Estos días nuestras escuelas, universidades, peluquerías, gimnasios, restaurantes y bares permanecen cerrados y no son permitidas las reuniones físicas. El Gobierno insiste en que debemos quedarnos en casa y acudir a los servicios de salud ante el mínimo síntoma que haga sospechar de COVID-19 la enfermedad producida por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 convertida en pandemia.
Más de 200 países afectados, superan ya los 4 millones de personas infectadas y los 288 mil fallecidos, al 12 de mayo según el conteo de la Universidad Johns Hopkins. Este escenario, agravado por la ausencia de una vacuna, ha obligado desde que surgió a buscar opciones efectivas, cuya implementación permita ralentizar la enfermedad y cuyos costos sean asumibles.
Confinamiento estricto versus confinamiento suave
Un estudio encargado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) al Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI, siglas en inglés) de Estados Unidos concluyó que, con la implementación temprana de la cuarentena, combinada con otras medidas de prevención y control (cierre de escuelas, restricciones de viaje, distanciamiento social), se reduce considerablemente la aparición de nuevos casos, transmisiones y muertes en comparación con otras medidas individuales por sí solas, a la hora de bajar la curva de contagios.
Las rápidas respuestas a la pandemia de Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur son destacadas como modelo, por la menor cantidad de víctimas: gestión centralizada de la crisis, controles fronterizos, cuarentenas estrictas y seguimiento de cada caso con herramientas tecnológicas. Estos países empezaron la prevención desde que surgió la hipótesis de transmisión de humano a humano, sin esperar la confirmación oficial de la OMS que llegaría el 22 de enero.
Sin embargo, el surgimiento de nuevos casos en Seúl, la capital de Corea del Sur, después de semanas de medidas de distanciamiento social, vigilancia cuidadosa y en camino de aflojar las restricciones, ha generado temor a una segunda ola de infecciones en este país, confirmado por las palabras del presidente Moon Jae-in el pasado domingo.
Países como Suecia optaron por otra opción en que todo sigue abierto y están permitidas reuniones hasta de 50 personas. Para Johan Giesecke coautor de la estrategia de Suecia y referente mundial en estos temas, las cuarentenas rígidas no sirven y no importa lo que los gobiernos hagan todos van a ser contagiados. Hasta que haya una vacuna. Por ello, Suecia ha optado por lo que llaman un confinamiento suave, basado en la confianza existente entre la misma población y la de esta respecto del gobierno y sus instituciones.
Pero, los números de Suecia no son tan halagüeños y es que, su tasa de mortalidad es superior a la de sus vecinos nórdicos. Con 10.1 millones de habitantes y 3,256 muertes, se coloca como país número seis en el mundo con más muertes por millón de habitantes. Tres veces por encima de Dinamarca y ocho veces más que Noruega. Pero, las autoridades dicen haber frenado la tasa de infección del virus (0.85), que representa el número promedio de casos nuevos que genera cada contagio. Pero dos semanas atrás era de 1.4. La realidad es que la situación allí es muy delicada y los hospitales están al límite.
Riesgos de abrir la economía demasiado pronto
Cada vez en más países que optaron por el modelo de confinamiento estricto, los gobiernos empiezan a ser presionados para abrir la economía, precisamente cuando la curva de infección se ha estabilizado, colocando en el centro del debate el modelo sueco y que, de todas formas, todos se van a contagiar.
A principios de abril, Singapur mantenía menos de 2 mil casos de infectados, al día de hoy acumula más de 23 mil. Las autoridades han aumentado el rastreo de contactos, restricciones al movimiento y desplegado perros robots para motivar el distanciamiento social mientras buscan controlar su brote.
Los ejemplos de Corea del Sur y Singapur resultan clarificadores, de los riesgos potenciales de relajar a destiempo los controles, considerando que los países occidentales están varias semanas detrás, en lo que a los brotes se refiere. Sin embargo, cada vez más gobiernos, se encaminan a relajar la cuarentena, pese a que algunos de sus países presentan alta tasas de infecciones.
Esos escenarios podrían llevarnos a pensar como el doctor Giesecke que el modelo sueco es la opción más racional, más debemos ser muy cautelosos. Tailandia y Vietnam discuten la posibilidad de creación de un corredor de viajes, en la certeza de que sus brotes están controlados. Australia y Nueva Zelanda, han acordado hacer algo parecido. Hong Kong es un caso paradigmático, logró controlar un terrible rebrote del virus cuando todo parecía indicar que sucumbiría y acaricia hoy día la posibilidad de ser declarado libre del virus, al mantenerse por más de 20 días sin infecciones locales.
Entonces, la presencia de nuevos casos puede estar indicando de manera muy gráfica, los riesgos de abrir demasiado pronto la economía, más que razones para renunciar a una guerra contra el virus que podemos ganar, pero que, habrá que ir ganando una batalla a la vez, lo que requerirá mucha paciencia y una vigilancia continua.