Las estrategias mancomunadas para resolver los problemas urbanos en el Gran Santo Domingo son indudablemente una urgente necesidad. El requerimiento obedece a que la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional están actualmente divorciadas, cada alcaldía tiene sus reglamentaciones sin una estrategia mancomunada que permita un desarrollo territorial más uniforme y sostenible en el tiempo.
Desde hace años el crecimiento es desbordante en el Gran Santo Domingo, y las medidas que se toman para frenar o controlar esa situación son insuficientes por la falta de una relación directa entre los distintos municipios.
Ante ese crecimiento, sería bueno preguntarse: ¿qué hacemos los ciudadanos para mejorar la visión de ciudad?
Como respuesta a esa pregunta considero que las autoridades municipales, el Gobierno Central y los habitantes tienen el compromiso de proteger y desarrollar su territorio. Debemos procurar la integración social en los procesos de cambio que demandan las ciudades y sobretodo la integración comunitaria mediante la vinculación social.
Es hora de que las distintas comunidades trabajen de la mano, a fin de adoptar medidas que contribuyan a los procesos de transformación urbana.
El urbanista Jane Jacobs reflexionó: "las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo".
Esa reflexión nos conduce a cuidar y a fomentar un ambiente de inclusión social que nos permita recuperar la identidad cultural de nuestra ciudad.
Según el IX Censo de Población y Vivienda del 2010, la provincia Santo Domingo, el Distrito Nacional y San Cristóbal suman el 43% de la población total del país y representa el 57% de la población urbana, cifras que acorde a las proyecciones han sufrido un acelerado crecimiento.
Ante esas cifras, se hace necesario una intervención que permita responder a la ciudad de manera conjunta, desde el plano normativo hasta las estrategias de desarrollo que se deben aplicar para generar un impacto positivo en su crecimiento.
Es hora de repensar nuestra ciudad para que pueda planificarse conforme a nuestra realidad socio cultural, con la integración de la ciudadanía a los procesos de cambios.
Hay que mejorar la excesiva burocracia y dar paso a una verdadera planificación integral que permita a la ciudad regenerarse con ideas que no salgan solamente desde un despacho sino desde las mismas necesidades que genera la ciudad de Santo Domingo.