En el último trimestre del año 2016, no recuerdo exactamente el mes ni el día, pero sé que fue en ese lapso, tuve un sueño del cual desperté agitada. Soñé con calles llenas de gente protestando; yo participaba y llevábamos algo en las manos, no se si eran pancartas o letreros, tampoco puedo afirmar que eran palos o armas, solo se que la marea humana era grande, había disgusto y se estaba en las calles luchando por el país. Cuando desperté me dije: -bueno… se va a armar-.

Luego llegó el 22 de enero de 2017 y mi sueño se volvió un poco realidad, solo que apenas lo creía. Sucesivamente, nuevas manifestaciones se llevaron a cabo en distintos lugares del país, tiñéndolo de verde futuro y esperanza. Creí. A esta hora, en que por decisión no asisto a las asambleas de Marcha Verde celebradas cada martes a las cinco de la tarde en la UASD, reuniones que eran abiertas al público, y a las que asistí de manera voluntaria y regular durante seis meses, igual que llegué a asistir a dos asambleas nacionales (hablo en pasado pues ignoro si esta dinámica de reuniones continúa); a esta hora, en que los apetitos de mi espíritu han hallado la calma, que he conciliado en mi mente expectativas y realidad, puedo apreciar las ganancias que como ciudadana y ser humano obtuve en cada reunión, en cada compartir, pero sobre todo, en cada marcha. Por lo mismo, me permito hacer el siguiente ejercicio de cuestionamiento y crítica.

De todo se aprende. Siempre admitimos que esta experiencia era nueva para la mayoría, de manera que, naturalmente, había aspectos por mejorar. Hoy doy gracias al país y a Marcha Verde porque fui parte de un mar completo de personas gritando a un solo pulmón por el fin de la impunidad y por justicia. Aun cuando el pueblo dijo presente de manera voluntaria y fue convocado por la propia indignación ante los escándalos cada vez más vergonzosos y descarados vividos en los últimos años, cierto es que el Colectivo o Movimiento Marcha Verde sin duda sirvió como punto de cohesión, valiéndose de figuras cuyas voces lideraron e inspiraron a más de uno. Ningún dominicano por sí solo iba a lograr lo vivido el año pasado.

Gracias por permitirme ver la diversidad de mi pueblo en su forma más creativa, civilizada y alegre. Fue realmente hermoso ver marchar juntos a homosexuales y monjas, viejos y jóvenes, sacerdotes, bebés en carriolas y niños en brazos de papá o mamá, parejas de novios tomados de las manos, doñitas en sillas de ruedas, a los tígueres del barrio, familias completas, en fin, todos juntos, a una voz; más uno que otro político de esos que no hacen oposición y no pasan de un titular de prensa, páginas adentro.

Gracias por el llamado a firmar el Libro Verde. Este proyecto, plan, idea, propósito, al parecer vio vida en la misma mente de aquel que lo enterró; la verdad que me pongo "bien bruta" con este tema porque no me cuadran los números. El Libro Verde se convirtió en voz y despertó un sentido de empoderamiento, pertenencia y orgullo en muchos dominicanos que entusiasmados demandaron de buena fe convertirse en atalaya de la justicia, lo mismo pasó en el extranjero. Pero esto nunca pudo darse realmente y no se conocen las razones; tampoco se ha ofrecido una explicación que justifique el hecho de que habiendo más de cuatrocientas mil firmas listas pendientes de entrega para ser incluidas en el documento depositado en Palacio, al final dicho documento apenas acreditara trecientas mil y tantas firmas. ¿Cuál era la prisa? ¿Por qué? ¿Quién o quienes decidieron un plazo que no facilitara la entrega de las firmas pendientes de cotejar? En todo caso, ¿Por qué no hacer otro corte de firmas que de seguro superaría el millón? Al día de hoy muchas otras firmas siguen a la espera de que pasen por ellas, más de las que quedaron pendientes aquel día. Se de personas que conservan libros como si fueran nostálgicos tesoros de una época dorada. ¿Se procuraron estas firmas? ¿Alguien preguntó por ellas? ¿Hay un registro de cuántas firmas quedaron pendientes en el extranjero?

Se afirma que el Libro Verde logró su cometido. Quisiera saber cuál fue ese cometido e imagino que no soy la única que espera saberlo. No olvidemos el detalle más importane de este punto, todo el pais fue llamado por Marcha Verde, y este acudió entusiasta y confiado, por propia voluntad, a firmar.

Gracias, Marcha Verde, porque me dieron mucho para reflexionar. Por ustedes y para ese pueblo que fue a cada manifestación cívica motivado por la esperanza y la promesa de lograr un cambio, me di cuenta de que tenía buenas ideas y aportes para mi país. Ideas todas puestas a las órdenes y ninguna tomada en cuenta, sin embargo, gracias a la creación de este Movimiento, estructuralmente hablando, y a esa gran masa de gente, me sentí con el compromiso de meditar seriamente sobre cómo podía yo, una simple ciudadana, aportar a mi país.

