Extrañaremos a Merkel: esto podría decirlo una pancarta leída en algún periódico o transmitida en cualquier Live moderno con cientos de miles de viewers.
En este complicado siglo, estamos en un mundo donde se aclaran los últimos misterios: Paul McCartney ha dicho que John Lennon fue quien quiso el final de los Beatles, y no contento con esa afirmación también ha dicho que los Rolling Stones son una banda de “covers de blues”. Casi de manera inmediata, vimos a Mick Jagger salir a defender el legado de los Rolling que sí hicieron conciertos en el Madison Square Garden. En esos mismos años, Los Beatles sí que fueron al Carnegie Hall donde fueron tratados como animales de exhibición –los tocaban y querían ver sus reacciones–, aunque sí salieron de jerga con algunos amigos.
Algo parecido ha ocurrido con Chris Martin, líder de Coldplay (que vienen en marzo del 2022 a presentarse en el Estadio Olímpico), quien ha dicho que su banda tiene fecha de caducidad: solo 11 álbumes, cuando hoy tienen 9. Aunque creo que el lector está “ambientado” en Coldplay, animo al que no los conoce de más edad que se inicien con Yellow, una canción emblemática. Acaban de sacar ‘Music of the Spheres’, donde se muestra todo el camino, lanzado este 15 de octubre por Parlophone en Inglaterra y Atlantic Records en Estados Unidos. La producción es de Bill Rahko, Oscar Holter y Max Martin.
Citada más arriba, no creo que sea el interés de mucha gente –aparte de la gente letrada–, lo que hace Merkel en estos días: la vimos en una reunión con la reina de Inglaterra. Como asunto importante, lo que sí está claro son todas las iniciativas que hizo en el gobierno como canciller en todos estos años: refugiados, economía, multilateralismo, globalismo, la UE. En otro aspecto, en una entrevista de hace un año, Merkel decía que sabía lavar los platos de su casa: vive de manera modesta, con costumbres acendradas.
En un memorable reportaje de Marion Van Renterghem para The Guardian, se nos dice algo que ya sabíamos: Merkel se ha convertido en un ícono pop que no deja de tener sus “T-Shirts, tazas y jugo de limón”.
Con esta perspectiva merkeliana, pienso en todo esto mientras me brindan una bebida, en una “plaza criolla”. Así se llamaba una plaza en la década de los ochentas. Por esos años, salíamos de un juego de baloncesto donde Vinicio Muñoz hacía de las suyas. En esa plaza podías ver televisión en un salón restaurant, los partidos de tenis de Iván Lendl, monstruo de la época. Apodado la pantera, Muñoz habitaba en una era donde otras luminarias del baloncesto hacían de este deporte algo extraordinariamente memorable para cualquiera que visitara el estadio, la media naranja.
Recuerdo como hoy una camioneta que no tenía por qué ser asidero de la multitud que intentaba escalarla para que los llevara, cuando el chofer se desmontó y disparó al aire para dispersarlos. Se armó “el juidero” y ser armó el lio en la 27. Para mi suerte, no andaba montado en ella, pero andaba cerca, saliendo del Virgilio Travieso Soto, camino a la plaza. El disparo hizo que todo el mundo saliera en estampida y que los amables que se habían montado desistieran de su plan. Así es el dominicano con el uso de las armas. En un mundo de violencia, urge concientizar a la población sobre el asunto de que no habitamos en el Old Wild West norteamericano, que sí vemos en las películas.
Se me desmontan de la camioneta!, había dicho el tipo. Merkel, por supuesto, no lo sabe y se apresta a un retiro saludable para ella y su familia.