En los últimos tiempos el nombre de Guacanagarix así como su pretendida traición y su alegado complejo van de boca de patriota en boca de patriota. Quiero aprovechar esta ocasión para compartir algunas reflexiones sobre el tema. Que se sepa que no soy historiador ni pretendo serlo.

Siempre me ha parecido que ciertas argumentaciones utilizadas en los debates criollos son simplistas y hasta infantiles. En el caso particular de las conquista de la isla y la independencia de nuestra nación, muchos razonamientos me parecen los de muchachos de tercero de primaria: recitados, desprovistos de análisis crítico, de rigor intelectual y de matices. Este es el caso de las que tienen como objeto la figura del cacique del Marién.

El llamado complejo de Guacanagarix afecta a aquellos que, como el cacique, son considerados serviles frente a los extranjeros, defensores de los intereses de estos y traidores a su propia patria.

Pero, en el caso de los primeros pobladores de la isla, ¿Se puede hablar de patria, de nación?¿Se sentían los habitantes de los cinco cacicazgos miembros de una nación? Es cierto que en muchos casos pertenecían a la misma etnia, creían en los mismos dioses, hablaban la misma lengua y tenían la misma cultura. Pero para constituir una nación eso no basta. Si bastara, las naciones de Hispanoamérica serían mucho menos de las que son; el sur de Bélgica formaría parte de Francia y el norte, de los Países Bajos; y todas las ciudades-estado griegas habrían sido una.

Como las tribus de Quisqueya, las ciudades-estado de Grecia se hacían la guerra continuamente. Y la guerra – que es la continuación de la política por otros medios – contempla las alianzas. Es posible que Guacanagarix, amenazado por la codicia territoriales de sus vecinos, sobre todo, acaso, la de Caonabo y sus belicosos súbditos, se viera obligado a buscar alianzas. Fue lo que hicieron los Totonacas, los Nahuas y otros pueblos sometidos por los Aztecas: aliarse con Hernán Cortés para sacudirse el yugo de sus opresores ¿Fue la alianza de Guacanagarix con Colón parte de una estrategia política o militar? No lo sé. Lo que sí está claro es que Guacanagarix tomó la peor de las decisiones: buscarse un aliado tan poderoso como para romper el balance entre las fuerzas existentes. Ese error es viejísimo. Los griegos de Marsella, de Iliria y de Etolia se aliaron con los romanos para derrotar a sus respectivos enemigos. Roma no solo derrotó a sus enemigos, también a los griegos, por supuesto. Lo mismo le pasó a los pueblos sojuzgados por los aztecas. Lo mismo le pasó a Guacanagarix. Cometió el peor de los errores. Y lo pagó caro. Fue un pésimo estratega. Pero, ¿fue un traidor?

Quizás Guacanagarix fue hospitalario. Tanto como lo somos hoy en día con los turistas. Quizás Guacanagarix pecó de ingenuo. En este caso, erró, pero de buena fe y no se le debería acusar de traidor. Por cierto, no fue el único ingenuo. Ingenuo fue también Caonabo, el cacique que para muchos representó el orgullo nacional al encabezar la rebelión de los demás caciques contra los españoles (¿Se trataba de patriotismo o de una alianza circunstancial ante un enemigo común, como la de Churchill y Stalin ante Hitler?). Quizás Caonabo acertó sobre las intenciones reales de los conquistadores, pero al final fue también embaucado, como de seguro lo fue Guacanagarix. También Caonabo fue de esos indios que cambiaron oro por espejitos.

Por otro lado, el uso mismo del término ‘complejo’ me parece errado. Un complejo es siempre emocional. Sus raíces son inconscientes. Pero a los que se les acusa de sufrir del complejo que nos ocupa se les acusa también de actuar de forma racional y voluntaria. Estoy de acuerdo. Pero hago una salvedad: Los ‘acomplejados’ no son los acusados, sino los acusadores.

Los nacionalistas, los que constituyen las tropas que enfrentan a tantos guacanagaríes de nuevo cuño, esos sí que traicionaron a una nación, la nuestra. Esos sí que actuaron de mala fe. Esos sí que sabían lo que hacían cuando dieron golpes de estado. Esos sí que sabían lo que hacían cuando invitaron a invasores a mancillar nuestro suelo. Esos sí sabían lo que hacían cuando regalaron nuestro oro. Esos sí saben lo que hacen cuando anegan nuestro futuro con ríos de préstamos millonarios. Esos sí saben lo que hacen cuando juran – en falso – que nuestros peores enemigos son extranjeros, a sabiendas de que no, de que nuestros peores enemigos son los criollos que se llevan a nuestro país entre las uñas, mientras ellos miran hacia otro lado. Los verdaderos traidores son los corruptos y los que los protegen.

¿Fue Guacanagarix un traidor? No lo sé. Pero sin un análisis de su contexto, de su personalidad, de sus intenciones, no creo que nadie pueda saberlo. Ni siquiera los nacionalistas.

Ojalá algún historiador se anime a completar este rompecabezas y a ayudarnos a encontrar la respuesta.