Recientemente observamos a una unidad del Ayuntamiento del Distrito Nacional perteneciente al área de Gestión ambiental de este ayuntamiento cortar un árbol de los pocos que quedaban de 12 árboles que había en esa calle. El corte indiscriminado de árboles entra en total contradicción con la constitución de una ciudad amigable y accesible para la ciudadanía, el mejoramiento de sus condiciones ambientales y de sanidad.

La ciudad de Santo Domingo cada vez más se convierte en una ciudad hostil con un fuerte crecimiento de su parque vehicular lo que es proporcional a la contaminación ambiental y a la propagación de enfermedades de las vías respiratorias.

En otros países de América Latina y Europa existe una fuerte preocupación por convertir las zonas urbanas en ciudades verdes. Con ello, se fomenta la siembra de arboles y los huertos urbanos que a su vez favorecen la seguridad alimentaria.

En nuestro país lamentablemente encontramos prácticas continuas de corte de árboles sea por EDESUR o por los Ayuntamientos muchas veces solicitados por residentes. Arboles mutilados, envenenados y cortados son parte del panorama cotidiano sin una respuesta de reposición de los mismos ni de preservación de los existentes.

Junto a ello está el mal manejo que tiene la ciudadanía de las áreas verdes. Es frecuente encontrar en parques y espacios verdes botellas y platos plásticos arrojados.

La gestión municipal debe estar sostenida en ofrecer una ciudad amigable y habitable para la ciudadanía. Entendiendo como ciudadanía a todas las personas que residimos en la ciudad independientemente de nuestro estrato social. Los moradores de los barrios urbano-marginales como de residenciales de estratos medios y altos tienen derecho a transitar, caminar, hacer ejercicio y disfrutar de una ciudad amigable, con ambiente sano y saludable.

Convertir la ciudad de Santo Domingo en ese espacio en el que no se excluya, se maltrate ni se despoje de los derechos a sus moradores independientemente de su condición racial, étnica, orientación sexual, discapacidad y situación de calle o no, debe ser la meta de todo gobierno municipal. Hacemos énfasis en la no-exclusión porque muchas veces se implementan programas de ornato y embellecimiento que no solo implican maltrato a los árboles sino también a las personas más pobres y vulnerables. Entendiéndose falsamente que los pobres afean la ciudad o que son una amenaza, lo que no se corresponde con las verdaderas causas de la inseguridad ciudadana en las que los pobres son victimas no los principales agresores.

La oportunidad que tiene la próxima gestión municipal de Santo Domingo es dar una respuesta a ello. En ese sentido debe fomentar la responsabilidad social de la ciudadanía en el desarrollo de una ciudad verde, amigable y segura. Las juntas de vecinos, organizaciones sociales, grupos de mujeres, comunidad LGTBI organizada, trabajadoras sexuales organizadas, sindicatos de choferes y de motoconcho deben comprometerse a ser canales de acceso a toda la población, incluyendo a estas organizaciones en la sensibilización para llegar a una plataforma de educación ciudadana que es fundamental para poder lograrlo.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY