GUAGUANCÓ
“. . . que también dominaban el gusto popular e igualmente divulgando por la radio (…) como el cha-cha-cha, el danzón, el GUAGUANCÓ. . .”
Esta voz puede resultar extraña a algunos jóvenes. Esa es la razón por la que se trae a estos comentarios. Es una voz interesante que es bien conocida en el español de Cuba.
Algunos estudiosos entienden que la difusión original del guaguancó, es decir el ritmo, fue propiciado por la abolición de la esclavitud en Cuba. Es una forma de rumba que tiene raíz africana; la rumba en sí misma es madre de muchos ritmos y bailes latinos.
El Diccionario de la lengua española reconoce la palabra al incorporarla a su repertorio con una cauta acepción, “Género musical popular con canto y baile”. La palabra ingresó en ese diccionario en la edición del año 2014, la vigesimotercera.
No puede olvidarse que en Cuba al igual que en otras islas del Caribe las celebraciones religiosas profanas se disfrazaron de alusiones cristianas. El baile entre los esclavos además de ser una manifestación de regocijo era una escapatoria a la miserable vida que llevaban. La música, así como otras manifestaciones culturales, se convirtieron en una fusión de expresiones (afro-criollas) afrocubanas.
No puede olvidarse que en Cuba al igual que en otras islas del Caribe las celebraciones religiosas profanas se disfrazaron de alusiones cristianas.
Los instrumentos originales eran de percusión, tres tumbadoras y una caja. La forma de bailar este ritmo es común a otros ritmos en los que la característica es que la pareja ejecuta movimientos lascivos de caderas y pelvis. La mujer evita al hombre hasta que cede a sus insinuaciones -a distancia- y consiente; esa acción es llamada “vacunao”.
Es una pena que D. Fernando Ortiz no tuviera la oportunidad de buscar el origen de la palabra guaguancó como hizo con tantas otras palabras de Cuba de origen africano. La única pista que se ha encontrado para la palabra en estudio es guanguá, del yoruba, la que como muchas otras palabras de este tipo tiene muchas acepciones, “claro, alumbrado, iluminado, límpido, puro, neto, hueco, espaciado, transparente, terso, abertura”. Diccionario de términos yoruba (2010:76).
Fernando Ortiz con las siguientes palabras describe lo que sabe acerca del término: ”Ignoramos el significado del vocablo; pero no vacilamos en darlo como africano”. Añade, “Nombre de un danzón, que se bailaba en La Habana por 1893”. Glosario de afronegrismos (1924:213).
Por fortuna William Megenney se ocupó de la palabra. La define como “tipo de música guarachosa importada de Cuba”. África en Santo Domingo (1990:177). Trae posibles orígenes africanos en el habla de los kaffir (South África) quienes lo usan para “batir palmas durante un baile, el ruido de una multitud de personas, ingwangwa. En lengua bobangi él encuentra una voz parecida, ngwa ngwa, usado para “puntiagudo”.
Cuba fue una isla con una pujante industria azucarera que requería de mano de obra. Esa mano de obra en su gran mayoría la proveyó el esclavo africano. Con el esclavo vino su lengua además de su cultura. Con esto llegó su costumbre. Como se escribió más arriba, la música derivada de los ritmos africanos en América, se desarrolló en Cuba. Algunos de esos ritmos recibieron nombres originados en lenguas africanas.
El Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-II-27) consigna que el guaguancó es una “modalidad de la rumba cuya parte inicial de canto toma el carácter de un extenso relato. . .” Luego de esa parte entra en la descripción del baile.
A República Dominicana el guaguancó llegó a través de la radio, de los discos. No ha de olvidarse la gran influencia que ejerció Cuba sobre República Dominicana en muchos aspectos, entre ellos la lengua y la música.
La música del guaguancó fue escuchara con frecuencia en República Dominicana y la palabra entró en el habla. El baile o la práctica de esta música en el seno del pueblo no corrió la misma suerte en este país quizás por los atrevidos movimientos que se hacen durante el baile. Esto así quizás por la influencia de la religión, pues no puede olvidarse la gran influencia ejercida por la religión en el país dominicano, sobre todo en la época de esplendor de este ritmo.
RECOGEDERA
“. . . recurre al expediente de la RECOGEDERA de firmas. . .”
