Cuando hablamos de literatura, filosofía, ciencias, matemáticas y astronomía se empieza la conversación con Grecia. Grecia uno de los países que sueño algún día conocer y que es llamada la "Cuna de la Civilización", pues es la meca del arte y la cultura. Esta tierra de Aristóteles, Platón, Sócrates y Pitágoras, está hoy en día en inmersa en una tremenda crisis económica y política.
A mediados de mayo del año pasado las imágenes de los disturbios en Grecia ante la crisis política y económica producida por la substancial deuda contraída por este país circuló por todo el mundo. En aquel momento la deuda del país europeo era del 120 por ciento de su producto interno bruto y a fin de contribuir a mejorar la situación el Banco Central Europeo con el aval de Alemania cedió un préstamo de 146 billones de dólares, produciendo un alivio aunque de manera temporal.
Hoy, justamente un año después, el país se encuentra en una situación aún peor y se vaticina que la deuda llegará al 150 por ciento de su PIB, lo que es una deuda mucho más grande que su economía. Para tener una idea de que tan grave es la crisis que abate a Grecia, basta con señalar que sus bonos con pago a 10 años tienen una tasa de interés de 17.50 por ciento y los de entrega a 2 años un 25 por ciento, reflejando el alto riesgo que significa concederle préstamos a este país.
De lo anterior se desprende que sus alternativas son muy reducidas. Desde dentro se manejan las opciones de reestructurar su deuda, lo que impondría colocar en el mercado empresas estatales que le permitirían ingresos por unos 50 billones de dólares para reducir el monto debido y reducir la deuda Griega, declarar su deuda en bancarrota, lo que marcaría un mal precedente en la comunidad europea o, en última instancia simplemente salirse de la Unión Europea y adoptar su propia moneda.
Está claro que el Banco Central Europeo está consciente que la crisis griega presenta un conjunto de problemas que están íntimamente vinculados a los bancos de la Europa occidental y por esa razón está manejando la misma con otro rescate "bailout" o rescate financiero y así evitar la bancarrota de la deuda, que sería muy perjudicial para todo el bloque, pero también busca reducir al mínimo las consecuencias negativas que provocarían una economía sin crecimiento.
Es necesario apuntar que tanto el BCE como el Fondo Monetario Internacional el año pasado llegaron a un acuerdo con el gobierno griego en el entendido de que su gasto se reduciría en un 20 por ciento como una de las medidas para paliar la crisis, como también el aumento del impuesto del valor agregado de un 19 a 23 por ciento.
Ahora bien, el rescate podría funcionar si se autoriza a Grecia a retrasar el pago de su deuda exterior y la economía comienza a crecer. Debido a que la deuda externa se denomina ahora en euros, Grecia no puede imprimir más dinero para amortizar su deuda, aunque es alto sabido que la impresión de dinero es la forma tradicional en los países mal administrados para pagar su deuda externa, aunque ello impulse la inflación.
Sin embargo, una moneda devaluada allana el camino a la inversión, pues sus bienes y servicios se abaratan, destacándose el sector turismo que generaría una gran afluencia de dólares, como además estimularía las exportaciones de productos griegos en los mercados mundiales, principalmente Asia y Norteamérica dinamizando la economía.
Es obvio que la devaluación tendría que hacerse tomando el camino más doloroso y que el costo político sería muy alto, pues Grecia tendrá que abandonar el euro y adoptar su propia moneda y a la vez declarar un "default" que haría que con esta moneda más débil se recupere tanto la producción, la competitividad y el empleo.
La salida que se tome está claro que afectara enormemente a otros países europeos, ya que muy a pesar de que Grecia es un mercado diminuto comparado con países como Alemania, España y Francia, lo que suceda allí crearía un estado de incertidumbre en un momento en que otras naciones miembros de la Unión Europea también están siendo impactadas por profundas crisis económicas.
Independientemente de cual sea la decisión, todo esto originará una ola de incertidumbres, pues se teme que esta crisis inicie un efecto dominó que abarcaría a países como España, Irlanda y Portugal, que presentan situaciones similares, hijas de políticas proteccionistas y de gobiernos fiscalmente irresponsables como el caso el caso de Grecia donde 1 de cada 11 personas en el mercado laboral lo absorber el sector público, pero además este mismo sector público genera el 40 por ciento del producto interno bruto, lo que es una traba para la inversión privada .
La inseguridad que surja de las medidas que se tomen incluso podría conducir a iniciar un desplazamiento de capitales de la moneda europea al dólar norteamericano, debilitando al primero y fortaleciendo al segundo que se reflejaría en el descenso de los precios del oro, petróleo y sus derivados negociados en la bolsa. Esperemos.