Insisto en la diferencia del sistema “parlamentario”, como se ejerce la democracia basado en el principio de que los congresistas son “los representantes del Pueblo” y, por lo tanto, forma el gobierno el ganador absoluto o la alianza que obtenga el  apoyo absoluto y se convierte en oficialista, encargado de formar el “Gabinete de Gobierno” que debe reportarse al llamado del Parlamento, y la oposición y que cada partido forma un llamado “Gabinete en la sombra”, y por lo tanto, conocidos del público, porque son los encargados de enmendarle la plana a los Ministros vigentes oficialistas. Mientras que en el sistema “presidencialista” como impuso la pauta Estados Unidos de América, es prerrogativa del Presidente nominar a los Secretarios de Estado y el Senado los confirma.

¿Nosotros? Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario, como dijera aquel presidente folclórico mejicano. A los “secretarios de Estado” les comenzamos a llamar “Ministros” sin que tengamos un régimen parlamentario. Siempre estamos en un «gobierno en de-construcción» (un término tomado de la lingüística estructuralista, para llegar a los significados profundos hay que de-construir el discurso para conocer la “verdad” detrás del mensaje), ya que los partidos no son tan verticales al estar compuestos con grupos de presión económicos y/o sociales, vivimos en una eterna “coalición” de intereses contrapuestos. Ni los que son señalados por el “dedo” césaro-papista presidencial están  seguros y, a pesar de que puedan estar posicionados, no están seguros de permanecer en él. Hacemos más volátil una obra de largo plazo desde las alturas del “Poder”, por lo que vamos a soñar con un «Gobierno de Unidad» por el que tanto he abogado en estas Divagaciones.

Para ejemplo, un botón. La corporación político-partidista que nos gobernó en Quisqueya la bella, por veinte años discontinuos, pudo haber logrado crear un país con bases de desarrollo como, por ejemplo, Corea del Sur, que en un período igual logró el desarrollo capitalista en  el lapso más corto de la  historia económica mundial. Pero, en Dominicana no se logró por un corto-circuito en el ensamblaje de su sucesión presidencial, es decir, fue un «gobierno en de-construcción» permanente aunque con los sujetos políticos casi inamovibles.

El «gobierno dado en llamarse del cambio» parece estar dando los primeros pasos de acuerdo a la naturaleza dominicana: la falta de armonía para mantener una “garata con puños” al tener que nominar un Gabinete de Gobierno bajo la presión del período de transición más corto en la historia electoral dominicana. ¿Qué pasó con aquello de “All the President’s Men, como se les denominó a los habitantes de la “Casa Blanca” en Washington en los tiempos de Nixon en el Watergate?

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Ahora, hablando en voz baja, ¿es la división un contrapeso interno? Hasta qué punto, ¿es un divertimento, una distracción? ¿De la Mesa Redonda del Rey en Camelot o de los pretendientes que quieren ignorar la permitida reelección por la Constitución para iniciar el 16 de agosto con una campaña anticipada y prematura para el 2024? Sea cual sea la respuesta, seguimos en un «Gobierno en de-construcción», por los siglos de los siglos…

Ana Belén Benito Sánchez, en su Tesis Doctoral “CLIENTELISMO EN DEMOCRACIA: FACTORES EXPLICATIVOS DE LA POLÍTICA PARTICULARISTA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA 1996-2010”, disponible en el siguiente enlace: https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/127304/DDPG_BenitoSanchezAB_Clientelismoendemocracia.pdf;jsessionid=4D68E9338DDB4B7C54ED0328B38A17DD?sequence=1, nos presenta una radiografía reciente fechada entre los dos siglos el período de análisis, que nos sirve para identificar la teoría de la “política particularista” de la autora, y que nos lleva a pensar que lo que nos está pasando puede intuirse a partir de este marco teórico. Al igual que la Tesis doctoral del Dr. Mario Bonetti sobre el caciquismo en la política criolla, allá por los años setenta del siglo XX. En verdad que somos ¿predecibles? los dominicanos.