Gracias, por toda la gente valiosa que conocí en cada una de las reuniones a las que asistí. Muchas de esas personas hoy son compañía valiosa. Igualmente, agradezco haber tenido el chance de apreciar el verdadero proceder de mucha gente que se presentó ante mis ojos como si fueran ovejas y llegaron a salivar muy cerca de mi como cualquier lobo. Gracias, porque pude ver en parte el porqué una actividad tan noble y digna, como lo es ejercer política, se ha alejado de su esencia, casi justificando el por qué estamos como estamos.

Gracias por convocar tanta juventud, por involucrarla en las tareas y oficios que amerita organizar todo lo que significó tras bambalinas cada marcha, cada convocatoria, cada reunión. Que deben saber, no es cosa simple ni sencilla, pues requiere mucho compromiso y tiempo; incluye hambre, sed, cansancio y sueño. ¿Pero, qué no hacer por la Patria? La juventud es un recurso valiosísimo en circunstancias como la que estamos viviendo, y a sabiendas de ello, manipular su capacidad de transformar e iniciar un cambio en el país, contaminándola con procederes enmohecidos e intereses particulares, equivale a mutilar su espíritu, permitiendo así continuar con el copia y pega político que no nos permite desarrollar como nación. Frente a aquello, mis convicciones quedaron fortalecidas y confirmadas. Hay nobleza en permitir que la juventud logre aquello que los mayores no pudieron en su momento. Esta última línea deberían leerla los viejos robles de clase política actual.

Gracias por cada turno cedido, por permitirme expresar mi punto de vista en cada ocasión, aunque no estuvieran de acuerdo y solo provocara miradas cruzadas y algún silencio incómodo. Esto me hizo descubrir una fuerza en interna que desconocía.

Gracias por enseñarme sobre el orgullo, el afán de protagonismo, el poder del ego, lo que significa el  liderazgo y las dobles caras. Todas, naturalmente, condiciones y cualidades humanas. Gracias, porque, créase o no, si no es por ustedes la palabra Odebrecht ni se mencionara; esto al menos sirve para recordar a la empresa que nos sigue estafando junto al poder público y privado. Ahora somos expertos en artefactos nucleares, en relaciones exteriores, en política internacional, hablamos mandarín; al fin reconocimos que Trujillo nunca fue ajusticiado, solo desaparecido su cuerpo, que el aparato apenas cambió de atuendo, pero que sigue ahí y que por eso hoy tenemos a su nieto haciéndose instantáneas con menores de edad, con sonrisa y todo, en pleno Altar de la Patria para el placer y disfrute de la Derecha más obtusa y recalcitrante del país, y pocos se escandalizan.

A este país le ha faltado mucha VERDAD. Ha sido tanta la mentira en la que nos formaron, incluso desde la misma gesta de Independencia, que podríamos tenerla justo frente a los ojos y jamás la reconoceríamos. No sabemos de nuestra historia ni lo que nos han contado, que está por demás manipulado. Me cansé del silencio conveniente, del cuido al bien mayor cuando no es tal, de la sensatez que no sirve para nada. ¿Cuál cuido? ¿Cuál bien? ¿Hay un bien? Me agoté con los silencios a discreción, en solitario y en grupo. Cada día detesto más los “deja eso así”, “¿te vas a meter en eso?” y el “esto no lo arregla nadie…".  Pues si esto no lo arregla nadie, ¿qué tal si nos sinceramos?

Marcha Verde fue y puede seguir siendo, si lo decide, una verdadera primavera para nuestro país, solo que deberá hacer cambios medulares, de querer seguir. Puede ser la cuna de una República distinta. Yo no apuesto a mirar hacia otro lado ante un recurso que logró servir de canal para el grito ensordecedor que vivimos en el Distrito Nacional, Puerto Plata, Santiago, Azua, San Pedro de Macorís, y más. Faltó mucho por hacer, y vuelvo a insistir en el presente. Puede hacerse mucho solo si se atreven y luego de una sincera y profunda profilaxis estructural, más algunos ejercicios de transparencia nunca vistos, como sería la publicación en prensa de circulación nacional de un estado financiero donde se detalle el origen y destino de cada peso utilizado en el Movimiento, junto a la publicación fiel de cada donativo y de ser posible y con previa anuencia, los nombres de los donantes. Imagino que algún periódico de circulación nacional “preocupado por los destinos del país” nos haría el favor de hacernos un buen descuento en la publicación de todo esto. O bien colocar esta información en la página de Facebook y otros medios virtuales de los que dispone Marcha Verde.

Esa noche, cuando soñé que el país se sublevaba, desperté y ahí terminó todo. En la realidad, parece que la primavera no llegó a prender una sola flor y el aire huele a quietud peligrosa, a pose de “yo no se, yo no fui”. Sin embargo, el hartazgo sigue ahí; la fuerza del contrario es tanta, son tan groseros y escandalosos los recursos de los que dispone, que parece que lograron adormecer la primavera sin que nos regalara apenas un retoño.

Y puedo ser señalada de querer hacer daño al Movimiento. Pero yo no haré pactos con la conformidad. Se están robando el país y esto no está para juegos. No me permito el lujo de quedarme sin respuestas, o de al menos hacer las preguntas pertinentes. No puedo hacer como que no pasó nada el año pasado, tanto aquí como en cualquier parte del mundo donde hay un dominicano. ¡Pasó! y mucho, pero no suficiente. ¿Quién se anima a practicar la verdad y apostar por esta tierra?