No se precisa de mucha imaginación para vincular el verbo recoger con la voz del título. Conforme con lo que los diccionarios recogen, el sustantivo del título solo tiene uso en el habla de los dominicanos. La voz no está en el diccionario oficial de la lengua española internacional. Ni siquiera aparece en el diccionario de americanismos confeccionado por las academias de la lengua.
El Diccionario del español dominicano (2013:590) es el que asienta la voz por primera vez. Allí puede leerse una escueta definición como corresponde a un diccionario de este tipo, “Acción y efecto de recoger reiterada o continuadamente”.
Podría argüirse que en el caso de la recogedera se solicita algo para conseguir, lograr u obtener otra cosa.
Hay que tener en cuenta que en el español general existe la palabra recogida, que es la acción y efecto de juntar personas o cosas. La voz recogedera nunca se usaría para la acción de cosechar granos, cuando para esta acción se dice y escribe recogida.
Con lo escrito en el párrafo retropróximo se desea destacar la diferencia en el habla, pues en la recogedera no se trata de juntar cosas dispersas, sino hacer diligencias para reunir algo inmaterial.
Podría argüirse que en el caso de la recogedera se solicita algo para conseguir, lograr u obtener otra cosa. La acción de la recogedera se caracteriza porque conlleva un tiempo entre el comienzo de la acción y su finalización; esto es, no es un producto obtenido de una vez.
Con lo expuesto más arriba se espera haber explicado el carácter de la acción que en el español dominicano se conoce con el nombre recogedera.
PECHUDO – PECHÚ
“¡Qué pechú!”
La voz pechú del español dominicano es moneda corriente. Ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX en el habla de los dominicanos.
Antes de entrar en el estudio del itinerario de la voz hay que señalar que los datos con que se cuenta apuntan a que es una voz que tuvo su origen en el habla dominicana. Hay que destacar que en otras hablas para las personas que están prestas a enfrentar las situaciones enojosas, estas hablas recurren a la frente, así, “dar el frente”.
La voz pechú,a, no se limita a encarar o afrontar las situaciones, sino que lo hace con celeridad, sin detenerse a pensar en los peligros que eso entraña. De algún modo el pechú es atrevido en sus acciones o reacciones.
Se ha insistido en la grafía pechú y hasta pechúo, porque solo en el habla desvirtuada dirá pechudo un hablante de español dominicano. Escrito o dicho de la manera intelectual pierde el sabor y el énfasis, le quita fuerza al sentido propio de la voz.
La voz no permaneció en los límites del habla dominicana, sino que pasó a Puerto Rico donde la documentaron ya en la segunda mitad del siglo XX.
Más arriba se escribió que la voz del título ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX porque consta en la obra Criollismos de Brito que fue editada en 1930. P. Henríquez Ureña recoge la voz en El español en Santo Domingo, diez años más tarde (1940:192); este intelectual escribe pechudo y consigna “valiente, que presenta el pecho”. Brito por su parte había registrado “arriesgado, animoso”.
Manuel Patín Maceo cuando se ocupa de las voces dominicanas incluye pechú y pechúo en la obra Dominicanismos en el año 1939 y entra en explicaciones pertinentes que ayudan a entender el concepto que encierra la voz. Este estudioso eligió la voz pechúo, a, como representación gráfica del adjetivo; él escribe, “Que intenta hacer algo superior a sus aptitudes o que aspira a una cosa que le es imposible alcanzar. . .”
La voz no permaneció en los límites del habla dominicana, sino que pasó a Puerto Rico donde la documentaron ya en la segunda mitad del siglo XX. Rubén del Rosario menciona la voz en Vocabulario puertorriqueño (1965:99) y recurre solo a la voz pechú para designar la persona temeraria, atrevida; él entiende que en el habla dominicana es pechúo.
Todos los tratadistas del habla dominicana han continuado el camino trillado por los citados autores con ligeras variantes. Algunos autores han añadido el valor de “desvergonzado, inescrupuloso, sinvergüenza” a los significados anteriores; esto sin olvidar consignar “atrevido, valiente”.
El Diccionario del español dominicano (2013:530) además de repetir algo de lo anterior añadió, “persona bravucona, temeraria, poco escrupulosa”.
En Puerto Rico al pechú le han añadido también las características de cariduro, atrevido, arriesgado.