Hay pocos países donde se estila recurrir a lo imposible: reunir a los partidos mayoritarios en un gobierno de Gran Coalición. A mi memoria vienen los gobiernos de Alemania e Israel, que, en algunas ocasiones de crisis sistemática, recurren a los dos partidos mayoritarios para no dejar dudas de la unidad nacional frente a la amenaza.

Sin embargo, en las últimas elecciones alemanas, el peso de los temas divisivos entre los políticos alemanes  es de tal calibre, que ambos, el CDU-CDS (los socialcristianos de Merkel) y el SPD (los socialdemócratas) no quisieron probar suerte y adelantar la Gran Coalición que habían llevado adelante. Lo han hecho luego de fracasar el intento de Merkel de hacerlo con los liberales y los verdes, para evitar tratar con los ultraderechistas de Amanecer de Alemania que entran por primera vez al Bundestag, el parlamento alemán.

Con este juego, Alemania lleva más de la centena de días sin gobierno, lo que se ha visto en la falta de dirección en  la Europa comunitaria. Lo que supondría agrandar más el caos. Hace tres días  los socios de la Gran Coalición anunciaron el arribo de un Acuerdo de Principios para reanudarla: https://elpais.com/internacional/2018/01/12/actualidad/1515743061_063533.html?rel=mas

Pero recogemos días después que no hay porque regocijarse, cuando aparecen las voces disidentes:  https://elpais.com/internacional/2018/01/15/actualidad/1516027058_879709.html , que ha llegado a llamarse la “Coalición de los Fracasados”, porque representan los dos partidos con las mayores pérdidas de votos.

El hombre en primera línea de las barricadas anti coalición se llama Kevin Kühnert y tiene 28 años. Lidera los Jusos, la organización juvenil del SPD socialdemócrata, que cuenta con 70,000 miembros entre 14 y 35 años. “Hay una gran frustración con la cultura de la Groko [acrónimo con el que se conoce a la Gran Coalición en Alemania] en los últimos años, y porque el SPD no haya sido capaz de crear nuevas opciones para mayorías”, valoraba ayer Kühnert en Berlín.

Su propuesta es sencilla: un gobierno de minoría con apoyos puntuales en aquellos puntos que les convenga a los socialdemócratas. En resumen, la receta ´para “galloloquear” con los líderes inescrutables que tenemos al mando. El lunes debe resolverse, sea pato o gallareta, porque el domingo habrá ocurrido el Congreso de Delegados para aprobar lo acordado con Merkel.

El desenlace del impasse alemán

La carambolesca (del dominicano carambola) situación alemana me ha producido una mala jugada a mi credibilidad como articulista de Acento.com.do, ya que la crisis la detecté el jueves pasado, como escribo el  lunes, mande el artículo ¿Gobierno de Gran Coalición o Gobierno de Fracasados? para que saliera hoy lunes 23 y anunciaba que el Congreso del Partido Socialdemócrata  era el domingo, cuyo resultado iba a estar el mismo día (eficiencia  alemana) y así fue, por lo que quedé enganchado.

Ayer domingo salió la noticia en el enlace siguiente: https://elpais.com/internacional/2018/01/21/actualidad/1516538324_368465.html y yo en mi artículo  anunciaba que se resolvería el dilema socialdemócrata.

Por eso me apresuro a escribir este artículo como segunda parte, ya que sabemos que “El partido socialdemócrata alemán (SPD) ha votado dividido y con la nariz tapada a favor de negociar una nueva gran coalición con la canciller, Ángela Merkel. Los partidarios de la alianza se han impuesto con un 56,4% de los votos (362 a favor de un total de 642 votos) “.

