El Cid fue alcanzado por una flecha perdida que le atravesó el pecho. Agonizante, sabiéndose temido y respetado por los moros, ordenó que lo embalsamaran y vistieran con su armadura. Cabalgando sobre su corcel Babieca encabezó un ataque que desbandó sus rivales, ganando una crucial batalla después de muerto. Contrario a El Cid, Bosch, ya fallecido, ha perdido batallas a través de auto proclamados discípulos que violan sus prédicas éticas y enseñanzas doctrinarias.
Bosch tituló un sustancioso artículo “Gobierno y Agitación”, cuya primera línea lo dice todo: “Gobernar es ordenar, agitar es confundir. El Gobierno regula; el que agita confunde”. Algunos jefes: … “siguieron siendo agitadores después de haber alcanzado el poder; algunos fueron agitadores en el ámbito nacional, otros en el internacional. Todo el mundo conoce el destino que tuvieron Napoleón, Hitler y Mussolini, típicos gobernantes agitadores en el ámbito internacional”.
Debatiendo, Bosch derrotó al Padre Laútico, que lo acusó de comunista por escribir: “Un arquetipo de revolucionario que supo gobernar fue Lenin”. Bosch contrapunteó al díscolo Robespierre con Lenin: “Arquetipo del agitador fue Robespierre. Puesto que el agitador confunde, infunde miedo, y el miedo ahuyenta la estabilidad”. “La sociedad necesita de la estabilidad”… “Robespierre inquietó a todos los grupos sociales de Francia porque era un agitador no un gobernante; y el resultado es harto conocido: el cuello del Incorruptible fue pasto de la guillotina que él mismo había armado”. Bosch continuó: “La estabilidad es imprescindible para que el gobierno pueda ejercer su función”. “Ejercer la autoridad”…”no es agitar”. “Agitar es otra cosa; agitar es mantener en el pueblo un estado permanente de inquietud; es sostener soliviantadas a las masas…”. “Gobernar es ordenar, regular. Y no es posible ordenar la vida de un pueblo que se halla en estado de agitación”. “El que gobierna organiza, el que agita confunde”.
Bosch predicó no agitar desde el gobierno .Danilo no obedece esa prudente enseñanza. Cuando surgen temas que lo incriminan, como los pagos a Joao y la sobrevaluación de Catalina, Danilo monta un aparato de propaganda agitadora, confusionista, tratando inútilmente de declararse inocente. Unilateral y sorprendentemente su Excelencia, Embajador Dominicano ante el Vaticano –calificado por Bosch como “estado anómalo” – envió una carta denunciando una presunta conspiración nacional con ramificaciones internacionales para crear caos en nuestro país. Esa misiva agitó el alma ciudadana, mostrando el resquebrajamiento interno del Gobierno de Danilo, quien señaló que manejaría el país con una única partitura y aquellos funcionarios que improvisaran notas, o desentonaran, serían destituidos.
Danilo saca ventaja de la agitación inducida por él y descarta la de otro origen. La carta fue desmentida desde Palacio y por el Ministro Encargado de la Seguridad del Estado, quien aprovechó la ocasión para calificar, ampulosamente, a Danilo, como “estadista”. Ese ministro ignora que: “El político piensa en la próxima elección, el estadista en la próxima generación”. Danilo no piensa en la próxima generación, sino en elecciones perpetuadoras de su régimen.
La carta transgredió la prédica del artículo “Gobierno y Agitación”. También desechó las enseñanzas del primer pronunciamiento que difundió Bosch en 1961 retornando del exilio titulado: “Hay que matar el miedo”. En lugar de matar el miedo la carta -al igual que acciones estimuladas directamente por Danilo- sirvió para agitar y meter miedo, contraviniendo lo proclamado en ese primer mensaje de Bosch: “Estamos a tiempo todavía….y lo digo para los gobernantes dominicanos de emprender una cruzada de corazón limpio y brazo fuerte para matar el miedo en este país… para que termine el miedo del pueblo al gobierno..” Transcurridos 57 años todavía Danilo trata de meter miedo “pinchando” teléfonos.
Danilo, intolerante, propicia que traten de descalificar a “desafectos” que lo denuncian, violando conceptos de Bosch en su juramentación presidencial: “No deseamos el poder para gobernar con amigos contra enemigos, sino para gobernar con dominicanos para el bien de los dominicanos”.
En el maremágnum, Danilo agita, confunde y desordena la estructura gubernamental decidiendo que Palacio domine , exclusivamente, toda tratativa con China. Cartas desde Palacio defenestran, excluyen y condenan, implícitamente, con un “voto de desconfianza” los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Economía. También al CEI-RD y CDEEE que debutó, deslucidamente, firmando un entendimiento en Beijing, rápidamente desautorizado. Danilo debe honrar el catecismo boschista: “Gobernar es ordenar, agitar es confundir”. Bosch explicó: Gobernantes agitadores terminan mal.