente queda invisibilizado. 

Por mi historia familiar y los recursos que da la profesión, mi opción fue multiplicar las horas de trabajo hasta el cansancio, lo cual tuvo consecuencias en la salud, otra manifestación de opresión a las mujeres. En esta cultura donde las mujeres somos juzgadas constantemente por nuestra conducta cualquiera que sea, sin mirar las razones, entrar al tema Mujer me dio una mirada más compasiva, de repente mas humanizada con respecto a mi misma y a las demás. 

Este tema obliga a crecer, pues te cambia la idea que tenias hasta ese momento de lo que es Ser Mujer. La ideología patriarcal impone un solo modelo de ser mujer y de ser hombre, resulta que esto es una farsa, hay muchas maneras de ser mujer y muchas de vivir la masculinidad. Entrar a este tema me dio el permiso de ser yo y está bien como sea, es decir, este trabajo quita la culpa que cargamos las mujeres por no ajustarnos al patrón que se supone debemos seguir. El trabajo interior a partir de ahí se lleva el miedo y la culpa por no encajar. Esto ha sido un gran aprendizaje y una gran libertad.

La sobrevaloración de la maternidad es otra gran trampa para nosotras las mujeres en esta cultura. Se supone que nos definimos por ella, que por ella nos movemos y existimos; se supone que con los hijos e hijas nunca se termina; que la mayor felicidad es verlos felices aún sea a costa de la propia felicidad. Pues no, los hijos e hijas crecen, se hacen adultos y deben partir y la vida continúa con su riqueza cuando esto pasa. 

Yo me defino a través de mi, no a través de ellas. Esto lo aprendí en este tema, tengo dos hijas adultas y posiblemente es un mayor reto para ellas bregar con una mami que piensa diferente, pero al final el legado que les entrego las va a hacer mejores mujeres. Y no es fácil, es una gran lucha interna, implica tener apoyo y valentía para cuando nos perdemos y no sabemos cómo continuar, pues es un nuevo trillo, pero más de las mujeres que nos imaginamos están en este mismo camino, yo no estoy sola, muchas mujeres en el mundo me acompañan en la cercanía y en la distancia.

Por otro lado para los hijos e hijas es complejo, difícil, pues la expectativa, sobre todo en la actualidad, es ser adulto con libertad y excesivo apoyo paterno y materno, les cuesta mirarlo de otra manera. Les cuesta crecer, pues la misma cultura no ayuda, la visión sacrificial de la maternidad no los ayuda a ellos ni a nosotras.

Creo en el poder de las mujeres y así como mi generación, educada de manera análoga ha tenido que aprender y entrar al mundo digital, lograremos cambiar un poquito y avanzar en este sentido. Creo en el amor, el amor maduro, el que pone límites, el que ayuda a crecer, ese que está dejando SER y permitiendo experimentar, ese que está pendiente, que no implica perderse de sí mismo ni fusionarse a la otra persona. Ese es el amor que requieren los hijos e hijas adultas. Mis hijas no están para hacerme feliz a mi sino a ellas, yo no estoy para hacerlas felices a ellas sino a mí y en esta dinámica sostenida en la autoestima y la autonomía crecemos juntas. 

Finalmente, este tema me ha aportado juicio crítico, capacidad de opinión, aceptación de las diferencias, respeto a la diversidad, me ha permitido experimentar un liderazgo democrático y empático con el equipo de trabajo  a mi cargo y ser más aterrizada como psicoterapeuta. Talvez me ha vuelto más contestataria, aunque quienes me conocen saben que siempre lo he sido, es posible que hoy existan más razones para serlo.

Mis lecturas han cambiado, las películas y series que veo; posiblemente me he vuelto más selectiva con las personas a las que les entrego mi tiempo y compañía; disfruto de estar conmigo y me siento orgullosa de los años que tengo, en fin creo que entrar al tema Mujer me ha convertido en una persona más real, más honesta y coherente.