Ayer terminó la espera y la pantalla de los delfines de Danilo, y digo pantalla porque es lo que hubo desde el principio y en ambos lados. Los precandidatos definidos como danilistas nunca fueron tales, son miembros del PLD que se adhieren a quien esté en el poder y por eso Reynaldo y Amarante Baret, ante la inminente decisión que ya sabían prefirieron renunciar.
Danilo Medina necesitaba enviar un mensaje a sus seguidores de un candidato que realmente lo representara y los únicos que eran propiamente danilistas eran Gonzalo Castillo y Andrés Navarro, los demás se montaron en la ola procurando agenciarse su respaldo, pero han servido en gobiernos de Leonel.
Ni Domínguez Brito, ni Temo, ni Reynaldo encarnan propiamente el danilismo. A nivel internacional se han visto casos de alta traición de líderes que han dado todo para empujar un pupilo suyo y terminaron traicionándolos, como sucedió de Ecuador donde Rafael Correa hizo de todo para que ganara Lenin Moreno y hoy es buscado por la Interpol.
En Colombia Uribe y Juan Manuel Santos, en Brasil Dilma Rousseff y Michel Temer, y hay más ejemplos. Los demás precandidatos tienen luces propias, pero Gonzalo no, este es un real danilista y eso era algo que el Presidente debía garantizarlo.
Pese a que Leonel tiene una experiencia de tres gobiernos, Danilo tiene el poder. Aquí se está viendo la fortaleza de Leonel como activo político para presagiar que acabará con Gonzalo, pero no es Leonel quien tiene en la nómina del Estado casi 600 mil personas, no es Leonel que tiene mayoría en el Comité Central y el Político.
En realidad, Leonel no tiene nada qué ofrecer más allá de una obra de gobierno que se vio manchada con los grandes escándalos de corrupción de muchos de sus cercanos colaboradores, pero también Leonel hace siete años que dejó el poder, hay una nueva generación que recuerda más los juicios políticos, las protestas en su contra por el hoyo fiscal que dejó, que el Metro.
Se alega que Gonzalo no tiene discurso, pero eso es cuestión de engrasar la maquinaria. Gonzalo es la cara visible de una estructura que está decidida a darle el último toque de gracia a Leonel y para ello no se escatimarán esfuerzos. El discurso se construye con buenos asesores y estrategas.
Por último Danilo recuerda muy bien quien lo venció en el 2007, donde dijo la frase que posiblemente presagie lo que ahora puede suceder "me venció el Estado".