Los socialdemócratas alemanes no se han contaminado con la demencial enfermedad  del oportunismo trumpiano-berlusquiano actual. Parece que el cuco de perder votos en una nueva Gran Coalición les conllevaría  a menos respaldo popular lo que fue rechazado por la necesidad de tener un gobierno estable por menos de cinco puntos porcentuales. No nos engañemos, la autorización fue a seguir negociando con los socialcristianos, porque luego se debe aprobar el Acuerdo Definitivo, pero este paso significaba que un voto desaprobatorio, mandaba al “zafacón de la basura” todo el esperado gobierno y requeriría una nueva elección, que nadie quiere. El reportaje de El País reseña la situación en los siguientes párrafos:

“El sector crítico y contrario a la gran coalición que abanderan las juventudes socialdemócratas (Jusos) defiende por el contrario que un cuarto mandato de Merkel en minoría, con apoyos puntuales en el Parlamento es posible. La canciller descarta sin embargo esa opción porque la considera una fuente de inestabilidad en un momento en el que Berlín necesita fuerza y unidad para impulsar las reformas europeas que se ha comprometido a acometer de la mano de París. El líder de los Jusos, Kevin Kühnert, encendió los ánimos y recibió una ovación de una sala repleta, en la que las intervenciones se prolongaron durante cinco horas. Un “no” no es “el final del SPD”, sino “el inicio de una nueva historia”.

En medio, se encuentra la mayoría de los militantes. “Soy escéptica con el pacto de coalición, pero…”. “Es un pacto insuficiente, pero…”. Muchos explicaban estos días y también en el congreso que dijeron que sí fruto de la resignación y la necesidad más que del convencimiento.

Entre los miembros del partido la excitación convivía el domingo con la confusión y la frustración, ante una decisión que les ha obligado a decidir entre un opción que consideran mala y otra peor. “Estamos escribiendo la historia”, explicaba en los pasillos del congreso extraordinario de Bonn a este diario Martin Gerdau, un delegado venido de Hannover. Gerdau cree que “nadie está contento con el resultado del preacuerdo alcanzado con Merkel".

“El partido no había vivido un momento tan crítico”, explica Mathias Petersen, otro de los delegados llamados a votar. Petersen, médico y representante de Hamburgo, explica por qué cree que es importante votar sí a la gran coalición. Esgrime, como han hecho muchos altos cargos del SPD en los últimos días y ha repetido hoy Schulz en su discurso el argumento democrático. “Si los delegados decimos ahora que “no”, los 450.000 miembros no podrán votar más adelante. Ellos deben tener la última palabra”. Pero Petersen también reconoce que los militantes solo votarán una vez que hayan concluido las negociaciones y el programa de Gobierno esté listo. Entonces, la presión para formar Gobierno será tan grande, que muchos se lo pensarán más de dos veces. “El partido está dividido”, reconoce.

Fuera de la sala donde los políticos pronunciaron sus discursos, un militante contrario a la gran coalición explica por qué considera esta decisión nefasta para el partido. “El año pasado salimos a la calle y le preguntamos a la gente por qué había dejado de votar al SPD y nos dijeron: Ya no os creemos, habéis abandonado las políticas sociales. Les dijimos que Martin Schulz era diferente, que en él sí podían creer. Schulz juró que nunca haría una gran coalición con Merkel y ahora esto. ¿Qué cree que piensan nuestros votantes?”, explica sin ocultar su frustración Olaf Gerhard, miembro del SPD de la cuenca minera de Renania del Norte Westaflia, tradicional bastión socialdemócrata.

Ataviado con un sombrero de gnomo, para protestar por las palabras de un político de la CDU que dijo que la oposición a la gran coalición era una “revuelta de enanos”, Gerhard sentencia: “La política de izquierdas se ha dormido en este país””.

El dilema alemán no se ha resuelto. La lección para los políticos del patio es que sus palabras son esenciales para cuando llegan a estas encrucijadas. Deben recordar lo que prometieron y tienen que “achicopalarse” cuando van a pedirle lo contrario a los ciudadanos, parciales o no con su causa. Espero que los dominicanos reconozcamos  pronto el “dilema dominicano” para ver si aprendemos en  cabeza ajena, así seguiremos el ejemplo de Perú, Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, y  ¿por qué no?, del desastre Venezolano.