“…Que no, que no, que el pensamiento no puede tomar asiento; que el pensamiento es estar siempre de paso, de paso, de paso, de paso…” L.E. Aute

Para muchos de los que nos dedicamos a estudiar y a ejercer alguna de las vertientes del diseño de espacios para el ser humano, y los elementos que componen estos espacios, al hablar de lo que ha supuesto el movimiento De Stijl nos pega un pequeño vuelco al corazón. Hoy nos permitimos el lujo de escribir casi para nosotros mismos, esperando que a alguien más le toque la fibra y decida redescubrir esta parte de la historia del diseño, siguiendo las referencias citadas, siendo esto último una gran victoria para el texto.

Al ver de nuevo, y una y otra vez, la casa Rietveld-Schröder, es como que las pilas de la creatividad se ponen al 100%, incluso al cabo de un agotador día de normativas, planos y clientes. ¿Cómo puede ser que a un señor de nombre Gerrit Thomas Rietveld se le ocurriera semejante genialidad a penas en los primeros 20 del siglo 20?

Quizás el título del artículo de hoy debió ser Gerrit Rietveld y dos de sus genialidades: la casa Rietveld-Schröder y la Red and Blue Chair”, pero esto sería dejar de lado la interesantísima argumentación de que todo esto y en especial estas dos “obras de arte” formaron parte de De Stijl, el movimiento motorizador para genios de la talle de Piet Mondrian o de la talla de Jacobus Johannes y ni que decir de Theo van Doesburg.

Pero lo que nos ha distraído el pensamiento en los últimos días y semanas, incluso meses, es la Red and Blue Chair , la silla azul y roja; la que con una propuesta increíblemente rompedora y simple ( ambas cosas al mismo tiempo, por contradictorias que pudieran parecer), supuso uno de los primeros manifiestos del movimiento neoplasticista por excelencia ; un movimiento que entre otras cosas supuso la constante búsqueda del ser humano en las profundidades de su ingenio; una búsqueda que se materializó – en tiempos de entreguerras- en una especie de equilibrio entre lo espiritual y el propio estilo de las cosas; de lo simple pero a la vez de lo abstracto. Ver: https://www.gentleman.elconfidencial.com/reportajes/2017-01-07/arte-holanda-de-stijl-revista-theo-van-doesburg-piet-mondrian_1311878/ .

La Red and Blue diseñada originalmente en 1917 no llevaba los colores que hoy la han hecho icónica, esto solo ocurrió unos 4 años más tarde cuando De Stijl y la silla cruzaron sus caminos y la primera influenció con sus colores primarios a la segunda. Concebida para ser fabricada en serie, en negro, gris y blanco, fue una segunda influencia, la de Piet Mondrian la que la puso en nuestras retinas tal y como la conocemos hoy en día. No es casual su muy intencionada semejanza con la casa que el autor de ambas proyectó en 1924 y que citamos más arriba. Ambas dos, que fundamentan su estética en la ordenación de planos y líneas, representaron parte de las ambiciones de una progresión plástica que marcó el rumbo de la historia de la composición espacial para una nueva arquitectura.

La descripción que pudiéramos hacer al lector no informado no sería, en absoluto, justa con su nivel de coherencia morfológica ni con su genialidad en cuanto al equilibrio formal y cromático; con el negro en el tope de la jerarquíala estructura y líneas de la silla con el amarillo en los puntos de las líneas y el rojo y el azul para los planos, asiento y espaldar. Ver: https://www.moma.org/collection/works/4044. Ver también: https://terraingallery.org/aesthetic-realism/art-criticism/gerrit-rietvelds-red-and-blue-chair-what-i-learned-about-rest-and-motion-in-myself/.

Con el permiso de Aute, si en algún lugar el pensamiento pudiera tomar asiento, un pensamiento de vanguardia, aún después de más de 90 años, sería en una silla roja y azul…no es la verdad pero al menos es nuestra opinión. Hasta la próxima.