Aproximadamente en 1947 se inició un enfrentamiento político, social, económico, militar, etc., que fue denominado “La Guerra Fría”, en contraste con la intensidad, extensión y dimensiones del conflicto bélico que terminó en 1945, quizás el mayor en la historia de la humanidad. Después de acontecimientos tan espectaculares como la invasión y ocupación de casi toda Europa continental por los nazis, el ataque a Pearl Harbor, el lanzamiento de la bomba atómica y una lista de situaciones comparables se acudió a una nueva designación para referirse a un enfrentamiento político e ideológico con características algo diferentes. Pasando a un plano personal confieso que eso de “Guerra Fría” nunca lo pude aceptar del todo aunque comprendo que había necesidad de encontrar alguna manera de referirse a la posguerra. Pero durante esa “Guerra Fría” se produjeron acontecimientos caracterizados por todo menos por ese nombre. Entre ellos, las guerras de Corea y Vietnam, así como guerras civiles y “movimientos de liberación” en antiguas colonias europeas.

Y de repente, entre hosannas y aleluyas, se anunció algo tan dramático e impresionante como “el fin de la Guerra Fría”.  En algunos aspectos era posible celebrar el hecho, pero bastarían las noticias de esta semana y de meses anteriores para concluir que “la posguerra Fría” sería difícil de explicar. Seguimos viviendo en un planeta destinado a las calientes llamas de la discordia, el odio y la violencia.  Y por supuesto la guerra. Regreso a Don Ramón Menéndez Pidal: “la historia no se repite, la condición humana es la misma”.

En esta última semana tropas israelíes continuaron avanzando en Gaza y se informa de destrucción de túneles y puntos de lanzamiento de cohetes, andanadas de proyectiles de tanque y cientos de muertos. Cuando esa situación prevalecía en las informaciones del momento, se empezó a difundir otra noticia que abarcó rápidamente la atención, el derribo de un avión de la aerolínea Malaysian Airlines que parece haber caído en territorio controlado por los rebeldes prorrusos en Ucrania. Complicando la situación una agencia noticiosa rusa se refirió a la posibilidad de que pudiera haberse tratado de un intento por derribar un avión en el que viajaba el presidente de Rusia Vladimir Putin.

Curiosamente, las tensiones entre Estados Unidos y sus aliados de Occidente, casi perennemente enfrentados a Rusia, no parecen demasiado diferentes a las que caracterizaban la tan mencionada “Guerra Fría”. Si esta última quería decir enfrentamiento entre capitalismo y comunismo sería posible aceptarla como casi terminada. Efectivamente, para muchos la disolución de la URSS y el fin de las llamadas “democracias populares” o “estados satélites” de Europa Oriental y Central marcó el fin de la Guerra Fría. Pero otras señales indican que es mucho lo que queda del ambiente de la “Guerra Fría”, aunque se haya desechado esa ya histórica designación.

Lo que resalta ahora, más allá de nombres que inventamos los humanos para designar períodos, es que la discordia se extiende como nunca antes en el mundo. El enfrentamiento entre el estilo de vida occidental y el islamismo radical pudiera conducir a una situación sólo superada por el peligro de las armas nucleares. La discordia acompañada por desorden y guerra civil en el antiguo mundo comunista y en el Cercano y Medio Oriente no descarta por completo el peligro nuclear más allá de la lucha de comunismo contra capitalismo. Me pregunto si ese peligro era más real durante la Guerra Fría. Entonces “la balanza del terror” estaba en las firmes manos de dos grandes potencias mundiales cuyo poderío limitaba hasta a sus propios aliados. Nos toca vivir ahora en un mundo multipolar con un desorden mucho mayor y con menos controles.

La Tercera Guerra Mundial no estalló como consecuencia de la Guerra Fría. Tampoco se espera que se produzca necesariamene en esta renovada situación de discordia permanente. Pero si el fin de la Guerra Fría entusiasmó a alguien que esperaba un mundo más tranquilo, la realidad ha sido otra. Debe celebrarse que persistan todavía ciertas libertades públicas en el antiguo mundo comunista, pero no ha “estallado la paz” ni todo consiste mundialmente en paz y libertad. Ni siquiera la libertad religiosa prevalece en el mundo.  El estado ruso es ahora prácticamente confesional bajo Putin, pero los cristianos en Asia y Africa son perseguidos más que antes sobre todo en Africa y el Oriente Cercano y Medio. El Papa Francisco sostiene que hay más mártires que en las persecuciones de Nerón.

Además de lógicas discusiones causadas por intereses nacionales, proyectos separatistas, guerras del narcotráfico, crisis inmigratorias, desacuerdos sobre estilos de vida y el terrorismo, también persistirán las tensiones entre Estados Unidos y Rusia, con el agravado ingrediente del enfrentamiento entre Occidente y el mundo islámico.  La discordia reina por doquier. Vendrán también las buenas noticias y la tecnología no se detendrá, pero en  cuanto a guerras y violencia: “nada nuevo bajo el sol”.