Seguidamente que el pasado 16 de agosto, las nuevas autoridades emitieron la Resolución Municipal 3133, declarando a Santiago por 100 días en situación de emergencia y riesgo, el nuevo Ayuntamiento hizo su tarea. Impactó positivamente el desastre encontrado en el manejo de los residuos sólidos. Catástrofe que fue advertida institucionalmente a tiempo por el CDES, cuando al iniciar el año 2011, se presentó formalmente un informe que evidenciaba los 10 errores más graves del gobierno local en materia de gestión de basura. En ese momento, se subrayó científicamente, la no factibilidad del malogrado intento de generar energía de la basura, hasta que Santiago no tuviera en operación un verdadero sistema de gestión.
En el año 2008, quien suscribe como gerente de proyectos del PES por instrucciones del Alcalde y el Presidente del CDES de entonces, había redactado el exitoso convenio de gestión entre Santiago y la Junta de Galicia de España, iniciativa que diseñamos y de la que fui testigo de excepción en el Palacio de Raxoi de Santiago de Compostela. Proyecto que hizo grandes aportes al vertedero de Rafey. Vale decir que muchas de las entidades participantes en esa iniciativa “se fueron con toda la sed a la tinaja” y no cuidaron la gobernabilidad del proceso por lo que nunca pudieron imaginar que más tarde serían presas de la famosa frase atribuida a Nicolás Maquiavelo “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
Similares criterios fueron ratificados por la primera Misión de consultores del BID que en el año 2012 inició las coordinaciones para culminar exitosamente la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES). Me parece escucharlos todavía al afirmar: “todas las compañías que lleguen a Santiago, proponiendo generar energía de la basura deben investigarse muy bien, pues en América Latina, la mayoría tienen escasos méritos empresariales y técnicos.
Inmediatamente vendría la históricamente célebre escena de ira científica que representantes de la JICA hicieron ante las pasadas autoridades en reclamo de las razones técnicas del por qué habían desmontado el milimetrado sistema semiaeróbico japonés denominado Fukuoka en el vertedero a cielo abierto de Rafey, transformándolo en un relleno sanitario. Sin embargo, a pesar de tantas advertencias formales, las autoridades de entonces ignoraron todo y emularon el lema radial de Rodriguito y su famosa frase “y la vida sigue su agitado curso”. No era para menos la ira del empresariado que aportó más de 100 millones de pesos y contribuyó a crear por Resolución Municipal, la Corporación de Aseo Municipal (CASA), entidad poco entendida por muchos.
Todos los consultores internacionales traídos a Santiago por el Consejo para el Desarrollo Estratégico (CDES) afirman qué no puede haber sistema de gestión de residuos, si todavía no sabemos recoger bien, ni clasificar la basura. El sistema no existirá y los “buzos” seguirán en caos hasta que logremos que cada familia clasifique su basura. Se conoce que en la ciudad de Santiago de los Caballeros se producen unas 900-1,000 toneladas diarias de basura, casi 2.5 libras de basura por habitante, asumiendo una población 800 mil habitantes, un promedio de 10 libras por vivienda. Santiago genera más basura per cápita que muchas ciudades de USA de los años 80.
Los residuos sólidos son un desafío que debiera ser asumido por manos especializadas, nunca por técnicos creados al vapor, empresas improvisadas y menos aun por aventureros internacionales proponiendo todo tipo de sandeces y prácticas fracasadas en América Latina. Luego de la frustración ciudadana reciente, el actual Gobierno Local con el apoyo de todos, debiera emplearse a fondo y consultar muy bien. Es vital asimilar las enseñanzas derivadas del cuento de Juan Bosch “Rumbo al Puerto de Origen”, y relanzar como se va a realizar, el convenio estratégico entre Santiago, la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y el Ministerio de Salud en materia de residuos sólidos.
Si se quiere emplear métodos de economía circular para aprovechar los desechos, lo primero es que cada familia sea educada en clasificar la basura. Se estima que en residuos no degradables se generan diariamente un 60.3% de toda la basura. Plásticos 34.3%, metales y otros 12.0%, papeles 10.0% y cartones 4.0%; lo que equivale a 640 toneladas de materiales inorgánicos. Se conoce que los recolectores del Ayuntamiento, los carretilleros y “buzos” llegan a los recipientes barriales a recolectar materiales no degradables.
Las familias santiagueras tienen que asumir una nueva cultura de acumular los desechos en las viviendas familiares donde se genera el 69% de la basura, y en las instituciones y empresas que son responsables del 31%. Con los residuos orgánicos hay que tener el mismo abordaje, se conoce que alrededor del 39.7% de todos los desechos son biodegradables. Lo que quiere decir que están formados por restos de comida, frutas, verduras, granos, hojas, cáscaras, carne, cáscara de huevos, semillas, restos de animales muertos y otros.
Más del 80% de una tonelada de basura está formada por materiales combustibles que se autoencienden y pueden generar incendios si no se organizan. Los incendios en Rafey pueden prevenirse si la asociación de buzos hace su trabajo de clasificación y como parte del trabajo estratégico organizamos un verdadero programa. Hoy es un gran desafío organizar como íbamos haciendo antes, un sistema integral que cuente con una verdadera alianza pública-privada. Todos debemos contribuir más por un Santiago verde, limpio y sostenible.