Apreciada Radoyka:
Conocemos poco de ti. Tu nombre de pila; tu apodo, Dee Dee; tu apellido de casada, Jerome; y el de soltera, Marte. A pesar de eso, has inspirado a otros dominicanos. Te cuento un poco mi caso.
Hace algunos años, un grupo de amigos organizamos un cinefórum. Como la mayoría éramos abogados, nos pareció buena idea agotar un ciclo de cine judicial o de trial films. Nos turnamos el análisis jurídico y artístico de cada película. La mayoría de los miembros del improvisado club de cine, eran milenios amantes del cine y el derecho. Conocían las películas recientes sobre dramas en las cortes. Me refiero a las taquilleras protagonizadas por Sandra Bullock, Al Pacino, Jack Nicholson, John Travolta, Matthew McConaughey, Tom Cruise o Jodie Foster. Por lo tanto, sugerí que viéramos películas clásicas. Compartimos verdaderas joyas: Anatomía de un asesinato (1959); Matar a un ruiseñor (1963), 12 angry men (1957), El Juicio de Núremberg (1961), entre otras. El ciclo nos reveló el legado humano y artístico de estas obras cinematográficas. Nos dieron la oportunidad de establecer un diálogo de generaciones. Mis amigos millennials admiraron a Henry Fonda, James Stewart o Gregory Peck, con similar simpatía que a los actores contemporáneos. Fue difícil mantener un público interesado en el proyecto del cinefórum. Me quedé con el deseo de aprender y compartir más entre amigos sobre estos temas. Por ejemplo, aprendí quién era un actor que oía a mi mamá mencionar de los años de su juventud. El tiempo se lo había tragado, quizás porque nunca ganó un Óscar o un Emmy, aunque llegó a estar nominado al primero. Su nombre fue Montgomery Clift. Desde que lo vi en el cinefórum en la película Juicio de Núremberg (Montgomery Clift en Juicio de Núremberg 1957), su actuación se convirtió en la declaración en estrado más impresionante que había visto en el cine. Eso fue hasta que vi a tu hijo en su escena de estrados, en la teleserie Así nos ven (When they see us).
En estos momentos la crítica internacional aplaude de pie a tu muchacho de veintidós años, luego de que todos nos quedáramos boquiabiertos viéndolo actuar en este verano en Netflix, dirigido por la magnífica directora Ava DuVernay. Su escena en los estrados, provoca una angustia difícil de describir. Varias personas comentan que luego de las escenas del juicio, no han podido continuar viendo la teleserie. La comunicación que ocurre entre un actor y su espectador, no implica que encontremos en nuestras vidas, identidad de hechos como los trágicos ocurridos a los Cinco Exonerados. Invita a que seamos capaces de extender la red invisible de humanidad que nos une, y lograr empatía con la experiencia ajena. Tu hijo nos colocó dentro de la anatomía de Korey Wise, personaje que interpreta.
A través de las redes, la teleserie me reabrió un intenso coloquio con nuevos y viejos amigos, acerca de las fallas del sistema judicial y la necesaria atención cinemática que merecen estos casos. Todo ser humano guarda angustias en los cajones del inconsciente; es incluso preciso en ciertos casos, dejarlos allí, prácticamente olvidados, para poder sobrevivir y seguir adelante. Un buen día, el acarreo del espíritu llama a la puerta. La mudanza emocional obliga a afrontarlos; a entender que esa parte del sujeto no se ha ido y necesita salir de las gavetas interiores. Jharrel Jerome nos puso dentro de la piel de Korey Wise, quien junto a los demás inocentes convictos, tenían una historia para contar. Es una historia distinta a la que reposa los archivos de las cortes donde fueron injustamente condenados, puesto que sale de sus más íntimos espacios interiores.
