El amor por la lectura la recibí en herencia de mis padres. El vicio de leer lo copié de mi hermana mayor.
Hoy, recuerdo como ayer, siendo aún pequeña, cuando mi papá me contaba con tanto entusiasmo la novela “Robinson Crusoe”, de ahí mi gran pasión por las obras de aventuras. Entre ellas recuerdo las de Julio Verne. Resultaba para mí emocionante ir descubriendo cosas extrañas en “La Isla Misteriosa”. Cada obra de este autor que leía era de mucha emoción.
Las novelas de Mark Twain fueron también para mí de gran placer. Disfruté a más no poder “El príncipe y el mendigo”, “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Las aventuras de Huckleberry Finn”.
Pero mi obra por excelencia que leo y releo, la que cada vez disfruto es “Don Quijote de la Mancha”.
El autor de “Robinson Crusoe” es Daniel Defoe, nacido en Inglaterra en el año 1660. Una de sus obras principales es “Diario del año de la peste” que es un relato ficticio sobre las experiencias de un hombre durante el año 1665 en que la ciudad de Londres sufrió el azote de una gran plaga. En ese entonces, Defoe tenía cinco años por lo que se cree se basó en los escritos de un tío. La novela fue escrita próximo a 1772 en que fue publicada.
Llevamos desde final de 2019 atacados a nivel mundial por un virus, creado intencionalmente según una teoría, salido por imprudencia de un laboratorio chino, según otra o adquirido por la ingesta de un animal exótico. Lo cierto es que durante todo el 2020, en lo que va del 2021, próximo a comenzar el 2022 y el temor sigue.
Se han creado vacunas. Se ha necesitado una dosis, dos dosis y hasta un refuerzo de una tercera dosis. Los adultos fuimos los primeros en recibir este suero preventivo o paliativo. Ya los niños a partir de los doce años también han sido inoculados y se piensa que a partir de los cinco años a los niños se les podrá poner la vacuna.
Hemos tenido casi dos años de terror, de miedo, de incertidumbre.
El 23 de marzo del 2020 apareció un “Diario de la peste”, cuyo autor es un joven poeta angoleño radicado en Portugal, GONÇALO M. TAVARES. Sus artículos fueron traducidos y publicados diariamente por la prensa de quince países de América y Europa, entre ellos, éste. El 22 de junio del 2020 fue el último que apareció. ¡Gran pena! Porque nos mantuvo día a día informándonos del acontecer mundial con relación a la pandemia.
Escribió, como dijo en una entrevista, para no volverse loco. Fue como de esa manera pudo sobrevivir durante el confinamiento. Nos narró el diario vivir de sus conocidos, de los enfermos, de los muertos, de la entrega del personal médico…
Para escribir este diario se nutrió de los periódicos, de sus amigos a través de los emails, de la televisión, de los testimonios.
El 25 de septiembre del presente año, reaparece su columna, un año y tres meses luego de no verle por aquí. ¡Qué alegría!
Todo lo que escribe es poesía. Al publicar este medio nuevamente sus escritos, podremos deleitarnos otra vez con sus exquisitas letras.
¡Bienvenido joven poeta a nuestras vidas!