El guanguá se tiene como un maleficio echado a una persona por quien tiene el don de administrar las energías positivas y negativas y forma parte de la tradición del imaginario popular.
Así lo expliqué recientemente en un programa de radio donde se me invitó a participar vía telefónica, El Sol de la mañana. Este enfoque no fue del agrado de algunos de los presentes y hube de aclarar que las energías existen en el mundo circundante, que la física las asume como energías positivas y negativas y que la propia religión incluso, la tiene representada en lo que llama el bien y el mal. Por tanto, el tema, si bien no es objetivamente de la ciencia por pertenecer a una esfera extrasensorial, hoy la nueva manera de enfocarlo desde la llamada ciencia pura, deja abierta la posibilidad de su existencia, aunque no le encuentre explicación.
La modernidad que fue la utopía que enarboló a la burguesía y su proyecto de sociedad, se hizo acompañar de ideas y pensadores que en todo momento se preocuparon por definir ese nuevo experimento social, sus alcances y resultados posibles: el enciclopedismo, el racionalismo, el liberalismo y el humanismo, fueron el marco de la Ilustración sobre el cual se fundamentó el desarrollo y el progreso que diferenciaría al capitalismo del atraso feudal.
Este proyecto modernista fue finalmente dominado por el racionalismo, escuela que privilegiaba el uso de la razón pura como le llamó en su momento el filósofo alemán Enmanuel Kant, y muchas otras derivaciones filosóficas se abrazaron a su perfecta y fría noción del progreso y el avance, como el positivismo y el marxismo de finales del silgo XIX.
El ego se alimenta del verbo, de la ficción, de la imaginación y de la experiencia humana
El humanismo de Jean Jacques Rousseau, vino como tabla salvadora en defensa de la sensibilidad de la razón, de la humanización de la ciencia y del necesario contrapeso entre progreso y condición humana. Bien entrado el siglo XX surgieron críticas al exceso racionalista de las políticas de desarrollo, a la frialdad de sus números y a la deshumanización de muchos de sus resultados, y quienes osaron cuestionar su validación con sentido crítico le llamaron posmodernos.
El argumento decimonónico, de que la ciencia y la tecnología vendrían a sustituir absolutamente el pensamiento mágico, las creencias y los imaginarios de los pueblos, ha encontrado opositores incluso dentro de la misma ciencia. El mundo es más complejo de cómo lo pensamos, abrir el espacio a lo desconocido, lo inexplicable y lo posible, se convirtió en un reto de la nueva ciencia.
Entender que el ser humano no existe solo para la racionalidad de sus experiencias, sino también para su inmaterialidad, sea espiritual o intelectual, viene de la mano con el hecho de que el imaginario, la ficción, el miedo y la espiritualidad, son también parte de su existencia del ser humano, es más que material y tecnológica. Por eso el guanguá es una creencia que abre la puerta a temas complejos de la experiencia humana. Descartarlo como muestra de atraso y salvajismo se parece mucho a las viejas discusiones etnocéntricas, de quién es civilizado y por qué.
Las experiencias extrasensoriales, un tiempo llamadas ciencias ocultas, parasicología y fenómenos sobrenaturales, son hoy vistas como parte de una vivencia humana posible, y reconocidas como extrasensorial, por ello su exclusión no implicará su ausencia en la experiencia humana.
No se trata tampoco de si crees o no crees, de lo que se trata es de explicar la misma como parte de una necesidad humana que permite el contrapeso entre la ciencia, la razón y el imaginario de los pueblos. El ego se alimenta del verbo, de la ficción, de la imaginación y de la experiencia humana.
Por tanto, al comentar estas manifestaciones culturales humanas, que existen hasta en las sociedades más desarrolladas del mundo, no hablo, ni comento mi creencia, sino la de los pueblos que es donde el análisis alcanza un marco distante respecto al investigador.
Estas formas y creencias que alimentan la inmaterialidad del ser, cumplen una función social que es donde radica su importancia como tema de estudio y búsqueda de una explicación lógica o no, de sus prácticas. Por ello opinamos y nos interesa el tema, además de que tiene que ver con las mentalidades que reflejan el compartimiento de los pueblos, por eso su importancia, y por eso los estudiamos.