Sí, gracias. Tener el privilegio de contar con un papá amoroso, respetuoso y presente desde que nací es motivo para estar agradecida. La importancia que tiene un papá en la vida y en el desarrollo sano de un niño es confirmada una y otra vez por diversas investigaciones. Sin embargo, lamentablemente, muchos no dedican el tiempo necesario a sus hijos, están distanciados o totalmente ausentes. Otras veces están presentes pero son autoritarios o violentos, promoviendo el miedo en vez de la confianza y la autonomía.

Cuando comento que mi papá nunca nos dio una pela, muchos se quedan sorprendidos o no lo creen. Y es así. Los golpes no fueron usados para disciplinarnos o educarnos en nuestro hogar. Creo es por esto que jamás permitiría que ningún hombre me lo haga y tampoco lo he hecho con mis hijos. Un niño o niña que ha sido abusado física o emocionalmente por un padre, lo verá como algo aceptable, permitiéndolo en su vida o haciéndolo a otros. El modelo de un papá es un referente para nuestras relaciones.

Un “buen” papá no es aquel que se limita a proveer y asegurar la estabilidad económica del hogar, sino el que también asume el compromiso de educar con amor incondicional. Es el que se preocupa por la seguridad y sanidad de sus hijos, por dar el mejor ejemplo con coherencia y perseverancia.

En este mes de los padres reflexiono sobre todo aquello por lo que estoy agradecida y que espero todos los padres puedan lograr con sus hijos. Aquí comparto algunas de estas:

Doy gracias a mi papá por sus valores, por su ejemplo de crecimiento personal y de trabajo. Si los padres no practican los valores, de nada sirven sus palabras. Si no están dispuestos a cambiar, aprender y mejorar cada día, será difícil que sus hijos lo hagan. El ganar reconocimiento y remuneración por un trabajo serio y bien hecho es un gran legado que deja un padre a sus hijos.

Doy gracias por las veces que mi papá no se impuso diciendo “debes hacer esto” sino que nos motivó a tomar nuestras  propias decisiones preguntándonos “¿Qué crees debes hacer?”. Esto ayudó a desarrollar nuestra autonomía y capacidad de medir las consecuencias de nuestras acciones.

Agradezco las conversaciones y los chistes de mi papá mientras estábamos sentados en la mesa y en cualquier momento. Reír y disfrutar son estrategias fundamentales para nuestra salud mental y emocional. Que triste que la interacción de muchos padres con sus hijos se limite a corregir, castigar o amenazar.

Doy gracias a mi papá por enseñarnos que uno se arropa hasta donde la sábana alcance. Ahora veo a muchos padres que desean dar todo a sus hijos, sin saber que lo más importante no se compra con dinero y que endeudarse por complacerlos será peor ejemplo. Lo importante es aprender a administrar los recursos, valorar lo que se tiene y cuidarlo.

Tuve la dicha de tener un papá que nos estimuló intelectualmente a mi y a mis hermanos. Varias investigaciones recientes demuestran que el tiempo que dedican los padres a sus hijos y la realización de actividades educativas con ellos impactan su desarrollo cognitivo.  Agradezco los juegos, las discusiones, las preguntas, los problemas planteados para que les buscáramos solución.

No hay padre perfecto, pero con pequeñas cosas pueden hacer la gran diferencia. Hoy valoro a mi papá y deseo que otros puedan hacer lo mismo con sus hijos, dedicando el tiempo de calidad, relacionándose de manera positiva, independientemente del padre que tuvieran. No elegiste el padre que te tocó pero si el que serás para tus hijos.

Feliz día de los padres a todos aquellos que con amor están haciendo la gran diferencia en la vida de sus hijos. No solo lo agradecerán como lo hago yo ahora, sino que serán mejores personas.