Unas de las figuras principales de la vida republicana de nuestro país lo fue el General Gregorio Luperón. Nacido en la ciudad de Puerto Plata el 8 de septiembre del año 1839, de origen social humilde, trabajador desde niño, autodidacta y con un talento militar innato.  Mostró desde temprana edad un amor por la patria. Se opuso públicamente a la Anexión de la República a España proclamada por el entonces presidente Pedro Santana en el 1861. Se emite una orden de arresto en su contra, es capturado en Puerto Plata pero logra escapar y refugiarse en Haití y luego en los Estados Unidos. A su regreso al país, bajo las órdenes de Santiago Rodríguez, participa en los movimientos contra la Anexión. Conoce  a Gaspar Polanco, a Pedro Pimentel y a Benito Monción, le otorgan el rango de coronel. Al poco tiempo es ascendido a general y es nombrado Comandante de Armas de Santiago y apenas con 25 años de edad alcanza el más alto rango militar de la nación, General de División, llevando consigo importantes victorias en combates contra el ejército español comandado por Pedro Santana. 

Ya restaurada la soberanía comienza lo que la Historia Dominicana conoce como la Segunda República. En este período de la Segunda Independencia dominicana se caracteriza por el caos administrativo, revolución y guerra civil.

Nacen dos facciones políticas: Los Rojos, liderados por Buenaventura Báez y Los Azules, contrarios a Báez. EL partido Azul es de corte liberal y nacionalista, contrario al Rojo que era partidario a la pérdida de la soberanía. Luperón se convierte en el líder político y militar del Partido Azul y se mantiene en lucha constante en contra de Báez, cuya finalidad, entre otras cosas, era el arrendamiento de la Bahía de Samaná y la anexión a los Estados Unidos. Acepta la presidencia provisional de la República. Gobierna desde su pueblo natal, Puerto Plata. Durante el gobierno provisional de Luperón se respetaron las libertades públicas, se fundaron academias militares, subvencionó con cuarenta dólares mensuales a todos los periódicos, se modificó la Constitución y se estableció una duración de dos años para el período presidencial, se mejoró el sistema de correo y de comunicación, se normalizaron las relaciones con Haití, se fundó la Escuela Normal bajo la dirección de Eugenio María de Hostos, se suspendió el pago de la deuda pública con el objetivo de estabilizar la economía del país, hubo un aumento de las importaciones y exportaciones, se impuso la pena de muerte al que atentara con la estabilidad de la nación, se vivió un aire liberal y de desarrollo en el país. Por recomendación de Luperón, asume el poder el sacerdote Fernando Arturo de Meriño y en 1882 recomienda para la presidencia a su compueblano y pupilo Ulises Heuraux (Lilís). Este último, como todo dictador, traicionó los principios de su líder y partido. El descontento con Lilís, lo hace irse a la isla de Saint Thomas. Lilís fue a buscarlo al saber que se encontraba muy enfermo y lo convenció de que regresara al país. Murió en Puerto Plata el 20 de mayo del año 1897. 

Sin lugar a dudas, este hombre fue grande, un luchador que amó su país y lo demostró con sus hechos. Llegó a ser presidente y en esos once meses de gobierno provisional logró tantas cosas que muchos no han podido llevar a cabo en más tiempo. Reformó la Constitución, no para su provecho y no la violentó. Cedió espacio a otros dentro de su partido. Al ver que uno de los de su bando falló y traicionó los ideales que habían prevalecido a la fecha, se marchó de la isla. Gregorio Luperón debe ser tomado de ejemplo por todos los dominicanos, principalmente  los políticos y militares de nuestra nación.