La algarabía de la comunidad de artistas y del público en general, por la reciente premiación de tu hijo como mejor actor principal en una teleserie tiene varias capas: es el primer afro-latino, la segunda persona más joven, y -la capa que nos tiene de cabeza y media a todos en Quisqueya- el primer actor de origen dominicano en ganar ese reconocimiento, y un orgullo supremo para la comunidad del Bronx. Sin embargo, existe una capa más elevada alcanzada por su trabajo. La mayoría de las personas que hemos visto Así nos ven, no sabemos lo que significa estar recluido en una prisión; solo podemos imaginarnos lo experimentado por Korey Wise y los demás jóvenes arrestados por un crimen que otra persona cometió. El dolor no es ajeno a nadie. Tratar de entenderlo a través de esta teleserie, nos hermana con su experiencia. De ese modo, los telespectadores tomamos aire y valor para acompañar al Korey de Jharrel a su reclusión. En esa etapa de la historia recordé algo distinto y no menos conmovedor de mi infancia. Cuando aprendía a leer, mi mamá pasó meses leyendo un libro de muchas páginas. Llamaba mi atención ese libraco con la imagen de una mariposa en la portada. Poco después, sucedió algo que mi inocencia calificó como mágico. El libraco se convirtió en una película inolvidable llamada Papillon. Luego de ver el episodio de la reclusión y liberación de Korey Wise en Así nos ven, quedé absorta. Tu hijo se metió a Steve McQueen y a Dustin Hoffman, formidables actores principal y de reparto de la legendaria versión cinematográfica de Papillon filmada en 1973 en un bolsillo y sobró bolsillo.
El mundo interior de Korey revelado por tu Jharrel, es de una riqueza inmensa. La directora, con su estilo cinematográfico orgánico, hace olvidar la tecnología de apoyo. Las escenas se desarrollan como un fenómeno natural, como un pequeña matita creciendo con un poquito de tierra dentro de un tarro diminuto. En ese espacio breve, Jharrel extendió su actuación, como se abre una pequeña planta buscando la vida. Poco a poco, vemos la psiquis de Korey extenderse como ramitas endebles buscando los rayos del sol, en su caso, algo de paz. En el día a día del personaje, el actor nos lleva hasta las flores que brotan de Korey, es decir, sus deseos de libertad y amor. Precisamente esas fueron las expresiones antagónicas de McQueen y Hoffman al interpretar a Henri Papillon Charrière y Louis Dega. Papillon soñaba con libertad, Louis con el amor. Jharrel, como un discreta plantita en flor, conjuga ambas emociones intensas que habitaron en Korey Wise durante su reclusión y liberación, primero emocional, y luego material. Y eso estimada, se aprende en la escuela de arte dramático en que tuviste a bien apuntar a tu chiquito; pero solo la parte técnica, la que hace al estudiante un histrión. En casa, le diste antes algo fundamental: la libertad de expresión. Esta es una posibilidad que se manifiesta en exteriores, pero se auspicia desde la infancia, al seno del hogar.
Aunque los dominicanos nos hemos cogido para nosotros el logro de tu hijo, es tuyo y del resto de familiares que lo rodean, en especial ese abuelito dominicano fallecido que Jharrel lleva en el alma y a quien le mando un te quiero en español al recibir su estatuilla. Todo emigrante o descendiente de emigrante tiene dos nacionalidades, una que habita en casa y otra que existe al cruzar de la puerta a la calle. Por eso, la cantante Cardi B (Belcalis Almánzar), epítome del rap estadounidense, de origen dominicano también, días atrás nos sorprendió al cantar Algo de mí de Camilo Sesto, en su cuenta de Instagram en ocasión la partida del artista, solo célebre en el mundo hispano. Su nacionalidad interna salió a la calle. Seguro has preparado algún platillo criollo a Jharrel del libro de recetas Mujer 2000 de Silvia de Pou y que alguien de la familia puso a Fernandito Villalona o a Juan Luis Guerra a todo switch cuando supieron la noticia del premio allá en el Bronx, como hacemos los dominicanos cuando estamos contentos. Pero de Jharrel ahora lo importante no es de dónde viene, sino dónde va. Con la preparación humana y profesional mostrada, y que a su joven edad evidencian la educación doméstica y el apoyo que le diste, hará lo que quiera: desde un personaje shakesperiano hasta un replicante viajando por los confines del universo. Un gran actor es aquel capaz de recordarnos que todos somos iguales.
Para despedirme, hago mías para ti, las sabias palabras que una querida amiga puso en Twitter. Ella se llama Elisa Veras y escribió en su cuenta este certero mensaje: "El grupo personas que mejor comprende la dominicanidad de Jharrel Jerome es de las madres dominicanas educando hijos en USA, que hacemos magia para que estos muchachos sientan orgullo de esa identidad más allá de los problemas del país y los dolores que nos causa la distancia." Gracias Radoyka, muchas gracias.